Cinco años de paz o de impunidad

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Por Hernando Fernández de Castro

Esta semana se cumplió un lustro de haberse firmado el arreglo entre el Estado colombiano representado por el presidente Santos y Timochenko por la guerrilla FARC.

Muchos colombianos aún nos hacemos la pregunta, si en verdad fue un proceso de paz, un arreglo o armisticio o una claudicación del Estado frente a un grupo armado ilegal.

A los que expresamos nuestras dudas al respecto, nos tachan de enemigo de la paz  pero en mi caso,  soy un ultra amigo de la paz, del respeto por los demás, de la legalidad, de la democracia, de la economía de mercado, del respeto por los niños, por las mujeres, por la libertad, por los derechos humanos y por la libre expresión.
Por ello siempre pregunto a los defensores a ultranza del acuerdo de Santos, si creen que los cabecillas de las Farc podrán decir lo mismo,
los colombianos de mi generación sufrimos y vimos las acciones de este grupo guerrillero en contra de toda la comunidad nacional, pues no les importaba si sus acciones afectaban a los más ricos o a los más pobres.

Su accionar siempre tuvo como destino la toma del poder por las armas y por esto, pretendían acabar con el país, comenzando por perturbar el orden público, socavando la economía nacional, afectando todo el aparato productivo nacional, cortando con ello el crecimiento de nuestra economía, impidiendo la creación de empleo, tanto en el campo como en las ciudades, generando desconfianza dentro de los inversores extranjeros para llegar al país. Y estos personajes, son los mismos que hoy reclaman al Estado, que no pudieron destruir con las armas, dineros públicos, que es de todos los colombianos, para vivienda, piden tierras, quieren recursos para montar negocios, educación gratuita, seguridad personal y grupal, carros blindados y de ñapa más curules regaladas en el congreso. y lo triste es que los embelesados con la no lograda paz, los apoyan en detrimento de una sociedad y de victimas que están esperando justicia, reparación y arrepentimiento de estos personajes.

¿Habrase visto en  Colombia mayores privilegios? o ¿será como dicen por ahí, que en Colombia violar la Constitución y la ley paga?
Nadie ha contabilizado cuanto ha costado al país las acciones de las guerrillas y de todos los grupos armados ilegales, pero lo que si es cierto, que si no hubiesen existidos estos grupos delincuenciales, hoy  posiblemente, seríamos una potencia económica de Latinoamérica.

El acuerdo Santos Timochenko violentó la democracia, al desconocer el resultado de la votación del NO, atropelló la Constitución y la ley en el mismo momento en que cambiaron el procedimiento en el Congreso para modificar nuestra Constitución al utilizar una figura del derecho anglosajón como el fast track con el fin de aprobar el acuerdo. En ese momento, igual lo hizo la Corte Constitucional al darle el visto bueno a tal trámite provisional con ese fin. Es tan claro el tema,  que hoy, este procedimiento no existe en nuestro ordenamiento superior, solo fue impuesto a la fuerza por el ‘aquí mando yo’ y lógico en su momento recibió el apoyo de casi toda la prensa bogotana e incluso de la misma Rama Judicial y de una  comunidad internacional mal informada.

Hoy seguimos en la misma inseguridad, son las guerrillas disidentes de las Farc y el ELN los que siguen  delinquiendo, junto con el narcotráfico en su apogeo, con un país sembrado de coca, con guerrillas urbanas apoyadas por políticos de ultraizquierda los que siembran el caos en la ciudades bajo el manto de la protesta, lo que nos está llevando a una inseguridad galopante.

¿DONDE ESTA LA PAZ? Nos preguntamos muchos colombianos.

Yo amo la paz, pero la verdadera, no la falsa paz, deseo ver a mi país pleno de trabajo, de jóvenes estudiosos y creativos en los colegios y universidades, que sean activistas políticos con ideas y no con piedras y destruyendo propiedad privada y oficial, quiero ver controversias electorales con altura, con planteamientos que miren hacia el futuro y no con agravios,  en fin, soy amigo de una paz verdadera y no de una supuesta paz consentidora de privilegios a los que atacaban a nuestro pueblo y no querían nuestra democracia, pero que la quieren utilizar para satisfacer sus ansias de poder. Mi abuelo decía “EL QUE FUE NO DEJA DE SERLO”

Sin reparación a las Víctimas,  sin sanción a los responsables de delitos de lesa humanidad, no puede haber paz, hasta el secretario general de la ONU así lo entiende.

Para que haya paz verdadera y no selectiva, es preciso justicia para todos, sin privilegios, procesos electorales limpios y sin privilegiar a nadie para llegar al Congreso, oportunidades de empleo y educación para todos, seguridad para todos y haber pagado las deudas con la sociedad aquellos que la tengan. Solo así tendremos paz, sin demagogia y sin privilegiados.

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