¿El COVID-19 ES REAL?

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Por Karla Campo Acosta.

Se preguntó la paranoica, después de ver un video que ha sido compartido deliberadamente en redes sociales.  Como en tantos otros, se afirma que desde el año 2017 se han distribuido elementos para diagnosticar el COVID-19, cuando  todo supuestamente empezó a partir del 2019, en Wuhan; lo que revelaría que es un virus creado; que con todo esto se busca cancelar los pensamientos individuales, mantener ubicada a la población mundial, abolir la moneda, impedir reuniones masivas, entre otras cosas; que el grupo que ha perpetrado el ataque se llama Estado Profundo etc.; que menos de la mitad de la población mundial  se ha contagiado; que el tapabocas es un bozal que no nos permite hablar y que nos rebaja a todos como iguales, como niños utilizando un uniforme en el colegio; sin más, concluye que hemos sido engañados.

 

Entonces recordó 1.que debido al contagio de Covid-19, el papá de una de sus mejores amigas murió; 2.que hace una semana murieron tres miembros de un núcleo familiar cercano: papá, mamá y abuela, dejando en desprotección a 2 niñas de 3 y 5 años; 3; que tiene una hermana con asma severa diagnosticada, un hermano diabético y fumador, una madre fumadora de más de 70 años de edad y; 4. que varios de sus conocidos son hipertensos o tienen familiares en esas condiciones.  Cuando uno no ha sentido la impotencia que causa la pérdida de un ser querido, y no se ha levantado en medio de la madrugada a orar rogando misericordia, es más fácil creer que  el Covid-19 es mentira,  dijo la paranoica desinfectando las compras.

 

Sabemos que el virus en sí mismo no es mortal, y que algunos no experimentan más que síntomas de gripa y otros ni siquiera llegan a percibir el paso de éste por su organismo; pero conlleva que enfermedades cardiovasculares, la diabetes, o características como ser fumador o tener exceso de peso, se conviertan en causas que acaban con la vida.

 

Nuestra amiga paranoica evita la gripa, el cáncer, ser atropellada en la calle, caerse de las escaleras, atragantarse con una espina de pescado, y el Covid-19… cualquier cosa que pueda causarle la muerte y se le humedecen los ojos de sólo imaginar morir y dejar tan pequeña a su hija.

 

El tapabocas no es un uniforme, porque entonces podría serlo cualquier prenda de vestir: los hay en muchos colores e incluso, con mensajes. El tapabocas no me impide hablar, me permite seguir hablando, reflexionó la paranoica, mientras se lavaba las manos. Con las redes sociales todos estamos diciendo lo que hacemos, comemos, con quién nos relacionamos. Hace muchos años tenemos la opción de hacer compras por internet y de utilizar dinero plástico. Esto no ha surgido a partir del virus y también son formas de control que permitimos.

 

El Covid-19 es real, creado o no, ataque perpetrado o no, ha ocasionado la muerte de miles de personas sin distinción de raza, creencia religiosa, política, género y edad.  Todo aquello que podamos hacer para convivir a pesar de nuestra realidad y superar esta crisis, es válido y necesario.  Los intereses oscuros y claros siempre han existido. Pero ese no es el punto; se trata de ser solidarios, porque tal vez tú seas una persona sana, pero quizás tu vecino no lo sea tanto o el familiar de un amigo o un desconocido. Son vidas reales en este no divertido juego, concluyó la paranoica, mientras se ponía el tapabocas para iniciar una reunión virtual.

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