Por Hernando Fernández de Castro
Parece que los colombianos gozamos con las calumnias, los cuentos de faldas y la utilización de hechos personales o familiares para descalificar a dirigentes que aspiren cualquier cargo por elección popular.
Hoy algunos periodistas, opinadores y opinadoras que no les gusta ni siquiera considerar la posibilidad que un caribeño llegue a la presidencia de la República, por eso sirven de caja de resonancia a las declaraciones de una persona que es una reo de la justicia, condenada por fraude electoral, que se encuentra protegida por un gobierno enemigo del colombiano, que si llegó a tener algún protagonismo político en el Atlántico, no fue por sus capacidades intelectuales ni académicas, pero que en el afán de atajar a Alex Char en su camino a la primera magistratura de Colombia, es utilizada como punta de lanza en su contra.
En la aulas universitarias, me enseñaron que los testimonios para que sirvan como prueba dentro de cualquier proceso, lo primero que se debe tener presente, es la calidad moral e intelectual del testigo, si merece o no credibilidad, si tiene o no intereses creados en el proceso donde depone, eso nos enseñó nuestro profesor de penal el doctor Julio Romero Soto.
Por esto, no entiendo cómo puede hoy ser testigo una persona prófuga de la justicia y quegarantía puede ofrecer esta ante la justicia y ante la opinión pública. Pero desgraciadamente, estamos en temporada prelectoral y algunos medios de comunicación, en buscan del rating, dan por hecho todo lo que se diga en contra de cualquier dirigente político y si se trata de un caribeño, algunos periodista bogotanos les caen en gavilla para tratar de impedir su participación en el proceso electoral que se avecina, sin tener en cuenta sus ejecutorias como administrador público o sus propuestas.
Los procesos judiciales tienen sus tiempos y sus decisiones deben sujetarse a lo probado suficientemente dentro de los mismos, la duda no puede reinar en torno a ninguna prueba, pero en Colombia, ciertos periodistas se creen con la potestad de juzgar y condenar anticipadamente, sin dejar que sea la justicia laque opere y dictamine la culpabilidad o no de la persona o personas que están juzgando. Pero resulta que contra Alex Char no hay proceso en su contra en la Corte Suprema de justicia, porque al que investigan y juzgan es a su hermano Arturo, pero como el objetivo es tratar de atajar la candidatura del primero, lo relevante y lo que vende, es la utilización de una declarante cuestionada y condenada por la propia justicia colombiana.
No soy ni quiero ser abogado de Alex, pero creo firmemente en la democracia, en la elección popular del presidente, estoy convencido que los colombianos debemos aprender a elegir dignatarios y escogerlos por su preparación, por sus antecedentes como administradores públicos, por lo que hayan demostrado cuando han manejado entes territoriales y la realidad que tenemos por delante, nos muestra que la alianza del Equipo por Colombia está compuesta por los mejores administradores que han tenido Bogotá, Medellín y Barranquilla, donde destaca el ex alcalde de esta ciudad que logró con su equipo de gobierno, transformar su ciudad, convirtiéndola en un polo de desarrollo no solo de la Costa sino del país en general, hoy es la capital con menos desempleo, más crecimiento económico y que brinda muchas oportunidades a su residente e inversores. Sin que quiera decir que todavía no tengaproblemas por resolver.
Lo anterior no lo pueden decir ni mostrar los contrincantes electorales de otras coaliciones y mucho menos el candidato de la extrema izquierda, que muchos de los críticos del equipo por Colombia, apoyan solapadamente, sin atreverse a decirle al público con honestidad por quien van a votar.
Yo creo en este equipo y creo en Alex, creo en sus ejecutorias como Alcalde, que están a los ojos de todos el país, quiero a Colombia y me duele cuando leo o veo comentaristas sesgado tratando de atajar a buenos candidatos, para abrirle paso a las ideas populistas de izquierda que pueden llegar a acabar con Colombia como lo han hecho en países vecinos, no podemos aceptar las maledicencias de estos personajes que dentro de su frivolidad nos creen tontos.
