Por Isidro de Jesús Mora Barrios
El orden es la primera ley del cielo según los anota Elena G. de White, estas palabras de la profeta del destino parece que recobran su verdad en este gran caos que estamos viviendo actualmente en el universo.
En todos los medios de comunicación y redes sociales circulan noticias en su mayoría de crímenes, violaciones, robos, atracos, choques, inundaciones, incendios forestales, deshielos etc. Ante esta cruda realidad todos estamos anestesiados con el celular en la mano, comentando sobre los encuentros futbolísticos del mundo y todos absolutamente todos estamos inconscientemente apoyando con este gran desorden que estamos padeciendo.
En Colombia nos encontramos en una enorme encrucijada en todos los aspectos de la vida, caos en el transporte en todas sus modalidades, en el sector comercial se cometen grandes atropellos con la especulación de los productos de primera necesidad; los altísimos costos de los pésimos servicios públicos; sobrecupos en los buses, los sobrecostos en las carreras de taxis y la inseguridad, es aterrador notar que cualquiera te arrebata un celular, los raponazos, la prostitución infantil, el micro tráfico, sin mencionar los males existentes en el sector educativo y de la salud etc, etc.
No nos vamos a rasgar las vestiduras y darnos del “buen samaritano” porque arrojamos una monedita de doscientos pesos a un mendigo y con este gesto “humanitario” estamos convencidos que tenemos el pasaporte, la visa y el pasaje para ir directo al cielo; lo cierto es que estas acciones contribuyen y fomentan la mendicidad y de otros actividades delictivas.
En el campo ni se diga, no se sabe quiénes son los dueños de los cultivos ilícitos si son de la guerrilla, paramilitares o de los indígenas que como son repúblicas independientes con leyes propias usufructuando los grandes beneficios por parte de Estado, aprovechan toda esta coyuntura; los mismos guerrilleros aparentemente se están matando entre ellos, pero como dijo el cantante: ”Yo no me como ese cuento, a ese cuento le hace falta un pedazo” pero el campesino honesto sencillo que siembra para alimentar a los citadinos está indefenso pagando vacunas y entregando sus hijos a los grupos al margen de la ley, sus productos son pagados al precio que impongan los grandes acaparadores; a ese el Estado no lo protege ni le facilita los mecanismos necesarios para seguir produciendo y tener una vida digna.
De otra parte la minería legal e ilegal está acabando con las tierras fértiles y las fuentes hídricas envenenando los ríos y quebradas con los químicos que utilizan para la explotación especialmente de oro, ante la complacencia de las autoridades de todo orden y de la comunidad.
Siendo un poquito sensato me atrevo a decir que en Colombia no hay ley, no hay justicia, no hay gobierno ni gobernados pero no podemos hacernos falsas expectativas que va a llegar el Mesías que va a multiplicar los panes y los peces para alimentar millones de colombianos indigentes; darles techo, educación, salud, empleo y tierras para cultivar, esta es una de las grandes falacias e inocentadas que han vividos los colombianos desde la era republicana buscando caudillos y redentores.
Se dice que la democracia es la mejor forma de gobierno, el año 2022 es un año político donde tenemos la oportunidad de elegir senadores, representantes a la cámara y al próximo presidente de República de Colombia, creo que tenemos la responsabilidad y la obligación de elegir un buen congreso porque éste es el que aprueba o desaprueba las iniciativas del presidente.
Hagamos pedagogía para que muchas personas no vendan el voto, seamos conscientes que nuestros hijos y nietos no tienen que heredar junglas de cementos, mares y ríos contaminados, no tener agua para beber, y una sociedad sin principios, sin valores que nosotros como padres y abuelos no tuvimos el arrojo para dejarle una patria de amor, de fraternidad para una sana convivencia, dejémonos de tantas polarizaciones y odios, no matarnos colombianos entre colombianos, son muchos años de guerra y cada día estamos peor.
