Tierras: Más allá de la compra

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Por José Félix Lafaurie 

En general, fue bien recibido el Acuerdo para la compra de tierras a ganaderos que quieran venderlas en condiciones válidas de mercado, con destino a campesinos sin tierra. Sin embargo, no faltaron descalificaciones: a la ministra porque me agradeció; y a mí, porque si me opuse al Acuerdo de Santos con las FARC, tildan de incoherente y sospechoso que participe en un proceso con el Gobierno para su cumplimiento.

Al Gobierno, por negociar con un gremio “de derecha”, y a ambos, Gobierno y Fedegán, por una propuesta populista; y claro, no faltan las narrativas de los “odiadores”, para quienes la tierra de los 600.000 ganaderos, pequeños, medianos y grandes, es despojada y, por tanto, hay que quitársela… y punto.

“Oídos sordos” a tan envenenadas reacciones y, más bien, algunas reflexiones:

1. Colombia no es un cuadro en blanco y negro, sino una realidad con matices en los que podemos encontrarnos. Lo opuesto al negro no es blanco solamente, sino, simplemente, NO negro.

El Acuerdo de Tierras: histórico

2. La recuperación del campo y el sueño de convertir a Colombia en potencia agroalimentaria no es populismo, es un reto posible a partir de grandes ventajas comparativas; reto que no es de izquierda ni de derecha. Decía Ortega y Gasset que solo una “aspiración” mantiene unido y vivo a un pueblo. Sí, aspiraciones, sueños alcanzables.

3. ¿Quién ha dicho que el campo está condenado al abandono y la violencia, que no podemos tener un modelo de desarrollo equilibrado, en el que lo urbano, que se sirve de lo rural, le retribuya en inversión, desarrollo y bienestar?; una deuda histórica, una recuperación siempre prometida y siempre incumplida.

Ya acordamos el QUÉ y avanzamos en el CÓMO. Fedegán prepara un documento sobre los procesos de compra y sobre su participación en las comunidades beneficiadas. El Gobierno hace lo propio y nos encontraremos en una Mesa de Trabajo con tres principios claros:

1. Transparencia en los procesos de compra y asignación de tierras.2. Integralidad, pues su carencia fue la causa de fracasos anteriores.3. Responsabilidad frente al campo y el país. Esto no puede salir mal.

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