CULTURA, ESTRATEGIA, DESARROLLO (II)

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

Importante y necesario igualmente, ampliar los recursos humanos y materiales dedicados a la evaluación como método de seguimiento programático, la elaboración de indicadores que orienten una perspectiva diacrónica e investigación aplicada, potenciando la existencia de observatorios, laboratorios culturales y poniendo lo cualitativo por encima de lo cuantitativo, en la certeza que las políticas culturales deben abordarse desde el compromiso del medio al largo plazo, integrando academia, administración, agentes creadores, gestores y ciudadanía en escenarios de debates y reflexiones a todo nivel. 

Es invitarnos a la cooperación, enfatizar en la importancia de la cultura para el desarrollo ciudadano, puesto que la política cultural no debe limitarse a un territorio único, ya que requiere de acciones más allá de las fronteras locales y nacionales. Lo exterior se hace necesario, por lo que importa con urgencia desarrollar procesos que configuren tejidos sociales amplios, redes interterritoriales que trabajen para una nueva ciudadanía cultural, debiendo estas políticas crecer en densidad simbólica y ser capaces de convocar a los ciudadanos en entornos múltiples y de reflexión que favorezcan territorios sociales compartidos. Las ciudades son referente cercano de lo culturalmente transversal, debiendo ser desde lo local donde se hagan ingentes esfuerzos para tener espacios públicos en los cuales convocar y agrupar a actores culturales. 

La cooperación cultural va más allá de las programaciones y el intercambio de espectáculos, obligando una nueva perspectiva desde la ética del reconocimiento y el respeto a la diversidad, y entender la interculturalidad como una apuesta política y cultural en el contexto de la creación de ciudad, siendo necesario en consecuencia, una política cultural que evite el peligro de una ciudad encerrada en sí misma que la oriente hacia una comunicación que trascienda lo local. 

La sociedad civil es actor fundamental en este proceso de cooperación cultural. Los ciudadanos son los principales interesados en que se reconozcan y aseguren estos principios de desarrollo. Las nuevas realidades requieren de nuevos modelos y debemos hablar de un poder colaborativo, de modelos en los que los ciudadanos pasen de clientes a creadores con un compromiso activo, responsable y considerado, Con una acción política de los gobiernos locales que parta desde la intención absoluta de la cultura para el desarrollo y cuya tarea sea la configuración de relaciones. 

Los espacios públicos se han convertido en espacios híbridos, de la idiosincrasia concurrente como única referencia de relación estamos pasando a la creación de nuevos espacios en los que la interacción social precisa de una nueva responsabilidad, individual, política y colectiva. Una responsabilidad que requiere de mecanismos de auto organización no jerarquizada alejados de las tradicionales pirámides de decisión analógica. Esta inevitable relación presencialidad / distancialidad convoca las relaciones espacio público analógico y el virtual, creando un territorio abstracto que se añade a la realidad experimentable en el que evoluciona una conectividad expandida que no requiere de las ataduras físicas; un nuevo escenario en el que no interesa reproducir los modelos conocidos sino experimentar nuevas posibilidades, añadir sin sustituir. 

Es claro que la evolución de los espacios públicos es algo irrefrenable y conduce a resultados absolutamente insospechados, debiendo asumirse transferir modelos de comportamiento analógicos de gestión; comprender que las lógicas de estos nuevos escenarios, aun partiendo de premisas de desarrollo social y cultural similares, nada tienen que ver con las lógicas de los espacios presenciales, lo que impone abandonar la pereza y empujar a los gestores culturales a mantener una actitud de distancia ante estos nuevos formatos. 

Estamos ante un espacio social ampliado desde el que podemos lograr una auténtica participación aumentada, modelos que abren ámbitos de reflexión distintos. En definitiva, es asumir que la cultura no se genera en exclusiones, por lo que debe reconstruir un imaginario público participativo, alcanzar una verdadera estimulación de las sensibilidades, facultar agentes activos capaces de infiltrarse enérgicamente en la comunidad y estimular el espíritu crítico. Es sin duda la mejor forma de apoyar la cultura y ponerla a contribuir como válida estrategia para el desarrollo. rubenceballos56@gmail.com tw: @CeballosRuben56–Ing: @rubenceballos2021*Jurista.

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