Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Importante fuera que se profiriera, y en ello nos comprometamos todos, un manifiesto por la ciudad de Santa Marta y el departamento el Magdalena, mismo en el que se propongan acciones para ser puestas en marcha, soportadas en abundantes estudios, análisis, declaraciones colectivas de orden político, económico, social, ambiental y demás otras pertinencias que requerimos en aras de nuestros integrales desarrollo, crecimiento, progreso y prosperidad, que a la vez funjan como un llamamiento a ser mejores y auspiciar que todo se haga de manera superior.
Decir en él asuntos importantes que además valgan la pena, sin vanos entusiasmos ni perogrulladas mal escritas. Es caminar entre la maleza de la letra impresa sin tropezarse en lo baladí ni en lo sentimental, sino en lo que en esencia nos potencie en todas las áreas del desarrollo y a todo nivel. Un manifiesto con definidas declaraciones de propósitos, objetivos, declaración pública de principios e intenciones, especialmente de naturaleza social, política, como también de cualquier otro tipo en contexto de lo sustancial que real y verdaderamente requerimos.
No se trata que se contengan en ellos propuestas individuales, sino plurales. Ser declaraciones colectivas formalmente organizadas, presentes, futuristas, prospectivas, estratégicas, auténticas, independientes. No sirven ni nunca servirán los manifiestos puramente individuales, que solo exponen los miedos de una persona acerca del presente y sus esperanzas sobre el futuro, que pueden (o no) esperar que otros compartan con ellos. Los manifiestos tienen que estructurarse desde experiencias compartidas, ser una forma de acción colectiva, en ruta a querer enderezar nuestra sociedad caótica y desafortunadamente en estado de desintegración y en opinión de algunos, en proceso de disolución.
Una persona, individualmente, también puede utilizar un manifiesto para anunciarse, reclamar prioridad para ciertas innovaciones personales, cambiar la sociedad, convertirse en alternativa u opción de una verdadera relevancia política de magnífica visión analítica de cómo transformar el mundo, de interés puramente histórico, afirmar que como trabajador no tienen nada que perder salvo sus cadenas y que tiene un mundo por ganar, el que le disgusta el presente, el que sobresale con denuncias; pero no es ello lo que nos interesa esencialmente, sino lo colectivo y plural; en todo caso, podemos tener la seguridad que lo que hagamos tendrá consecuencias; de ahí que importe crear y edificar entre todos; adentrarnos en la senda del pienso, luego escribo, ya que desde la perspectiva intelectual, los conceptos entrañan interés.
Tenemos que ir como ciudadanos tras experiencias edificantes, tras recursos y constructos válidos, tras imaginaciones e interpretaciones contundentes soportadas en todo un trabajo creativo en beneficio territorial y colectivo, donde todas las cosas y todos los asuntos tengan que ver con la experiencia que vivamos con ellas y no de cómo se las describa. Se trata de anticipar mejor la forma de las cosas y de los asuntos por venir, pero que en todo caso capaz seamos de proporcionar una buena vida a más personas que nunca, hacer que se sientan satisfechas con su situación y con la sociedad.
Abierta está la invitación para que proclamemos un manifiesto por Santa Marta, el Magdalena y sus gentes, su desarrollo, su crecimiento, su bienestar, su prosperidad, su consolidación; y, desde luego, que por su integral progreso. Cambiamos y nos cambiamos, transformamos y nos transformamos, o seguimos a la vera del camino inmersos en naderías viendo cómo pasa el mundo frente a nosotros sin que le hagamos ningún gesto ni acción que pueda determinarnos un mejor porvenir. rubenceballos56@
