Lanzamientos del Humo

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Por Carlos Sánchez 

La ciudad de Santa Marta comenzó a vivir en el año 2012 a 2015 un anuncio de transformación con el inicio de innumerables obras que pretendían, en el imaginario de la sociedad, un cambio drástico en el “buen vivir y la equidad” de sus habitantes. De repente, la ciudad se convirtió en el escenario de múltiples inicios de obra y vehículos de construcción que derribaban viejas estructuras, con el anuncio de nuevas, majestuosas y grandes obras de cambio.

El furor cundía por todos lados, de norte a sur y de este a oeste, se vitoreaba el nombre de los nuevos dirigentes de una ciudad que se creía en el olvido.

Pero no hay día que no llegue ni plazo que no se agote. La ciudad fue llenada de muy lindos y prácticos parques, que le dieron una visión de progreso innegable. No importaba que algunos criticaran los costos de los mismos como unos costos elevados, nada comparables con parques de otras ciudades con mayores cualidades y calidades y menores costos.

Más sin embargo, detrás de aquellos parques, quedaba en el sentimiento de la comunidad, que no importaba, que aunque los costos fueran elevados, al menos los de hoy HACÍAN.

Pero los plazos, como la frase lo dice, se iban cumpliendo, y muchas obras contratadas e iniciadas no se terminaban, ejemplos: Megabiblioteca, centro de salud de Mamatoco, CDI de Bonda, policlínica Ciudad Equidad, estadio de futbol, no se avanzaba en el Sistema Estratégico de Transporte (ese es otro tema especial), e ingresamos en la nueva etapa de la administración pública, donde se estableció que el anuncio de porcentajes de avances de obra, eran anuncios para la felicidad del pueblo y mérito para aquel que aún no había podido cumplir.

Los samarios se olvidaron de las necesidades de poder acceder a una buena red de servicios de salud, pero claro, la necesidad no era muy notoria, pues alguien de los ya no deseados, fue capaz al mismo tiempo de abrir nuevamente los servicios de emergencia en salud en el hospital central.

Los brincos, bailes y arengas, fueron creando la imagen de un movimiento mesiánico que fue impidiendo ver el bosque porque los árboles tapaban.

Las redes hacían su trabajo de furor, y los hermosos comentarios, llenos de verdadera idolatría y adornos, fueron llenando las mentes de aquellos que en la provincia vivían los problemas que en toda sociedad existe. Esas redes, ayudadas por “evangelizadores” enviado adelante, fueron allanando el camino para la llegada de un triunfante como Jesús entró a Jerusalén.

Y así, el nuevo mesías entró, reinó en el departamento del Magdalena. Pero hasta allí llegó todo. No siguió los pasos de Jesús hasta hacerse crucificar por todos, sino que por el contrario, entró a ocupar el puesto de Pilatos, y comenzó a gobernar con gran imagen y atuendos, pero lavando sus manos ante cualquier acto que pudiera dañar la imagen de su grupo.

Los hospitales departamentales, poco a poco comenzaron a sufrir las mismas consecuencias de aquellos centros de salud de la ciudad, y así pasaron de ser unos hospitales que mantenían a sus pacientes con una atención accesible, a hospitales que ya no atendían ni los pagos de aquellos que en él laboraban. Hubo Pilatos para no pronunciar palabra y lavar manos por las contrataciones de falsos profesionales, no hubo disculpas para los familiares de muertos atendidos por estos, porque “todo es culpa de los de antes y corresponde a un bloqueo”.

Llegado tiempos electorales, y con listas de candidatos que no pueden proponer nada, sino mostrar un rostro en una camisa y decir “somos los de él “, llegó el desespero y la cosecha de todo lo no sembrado en la provincia. Porque la provincia está compuesta por personas de buenas costumbres, con principios y que les gusta que se cumpla la palabra y no los pongan a pelear con el de al lado. Porque ellos crecieron, conocieron y vivieron siempre con ese de al lado.

Se comenzó a ver el desespero por tener otra vez la ESSMAR (que los samarios hoy dicen está prestando mejor servicio), tomar a la fuerza la administración de un hospital en tiempos de contratación porque la hoy gerente no representa sus intereses, y así, múltiples aptitudes que han dejado en el piso la máscara de amor que en otrora veía la comunidad.

Y todo pasar a una tercera nueva etapa de la administración pública en el Magdalena, y es la inauguración, con fiesta, bulla y tarima incluida, de los nuevos procesos de licitaciones para obras que el pueblo haya deseado.

Si lo miramos objetivamente, Santa Marta y el Magdalena regresaron, sin darse cuenta, al tiempo de la promesa política. Porque el inicio de una licitación es solo la promesa que alguien puede llenar los requisitos y ser contratado, ser contratado y ejecutar con pulcritud, ejecutar y entregar a tiempo, entregar y entregar lo que era. En conclusión TE PROMETO QUE DONDE NO HAY NADA PUEDE LLEGAR A HABER ALGO (pero puede que no).

Siempre he dicho que Macondo no es en Aracataca sino en Santa Marta. Es que recuerden: hasta el mismo tren amarillo de Macondo estaba pintado de verde y ni Gabo se dio cuenta.

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