A 15 días de la posesión de Gustavo Petro

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Por Hernando Fernández de Castro

El Presidente Petro en estas dos semanas de gobierno ha dado puntadas sobre lo que debe esperar el país en su periodo presidencial, mencionaré algunas de sus actitudes y decisiones que me parecen buenas y  otras que no me suenan muy bien para un primer mandatario, ni para el país.

Con relación a la reforma tributaria, el Señor Presidente o su Ministro de Hacienda, deben ser claros con los colombianos y decir para que quieren los  25 billones de pesos, tienen la obligación de comunicarle al pueblo el destino que le darán  a los dineros públicos que recaudarán, tienen el deber constitucional, legal y moral de ser específico en este tema, no es contestando en forma genérica que lo requieren para inversión social.

Los dineros de los colombianos deben tener destinación concreta y no etérea, solo de esta manera se garantiza que las inversiones que se hagan con estos, sean en beneficio de las clases menos favorecidas y no vayan a parar a manos de políticos o funcionarios inescrupulosos.

Parece que al señor Presidente se le olvida que el jefe de la Fuerzas Armadas en Colombia es él, además por mandato constitucional el es el encargado de mantener y velar por el orden público en todo el territorio nacional, por lo tanto responsabilizar a los comandantes de la fuerza pública, si ocurren atentados o masacres, por el principio de la cadena de mando, de pronto esta carga, le cabría al mismo Presidente, por ser él la cabeza de ellas. En este aspecto el señor Presidente debe ser más proactivo con sus subalternos y trabajar armónicamente en beneficio de la tranquilidad social, en el mantenimiento del orden público y en garantizarles a todos los colombianos sus derechos y garantías constitucionales.

Me gusta la propuesta de que el Estado intervenga más en la economía nacional, mediante la creación de empresas estatales que le compitan a los particulares, no expropiando ni llevando a la quiebra a las privadas con políticas impositivas que destruyan empleo, generación de riqueza y prosperidad, pues en la medida que exista inversión nacional o extranjera en Colombia habrá más tributación y mayor recaudo para los programas sociales, la inversión en infraestructura y una mejor prestación de todos los servicios públicos que debe prestar el Estado.

La invasión de Rusia Ucrania ha acelerado la toma de conciencia de cambiar la industria extractiva de petróleo y carbón para la generación de energía por las renovables que sean más armónicas con el medio ambiente y la conservación del mismo, de hecho hoy los países europeos, están en esa tarea y si bien Colombia, no es delos países más contaminantes, no puede quedarse atrás de esta tendencia, también es una realidad que nuestra economía no tiene la fortaleza ni la estabilidad que tienen las de los europeos. Pero si  es muy importante seguir con lo que se está haciendo en Colombia en este tema, sin destruir la economía ni hacer prohibiciones que son trinos muy hermosos al oído de los ambientalistas, pero que no son fáciles de implementar ni en el corto ni en el mediano plazo.

La paz total, suena muy lindo y ojalá fuera posible y estuviese al alcance de  todos los colombianos, hablar de paz, es rentable políticamente y proyecta una buena imagen del gobierno, tanto internamente como a nivel internacional, pero llevarla a la realidad colombiana no es tarea fácil, y el señor Presidente, a pesar que él es beneficiario de un programa de paz, debe ser cauto y prudente en este tema tan sensible para todos los colombianos y colombianas. Los que hemos vivido, visto y sufrido por más de cincuenta años la violencia causada por los grupos armados ilegales de diferentes tendencias políticas y delincuenciales, e incluso en algunos casos de fuerzas estatales, pedimos prudencia, tacto y mucho cuidado en el manejo de esta nueva política de paz, porque si bien es una responsabilidad del Presidente, también lo es la conservación y protección de la vida, honra y bienes de todos.

No por madrugar amanece más temprano y no siempre el que más corre llega de primero, la gestión pública requiere prudencia, tranquilidad, imparcialidad y poner siempre el interés público por encima de los particulares, sean económicos o políticos.

 

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