Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Los territorios, lo que es consenso universal, indudablemente fundamentan su identidad sobre hitos diversos, especialmente históricos, resultado de la urdimbre y avance entre tradición, costumbre, memorias individuales y colectivas, pues lo pretérito, y ello nos explica al menos en parte como sociedad, refiere vestigios y muestras de una realidad que muchas veces se pierde, olvida y reajusta a las necesidades del hoy. De ahí la importancia de siempre regresar a la búsqueda de una identidad que arrope la sociedad y sus sectores todos en lo posible, para hallarnos con innumerables historias individuales que han trascendido la temporalidad valiéndose de la oralidad, imágenes y documentos escritos, que ahora y por fortuna son visibles por el compromiso, visión y mentalidad con que se abordan, fincados en reconstruir y reivindicar los momentos olvidados que refieren conmemoraciones significativas para el progreso y auto celebración del porvenir.
Somos una sociedad fragmentada que debemos reactualizar permanentemente, en la que hallamos espacios físicos y recuerdos muchos, en los que nuestras raíces responden al llamado que consignados perduran en monumentos, fechas históricas y rituales cívicos, desarrollados desde los inicios del Estado y que tienen como fin configurar una idea de nación, misma comunidad política que se percibe y comprende autónoma, capaz a su vez de afrontar la respuesta del porvenir con claro y esperanzador optimismo.
Las conmemoraciones como objeto de estudio deben ser renovadas regularmente a través de diversos programas y amplias estrategias pedagógicas y documentales, a efecto de dar un sentimiento de pertenencia a los actores involucrados. Ser cada vez punto de partida para generar conciencia respecto de la siempre nefasta exclusión que existe en la formación de identidades en nuestra sociedad samaria, magdalenense y si se puede decir, colombiana en general. Olvido, descuido, distracción, abandono, inadvertencia, omisión, imprevisión, indiferencia, o simplemente silencio histórico, son factores comunes en las historias oficiales y sociales. Las confrontaciones que generan permean los campos de desarrollo de memoria y fracturan en materia grave el ambiente intelectual entre investigadores y sujetos de la historia.
Todo en este valioso trabajo histórico abundado en proposiciones y perspectivas, al que fui invitado para escribir uno de sus prólogos, “Pentacentenario. 500 años. Santa Marta. Magdalena”, del Docente Armando Emilio Colón Rojas. Investigador, cientista social, líder cívico, empresario, periodista, autor, columnista, editor, es de importancia suma, dados los tan significativos aportes en su contenido, que él nos refiere con magistral sapiencia y señalada crítica sobre distintos procesos dados o inacabados. Las dualidades presentadas para alcanzar algún grado de desarrollo. El escaso ritual cívico que nos ha acompañado, mismo que de haberse consolidado, hubiese sido fundamental para llevar a cabo proyectos posibles. La poca inclusión de la ciudadanía por parte de los actores políticos en el poder, mismos que no han creado los espacios de comunicación y desarrollo que han obstaculizado arribar a la anhelada modernización que merecemos.
Es su obra un documento histórico que en mucho nos rescata, al reivindicar momentos históricos que deben focalizarse en continuidad y nexos para no repetir siempre la historia gastada, a ver si como sociedad nos hacemos exigentes en identidad y críticos de modelos que han sido insuficientes en contextos de desarrollo y crecimiento. Llama su estudio a rescatar el papel de instituciones públicas y privadas, que ponerse deben al servicio del progreso y encaminarnos a convertirnos en lo que debemos ser, una ciudad vanguardista, viviente, entendida en términos de inclusión social, política y cultural. Sirva esta obra para que estudios y análisis futuros sobre la ciudad y el departamento sigan siendo fuentes necesarias para nuestro auto reconocimiento como sociedad. rubenceballos56@
