Ecos de unas movilizaciones populares

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Por Hernando Fernández de Castro

Esta semana que culmina, el país vivió dos movilizaciones populares, una convocada por el Presidente Petro el martes 14 de febrero y otra por invitación de la oposición al siguiente día.

El “balconazo” del señor Presidente de la  República, como lo han denominado algunos, no le salió bien al primer mandatario como él y los amigos del gobierno, pensaban que saldría. La asistencia de personas que respaldan la labor presidencial y las reformas planteadas por este, en materia laboral, pensional y sobre todo la de la salud, no tuvo poder de convocatoria, la estrategia que utilizó, el hoy primera autoridad nacional, cuando fue Alcalde de Bogotá, no le dio resultado.

La poca asistencia del pueblo a las afueras del Palacio Presidencial para escuchar las arengas del señor Presidente, demuestra que los colombianos comienzan a aburrirse de escuchar a un gobierno ofrecer reformas a todo y por todo, la “reformitis” nunca ha sido buena en ningún País.

Los colombianos que votaron por el doctor Petro, no todos son petristas recalcitrantes y partidarios de acabar con el modelo de Estado que nos ha regido por muchos años, así algunos no compartan el accionar de sus instituciones, mucho menos los electores que llevaron a la Presidencia al doctor Petro le dieron un cheque en blanco para que desde el gobierno, trate de implosionar sus instituciones, sin reconocer el desarrollo y bienestar que nos ha traído el modelo de Estado establecido, con sus falencias naturales.

Por otro lado, las manifestaciones de la oposición en las diferentes ciudades del país, triplicaron en asistencia y fervor a la del balcón presidencial. No cabe otra lectura, sino que el Presidente Petro, perdió la calle, su fuerte para criticar, acosar y tratar de derrotar a los gobierno anteriores al suyo, tal vez, por  olvidarse que hoy el gobierno, lo encarna él y sus amigos, que debe gobernar para todos los colombianos, su equipo debe entender que Colombia no resiste ni permite un gobierno ideologizado de izquierda recalcitrante, que todo lo quiera cambiar, por el solo hecho de creer que el cambio se refiere al modelo de Estado, cuando no fue esa la propuesta de campaña.

La oposición ganó en las calles, pero más que la oposición, quien le dijo al Presidente que no estaba de acuerdo con sus reformas y sobretodo con la de la salud, fue el pueblo mismo, por eso el primer mandatario está en la obligación de escuchar la voz del pueblo y tratar de gobernar y no de imponer su ideología política. Su preocupación, si quiere pasar a la historia como un buen gobernarte, es la de ejercer el poder en beneficio de todos los colombianos y no de una ideología pasada de moda y que ya ha fracasado en muchos países.

No es destruyendo como se puede lograr el beneficio común, los gobiernos deben construir y mejorar lo hecho por los anteriores, pensar que el llegar al poder le autoriza a destrozar el modelo de Estado, es una equivocación mayúscula, creer que por haber ganado una elección, está autorizado para desinstitucionalizar el orden jurídico y político del país, pasando por encima de la constitución, los poderes legislativo y judicial y del pueblo mismo, es un camino errado y que puede llevar al país hacia una situación compleja que puede degenerar en algún conflicto de nuestra sociedad.

El Presidente Petro y sus correligionarios deberían hacer el ejercicio de pensar que no todos los que votaron por el candidato Petro, lo hicieron por profesar sus ideas de izquierda, sino que muchos depositaron su voto en contra de las clases políticas dominantes, no por sus ideas, sino por su proceder en el manejo del Estado, que son dos cosas diferentes, una es el modelo de Estado y otra quien o quienes lo manejan.

Parece, por lo visto  esta semana en la movilizaciones, que muchos votantes de Petro, se estuviesen arrepintiendo de haberlo hecho por eso, salieron a decirle al Presidente que no  están de acuerdo como está manejando al país.

Un mandatario inteligente, sabio y prudente, no es el que procede con soberbia y altivez frente a su pueblo, el buen gobernante es el que escucha, medita, analiza y procesa lo que sus gobernados le manifiestan y en base a ello, si tiene que cambiar, cambia porque el interés general tiene que ser la finalidad del presidente que quiere a su pueblo, más de lo que se quiere así mismo.

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