Santa Marta la misma foto del pasado

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Por Hernando Fernández de Castro 

Recuerdo como hoy, cuando llegué a Santa Marta en el 1966 a estudiar tercero de bachillerato en el Liceo del Caribe de los profesores Guerra y Vives Pereira. Tengo gratos recuerdo de esa época y muy buenas amistades que aún subsisten.

Igualmente vienen  a mi memoria los grandes problemas de suministro de agua, luz e incluso el de telefonía, la falta de vías y muchos otros que en esa época golpeaban el bienestar de los samarios.

Hoy después de más de 50 años, y de haber pasado tantos gobernantes por la Alcaldía, la foto de la Bahía más hermosa de América, es la misma, no hay agua, el servicio de alcantarillado sigue siendo malo, las vía son un desastre, llenas de huecos que impiden un tránsito expedito de los vehículos, y todo nos hace pensar que no hay esperanzas de cambio y mucho menos de mejoría en el manejo de los recursos públicos para direccionarlos en beneficio de la comunidad.

La ciudad sufrió los embates de una clase política, que si bien tuvo sus excepciones, no miraron nunca la ventaja de invertir en el desarrollo de la capital magdalenense para estimular la llegada de inversores a la ciudad y así, estimular el renglón más importante de la economía samaria, como debería ser el turismo, pero para eso requerimos un cambio de mentalidad y de actitud frente a la vida y a la ciudad, de Bastidas, porque parece que no ha habido cambios en la vieja mentalidad samaria, todavía recuerdo cuando varios de mis compañeros de colegio, que cuando se aproximaban las vacaciones lo que expresaban al respecto era: “que vaina ya vienen lo cachacos a dañar las playas y el mar,” y lo más grave, es que  aún hay personas en Santa Marta que siguen pensado igual.

Por la indiferencia del samario, la ciudad ha crecido, pero no se ha desarrollado, en razón a la carencia absoluta de buenos servicio públicos como el agua, el alcantarillado, el trasporte urbano, seguridad, vías que permitan un desplazamiento rápido dentro de ella y todo aquello de lo cual debe gozar una ciudad que lo tiene todo porque la naturaleza se lo regaló, pero que le falta un recurso humano que la quiera de verdad y la trate como una la reina que es.

La indiferencia del pueblo y sus dirigentes, permitió la llegada del  mesías Salvador de Santa Marta y el Magdalena, que se presentó como la piedra angular de la buena administración y de la honestidad, pero hasta ahora después de diez años de estar en el poder, nada ha podido hacer por enderezar lo que él llamó en su momento, los efectos de los malos  gobiernos de los de antes, los cuales, por lo menos, dejaron huellas de su paso como alcaldes y mal que bien, algo hicieron por la ciudad, aunque lo ideal, hubiese sido que sus administraciones hubieses desarrollado la ciudad.

Santa Marta ha crecido por la inversión que han hecho muchas empresas de construcciones privadas del resto del país y algunas de aquí, en razón a los atractivos naturales que tiene nuestra capital, pero no se ha visto ninguna acción del gobierno actual en 10 años, lapso en el que no ha mostrado nada productivo ni para la ciudad, ni para sus habitantes. La foto sigue siendo la misma año por año desde que llegaron al poder.

Estos dos lustros de aplicación del retrovisor, de la inactividad gubernamental, del exclusivismo ideológico en las acciones públicas y la escogencia de los servidores públicos al servicio del Distrito y el departamento, nos  han llevado a la desesperanza y el desengaño político, siendo aplicable aquella famosa pregunta del chavo “Y ahora quien podrá salvarnos”

Los únicos que podemos salvar a la ciudad dos veces santa de las mentiras, el odio y la ineficacia administrativa y garantizar un devenir próspero a las próximas generaciones, somos nosotros mismos, que tenemos la sartén por el mango, porque si tenemos voluntad de progreso, podemos elegir en un futuro a un buen administrador o administradora de los recursos públicos del distrito.

No podemos seguir en manos del odio, la insensatez y la mala administración, desde ya se debe pensar y ponerse como meta la selección del mejor o la mejor para dirigir próximamente los destinos de la ciudad, muchos dirá que falta mucho para las elecciones de alcaldes, yo no lo creo así, enseñar a tomar conciencia de la responsabilidad del voto, a no dejarse encantar con cantos de sirena, o permitir que lo manipulen, no es tarea fácil, sobre todo cuando los índices de desempleo son tan altos, cuando la inseguridad campea en la ciudad, cuando la gente no se baña a diario porque no le llega agua su casa, cuando las aguas residuales contaminan las calles y  la bahía, la esperanza se desvanece y la desidia, el desinterés por lo público desaparece.

Desde ya, hay que seguir el ejemplo de los barranquilleros y seleccionar a un buen alcalde o alcaldesa para que Santa Marta crezca, se desarrolle, el turismo florezca y el bienestar común sea lo más importante para todos. Cambiemos la foto para cambiar el presente y el futuro.

 

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