Queremos una paz sin claudicación del Estado

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Por Hernando Fernández de Castro

Por naturaleza soy pacífico, deseo la paz de Colombia, amo a nuestro país. Como padre, como abuelo, como ciudadano  y como abogado tengo siempre la aspiración que disfrutemos una convivencia pacífica entre todos, sin odios, sin resentimientos, donde todas las ideología políticas quepan, anhelo una sociedad con garantías para todos frente al Estado, que las oportunidades de estudios, trabajo, emprendimiento, progreso y desarrollo sean equitativas y accesibles para todos aquellos que se preparen en cada uno de los niveles que requiere nuestra sociedad, pero siempre  dentro de los lineamientos constitucionales y legales.

Igual, soy un convencido que mantener la paz y el orden el público, es función del Estado en cabeza del Presidente de la República, contando para ello con herramientas como  la Constitución y las leyes, que lo facultan para reglar y mantener el orden público mediante la imposición de las normas sociales de convivencia que deben diseñar nuestro comportamiento dentro de la sociedad.

Con la propuesta del doctor Gustavo Petro de la Paz Total, me surgen las siguientes preguntas: ¿Hasta cuando el Estado o los gobiernos colombianos van a estar proponiendo diálogos o procesos paz en nuestro país? ¿O será que esto significa la declaratoria de rendimiento del Estado frente a los grupos armados ilegales de cualquier índole?

Con todo respeto, el tema de la paz se me parece a lo que ha venido ocurriendo en Colombia con algunos usuarios del sector financiero, siempre estamos esperando una refinanciación del crédito o condonación de interés y en algunos casos, de capital para cancelar nuestras obligaciones. Igual ocurre en el sector de los Servicios Públicos Domiciliarios, eternamente hay una expectativa  de una amnistía o de perdón  de las deudas para acudir a pagarlas, ni que decir de los diferentes impuestos nacionales o municipales, hace años estas rebajas son recurrente, pagamos y cada año volvemos a caer en  mora y volvemos a  esperar  un perdón o una amnistía para ponernos al día.

Pareciera que lo mismo ocurre con los programas y procesos de paz en Colombia, perenemente el Estado está proponiendo perdón, indemnizando o dando gabelas políticas y gastando el dinero de los colombianos en estos procesos, que si bien sirven para que algunos se acojan a ellos y disminuya un poco la violencia, al poco tiempo de su implementación, vemos como se rehacen nuevamente los grupos ilegales de todas las índoles, que muy seguramente, esperan un nuevo proceso de paz para acogerse a el.

La cronología de los procesos de paz en Colombia se remonta a muchos años, incluso el Frente Nacional o la alternancia en el poder de los dos partidos tradicionales, el Liberal y Conservador, se pactó con la excusa de lograr la paz, pero este sirvió de excusa para que surgieran grupos guerrilleros de izquierda con el argumento de que en Colombia no había oportunidades para todos hacer política.  Que yo recuerde desde el gobierno de Julio Cesar Turbay  estamos inmersos en distintas propuesta de paz por cada uno de los gobiernos que lo precedieron hasta nuestros días.

No se puede desconocer que ha habido procesos exitosos como el que se hizo con el M19, movimiento que no exigió gabelas políticas ni otros privilegios, se reincorporó a la vida civil y política de nuestro país y hoy tenemos un presidente que nació de este proceso de paz.

Después de este convenio de paz, los que le han seguido, si bien han traído algún beneficio de armonía al país, no ha sido esta, completa ni definitiva.

El país y sus dirigentes deben aprender que para lograr la paz, no hay que violar la constitución ni la ley, que no es necesario otorgar en exceso privilegios políticos a los grupos alzados en armas de cualquier ideología a procedencia, pues así nunca la paz será verdadera ni duradera,

El gobierno debe pensar que la sociedad, que es el elemento más importante del Estado, siempre debe estar por encima de los intereses personales o grupales, las mayorías de los colombianos deberían ser consultados de alguna manera sobre qué opinan sobre la paz total como programa de gobierno, ya que esta materia, no fue presentada ni controvertida en las elecciones presidenciales.

Repito, soy amigo de la paz, pero de una paz que sea producto de un consenso nacional y no de imposiciones, una paz que nos traiga, convivencia pacífica, prosperidad, desarrollo, educación y futuro para nuestros niños y jóvenes.

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