¿Dónde firmo?

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Por José Félix Lafourie

“Paris bien vale una misa”, exclamó cínicamente Enrique IV, cuando se convirtió al catolicismo para ceñirse la corona de Francia. Y para cínicos desvergonzados, Petro, para quien la presidencia bien vale hasta una alianza con delincuentes. Y así, anda haciendo promesas imposibles y firmando compromisos temerarios.

Dónde firmo y les prometo “perdón social” a narcotraficantes asesinos a cambio de votos conseguidos con las armas y de dinero a raudales, promesa que sí cumpliría, como hizo Chávez, su mentor, porque “la platica” por bolsadas no sobra.

Dónde firmo y se reinician negociaciones con el ELN, y hasta con las disidencias, a cambio de los votos “libres” de Cauca, Nariño, Arauca y Catatumbo, votos manchados de indignidad y de sangre; y si hay que firmar más acuerdos para “una paz estable y duradera”, pues se firman.

Dónde le firmo a FECODE y los maestros nunca serán evaluados y se imprimirán billetes por montones para la educación pública, sin importar que sus estudiantes se rajen frente a estándares internacionales. ¡Ah! y habrá preescolar gratuito y universal por tres años, la promesa de quien iba a construir 1.000 jardines infantiles en Bogotá y no construyó ninguno.
¿Dijiste media verdad?

Dónde les firmo a los ambientalistas extremos por sus votos, y se suspenderá la exploración petrolera y se ahogará con impuestos la minería, porque la transición energética se hará en cuatro años y ya no necesitaremos la renta petrolera, pues Colombia se industrializará y producirá sus alimentos, para lo cual se “democratizará” la tierra, empezando por la del expresidente Uribe -esa no es promesa, es amenaza; una costosa firma en blanco que nos devolverá a niveles de desarrollo del siglo pasado.

Y la más reciente. Para hacerse a los votos de los animalistas extremos con representación en el Congreso, Petro firmó compromisos para garantizar la “protección de los animales no humanos y la defensa de sus intereses”, incluyendo la prohibición de toda actividad cultural que utilice animales, sin pausa ni transición, y sin importar lo que les suceda a los humanos que viven de ellas.

El objetivo es acabar con la ganadería, sin importar su importancia para la seguridad alimentaria del mundo y desconociendo, como anunció la FAO, que la mitad de los pobres rurales del mundo subsiste gracias a la ganadería.

Pero nada de eso importa cuando “un voto bien vale una promesa autenticada”. ¿Dónde firmo?

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