Anhelamos y merecemos un mejor Distrito

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

No hemos podido hacer de Santa Marta una mejor ciudad, lo que es penoso y decepcionante sobremanera. Ciudades con funcionamiento como tal más recientes que la nuestra, han logrado en diversas latitudes del país y el mundo, contextos realmente importantes, confortables, seguros, bien diseñadas, adecuadamente comunicadas, respetuosas de su patrimonio, tradiciones urbanísticas y articuladas a la modernidad; por lo que no es posible, ni hay derecho que nos hayamos dado torpemente a la tarea de convertirla en disfuncional, a pesar de existir adelantos universales en materia urbanística que podían servirnos de guía si fuera el caso, para cotejarla útil y eficazmente.

 

Cada día la vemos llena de nuevos despropósitos urbanísticos. Al garete. Inconexa. Insegura. Con un despliegue de informalidad, apropiado indebidamente su espacio público, lo que crea conflictos que deterioran las relaciones interpersonales entre los ciudadanos, Cuesta transitar y habitar. Obras que no consultan lo que deberían en armonía con su historia y modernidad. Orientaciones y cierre de vías sin justificación alguna. Falta de planeación. Curadurías inoperantes. Nos urge un plan de acción para su porvenir que tenga a sus habitantes como su eje central.

 

Un desorden monumental nos rebasa. Convergen en ello responsabilidades que dan como resultado la ciudad que tenemos. Un sector gobierno incapaz de tomar las decisiones pertinentes, generar una hoja de ruta para crecer y respetar la planificación trazada; y, un sector privado que edifica solo por interés económico sin tener en cuenta lo urbanístico y el impacto en la población; por lo que espera la ciudadanía que esto de revise, se ordene la ciudad, se revaloren individuo y espacios, necesarios para interactuar y vivir la ciudad, desafío a asumir por las autoridades y la comunidad. Es cambiar, retomar la vía que nos acerque a esa sociedad mejor que anhelamos y merecemos.

 

Tenemos que lograr que Santa Marta dé el salto de calidad en desarrollo y modernidad. Dejar de ser un pueblo grande para convertirnos en una ciudad de verdad, emprender obras de envergadura, cambiar la vida de las personas, transformarnos, adelantar programas de pavimento, redes, obras de infraestructura básicas y servicios públicos de calidad, fomentar la creación de puestos de trabajos, política ambiental para lograr una ciudad sustentable y un gobierno abierto con estadísticas y control vecinal, articular fuerzas de emergencia y seguridad.

 

Atender más la ciudad es vital, no podemos permitir que se siga improvisando ni cayendo en imprecisiones e imprevisiones. Tarea es, por ejemplo, recuperar la carrera primera en su doble vía, al igual que la cuarta desde la calle 22 hasta la Avenida del Ferrocarril o antigua Calle del Comercio, construcción de parqueaderos en subterráneos o en edificios. Arreglar la Plaza de la Catedral, habilitarla y acondicionarla para que en ella se pueda parquear. Abrir la Calle Trece o de San Francisco, al menos hasta la carrera cuarta. Así como lo cual, importaría la observancia de otras muchas pertinentes consideraciones que nos refieran mayor movilidad y más aspecto de ciudad. rubenceballos56@gmail.com tw: @CeballosRuben56–Ing: @rubenceballos2021 *Jurista.

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