Giorgia Meloni y Mahsa Amini, revolcones al poder

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Dos mujeres han copado la agenda internacional en la última semana, por motivos, causas y consecuencias distintas: la iraní Mahsa Amini; y la italiana Giorgia Meloni. Mientras que la mártir iraní, de 22 años, fue asesinada por la policía del régimen de los Ayatolás; Meloni escandaliza e ilusiona a partes iguales en Europa con su discurso duro y contundente, que ha arrasado entre los italianos.

El caso de Mahsa Amini ha retorcido la conciencia en el acomodado mundo occidental. Su cobarde y cruel asesinato de estado (detenida, golpeada y torturada) por llevar mal puesto el velo islámico, es sin duda un llamado de atención: primero a los regímenes totalitarios de que todo tiene un límite y las revoluciones saltan cuando una chispa como ésta llega a la mayoría silenciosa y oprimida. Y puede ser, ojalá, que sea este momento y se produzcan cambios deseados, especialmente por los jóvenes, las mujeres y allí sí el oprimido colectivo gay.

Segundo llamado de atención: a los irresponsables gobernantes de los países desarrollados, que juegan a dividir las sociedades entre hombres y mujeres, abriendo heridas y creando falsos debates ya superados. Si tanto les preocupa la igualdad de la mujer o los LGTBI, la de verdad, no la del videíto de TikTok, dejen de pastelear con estos gobiernos islamistas como el de Irán, auténticos enemigos de la mujer y su libertad. Pero callan vergonzosamente.

Videítos en TikTok

Desde que cayó en las redes del discurso woke y queer, la élite política de izquierda está perdiendo la guerra de la calle que siempre había dominado. Y la está perdiendo porque le falta coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. El pueblo no entiende que se armen escandalosos debates sobre si es machista que un semáforo lleve pantalón en lugar de falda, mientras callan ante asesinatos e infamias machistas como la de Irán. ¿Tendrá algo que ver que muchos de estos políticos están o han estado financiados por dicho país y/o su red de aliados chinos o rusos? Pues obviamente sí. Y la gente no es boba, o al menos no es idiota todo el tiempo como para tragarse el videíto de TikTok, mientras además le esquilman vía impuestos para pagar estas fiestas.

No puede ser que mientras muchas familias ya no pueden hacer frente al pago de la factura de la luz o el agua, o llenar la cesta de la compra por la hiperinflación salvaje de los últimos meses, estos políticos pijos jugando a ser revolucionarios de medio pelo, hablen de que lo importante es decir ‘niñe’ o ‘todes’. Viven demasiado alejados de los problemas reales de las familias. Viven en una burbuja inmoral.

Nos sermonean sobre cómo tenemos que vivir, cómo viajar, qué comer… pero consejos que ellos no se aplican en su vida privada. Viven de manera bien distinta, siempre con una Mastercard o una Visa Black a cargo del presupuesto público, por supuesto.

Políticas fracasadas

Poco a poco su goma se ha roto de tanto estirar el chicle populista. Políticas de frases grandilocuentes sin hechos. Sin cambios sociales salvo para ellos, sus amigos o sus cuotas. Una narrativa divina para el titular, para el ‘post’ en Instagram, pero que desaparece en la calle. El ciudadano medio ni la ve, ni la siente… pero sí las paga. Y son carísimas.

Llevamos al menos cuatro décadas en las que sólo saben subir impuestos. Cada reforma fiscal es un poquito más dura que la anterior, asfixiando al que trabaja y produce… y sólo para mantener el estatus de estos políticos ineficaces, inmorales y sobre todo, inútiles. Muy pocos de estos sobrevivirían ni un mes en la empresa privada sin su ‘Black’ del ministerio.

‘Neofeminismo’, ‘multiculturalismo’, ‘Emergencia climática’, ‘Globalismo integrador’, ‘Igualdad de género’ son bonitos conceptos que provocan ya amplio rechazo en millones de europeos por el fracaso en la ejecución de sus políticas. Porque estiraron el chicle. Porque la gente siente, que lejos de mejorar su calidad de vida, más bien la empeoraron y mucho. Todo es más caro, cada vez más difícil producir o emprender. El empleo es precario y difícil para los jóvenes.

Capítulo aparte el fenómeno en Latinoamérica, si la izquierda en el mundo no se reinventa está condenada a desaparecer. Tras la caída del muro de Berlín en 1989 le tocó. Y se apropió de unos mantras que hoy ya parecen agotados porque los jóvenes son conscientes de que a pesar de que estudiaron más que sus padres, muy posiblemente vivirán peor que sus progenitores. Duro, cruel e injusto en un mundo que tiene capacidad suficiente de crecer y reinventarse por la tecnología.

Élite contra la clase media

Porque la política es el arte de cambiar las cosas, de hacer que la vida de las personas mejore. Y han fracasado. Se olvidaron del movimiento obrero. Dieron la espalda a la clase media, para buscar cobijo en la élite universitaria urbanita, o los jóvenes, a los que están fallando. Se olvidaron del campo y de sus gentes.

Y la inseguridad, la que muchos ciudadanos sienten en la calle, y la jurídica, fruto de unas leyes injustas alejadas del sentido común. Políticas de inmigración sin un norte claro, irresponsables y hasta excluyentes… con los locales. Políticas que en muchos países hacen que los locales se sientan ninguneados frente a los de fuera. Muy peligroso. Un canal de televisión francés afirmaba el pasado martes que París ya era más insegura que Medellín. Sea o no verdad, ya es sorprendente la comparación.

En este punto, cito al escritor británico (de izquierdas) Andrew Doyle en una reciente entrevista en El Confidencial de España: “La izquierda ha reemplazado las cuestiones de clase por las de identidad: sobre todo y de manera específica las relativas a la raza, género y sexo. Tradicionalmente, la izquierda siempre tenía la intención de velar por los derechos de la clase trabajadora. Hablan de privilegios todo el tiempo, pero nunca parecen apreciar que las personas más desfavorecidas siguen siendo las más pobres de la sociedad. Es por esto por lo que las políticas de la identidad están perdiendo elecciones”.

Pregunten a su vecina del tercero si le preocupa más el ’heteropatriarcado opresor’ o que la fruta se ha encarecido un 30%.

Pues por todo lo anterior, y por alguna cosa más, es que ganó las elecciones en Italia la otra protagonista de la semana: Giorgia Meloni. Y la izquierda no se entera o no quiere enterarse.

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