Necedades en Alemania

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Por Rafael Nieto Loaiza 

Petro no para de hablar y trinar y son tantas las cosas polémicas que dice que es inevitable entrar a controvertirlas. Sus proyectos de ley tienen las mismas características. De manera que entre unas y otros los medios y los analistas se la pasan debatiendo los planteamientos de Petro y la oposición no se oye sino para cuestionarlos. Aún hay tiempo para las elecciones del 26. Pero para entonces no le bastará a la oposición con contestarle a Petro. Será indispensable transmitir una propuesta de país, un futuro mejor, una esperanza.

Mientras tanto, aunque son varias las noticias de esta semana que ameritan comentario, dos de ellas lo exigen:

En Alemania, el gobierno propuso un fondo para financiar al Eln. No es un idea nueva. Se planteó en Maguncia en 1998 y también lo propuso Álvaro Uribe en el 2006. Y va en la misma línea de la propuesta que hizo Petro el año pasado de pagarle a jóvenes delincuentes y del programa que en esa dirección implementara siendo alcalde de Bogotá. En todas esas oportunidades critiqué la idea con vehemencia. Entregarle dinero a unos terroristas que no han asumido compromiso alguno con “la paz” no puede entenderse sino como un subsidio al terrorismo. No se repara a las víctimas y en cambio se paga a los victimarios. Y es, otra vez, una vez más, un incentivo perverso. Le dice a los ciudadanos de bien que el crimen paga, que les va mejor a los que delinquen que los que respetan la ley.

Petro también sostuvo que “el derribo del muro de Berlín trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, un debilitamiento formidable y una pérdida de unos valores de izquierda”. Para empezar, como es usual en él, distorsiona la historia. En realidad fue un movimiento obrero, el del sindicato polaco Solidaridad, el que puso en marcha la caída del muro de Berlín. Y fueron los gobiernos comunistas los que barrieron de manera sistemática con los sindicatos y los obreros, los manipularon y subyugaron. Más allá de su impertinencia y su inoportunidad, las declaraciones muestran que a Petro se le salió el mamerto que late en él y, más grave, reflejan su nostalgia por unos regímenes totalitarios que solo trajeron destrucción, hambre, muerte. Si había alguna duda, quedó aclarada: el pensamiento de Petro es el de la izquierda más radical, la que añora la Cortina de Hierro.

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