Y ahora la pornomiseria.
En las calles están regados como el virus mis hermanos los miserables tratando de quebrar el infame y doloroso juego de dar y recibir para intentar resolver por su propia cuenta la pobreza estructural que el destino les deparó. Desdichados y culpando al Dios del cielo por tanta injusticia terrenal, aceptan ir a las filas