Elegir en favor ciudadano

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

 

Debe expresar la ciudadanía sus intenciones de participar activamente en la política de los pueblos, no tragar entero, actuar para lograr máximos espacios en todo lo que la política representa. Proponer, ser conscientes que constituye un verdadero peso específico y de categoría; de ahí que ideas, iniciativas, opiniones y planteamientos sean fundamentales para corregir los rumbos perdidos de nuestros territorios. Es trabajar todo en grandes causas, objetivos y propósitos con responsabilidad y compromiso, razón potísima para escoger a los mejores, con lo que nos hacemos un favor y le hacemos un favor a nuestras unidades territoriales y población en general.

 

Como ciudadanos no debemos distanciarnos de la cosa pública, tampoco permitir abstenernos, ya que ello equivaldría a que otros decidan por nosotros. Se impone saber escoger. No permitir que dirijan nuestro destino político ni administrativo público dirigentes con vicios o demostrados en una incapacidad que se han labrado a pulso. No podemos seguir contaminándonos con ello, lo que sería además de cuestionable, absurdo e imperdonable, por ser las suyas conductas aberrantes y aborrecibles.

 

No podemos seguir votando por los cantos de sirenas de políticos sin escrúpulos, quienes solo venden humo, promesas y falsas expectativas. Es frente a cualquiera de ellos, otorgarnos el beneficio de la duda, estudiarlos en sus trayectorias, analizarlos, sopesarlos, para no seguir cayendo en mundos irreales, ni en promesas de campaña.

 

Necesitamos políticos preparados, con conocimiento y experiencia en el ámbito de la cosa pública, lo que nos garantizará, al menos en parte, que pueden ser adelantadas las tareas con eficacia y no se cometerán los abusos a los que muchos nos tienen acostumbrados. Como ciudadanos, personas consideradas como miembros activos de un Estado, titulares de derechos políticos y sometidas a sus leyes. Importa tener un papel fundamental en el que intervengamos y decidamos bien el porvenir y destino de nuestros territorios, en la certeza que la ciudadanía concede derechos y deberes, promueve la igualdad, otorga estatus político, lo mismo que permite el reconocimiento de derechos civiles y políticos.

 

Es movernos en concordancia conceptual de ciudadanía contemporánea en aspectos jurídico-políticos soportados en el análisis de derechos y deberes políticos que recibimos como miembros activos de una comunidad estatal aceptados en referencia con las dimensiones éticas del concepto de ciudadanía, misma que pone el acento en los valores cívicos o justos para la cohesión social y la coexistencia pacífica, acepción que infiere en la cualidad de los ciudadanos para asumir un activismo o militancia, ya que implica la membresía a un Estado, el compromiso público y la obligación determinante hacia el estado y su relación con el bien común; y, una ciudadanía civil, que entraña, una moderación con el trato público, sustentada en la asociación privada y un compromiso con el estado, condicionado a que éste permita el ejercicio de la actividad privada.

 

Nos deja ello claro que en la ciudadanía militante se adquiere la obligación con el Estado y la cosa pública. La ciudadanía civil, delinea que lo político solo es una opción del individuo, que no una obligación. Por ello, cuando un ciudadano participa activamente en su comunidad buscando que mejoren las cosas, adquiere la categoría de lo político, convirtiéndose en activista o militante. Por lo que es un despropósito y mera campaña electoral, hacer una distinción enfática entre ciudadano y político, lo que señala que de lo que debemos hablar es de políticos con énfasis en lo ciudadano y políticos afiliados a un partido político, últimos éstos sin duda que también son ciudadanos, pero con una actividad partidista y por lo general, con una no muy buena reputación. rubenceballos56@gmai.com tw: @CeballosRuben56–Ing: @rubenceballos2021*Jurista.

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