Por Karla Campo Acosta
Bella dama escurridiza,
anhelo de humanos, virtudes de Dioses,
en tus manos tersas se deslizan
el sufrimiento y la alegría, la equidad y los horrores.
Tu lámpara carece de aceite
la llama se apaga inevitable
a veces pareciera encenderse
cuando afloran las decisiones admirables
Poner en mentes de hombres
sus disquisiciones e intereses
talla en piedra tantos nombres
y los daños a víctimas inocentes
Oh pobrecilla justicia, cuán grande será tu tristeza,
al verte enterrada en argumentos
que no engalanan tu belleza
De aquellos togados sinceros
pesares sólo te quedan
conocer que de estos certeros
poquitos están a la cabeza
Mi dama gentil y callada
tu pueblo espera con fuerzas cansadas
que con equidad, querida abogada
sean las leyes más que palabras
Quien te viera vestida de bien
cuan inmenso sería el fervor
de aquellos que aun en ti creen
sedientos de justicia y perdón
por caminos inciertos se han ido los derechos
deambulan inconclusos, violentados y desamparados
desprovistos de equidad, de valores, sin oportunidad, siendo condenados
Ver tan lejos los estrados
Saber imposible la justicia
Une a creyentes, ateos, nobles y puritanos
exigiendo la imparcialidad de esos que juzgan y legislan
Dios ilumine toda sombra
para que tu luz resplandezca incesante
que tu balanza no se incline arbitraria causando zozobra
sino por aquellos que con estudio logren encarnarte
Señora rogada y tardía
Sírvase asomarse por los estrados
provea con virtud y osadía
restablezca los derechos de los ciudadanos
dignifique la profesión de los abogados