Estudiantes de UNIMAGDALENA vuelven emocionados a clase presencial

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“Excelente, todo muy bien y con las medidas de bioseguridad. Era necesario volver, demasiado necesario, y a algunas clases que son necesarias para retomar, que son los laboratorios. Es la primera vez que vengo a la Universidad, no conocía a nadie. Ahora es que estoy empezando a conocer a los demás compañeros. El profesor nos enseñó el campus, es muy divino, espectacular, tiene muchos sitios agradables, y es muy interesante conocer la universidad por primera vez”.

Emocionada, y con esa alegría de quien recibe un bonito regalo, Yuleima Bocanegra García, estudiante de tercer semestre de Ingeniería Agronómica, se refiere a la experiencia de recibir su primera clase en un aula de la Universidad del Magdalena. Es su primera vez desde que empezó a estudiar en este claustro universitario, lejos de la bulla de los vendedores ambulantes, las dificultades de conectividad y las constantes interrupciones que le causaba su familia allá en Carreto, Magdalena, de donde es oriunda.

Forma parte de ese 56% de estudiantes que respondió sí, al retorno a la presencialidad, a través de la encuesta que esta Alma Mater aplicó a toda su comunidad estudiantil y que fue respondida por 10.527 de sus alumnos.  Como ella, muchos de sus compañeros dieron ese parte de felicidad que significa volver, o estar por primera vez, pisando los pasillos físicos de esta Casa de Estudios Superiores, que se ha preparado milimétricamente en cada detalle, para acogerlos de forma segura, garantizar la vida, y brindarles una mejor educación y de calidad.

Así también dejó ver su emoción Aldo Enrique Charris Hernández, un estudiante que ahora cursa cuarto semestre de Ingeniería Pesquera, qué por la pandemia, ha recibido más clases desde una pantalla que en el salón, junto a sus compañeros.

“Me siento muy bien porque el ambiente es muy distinto a estar en la casa, siempre sentado en un computador, la monotonía, aquí es muy distinto es otro ambiente. Se están respetando todas las normas de bioseguridad. Los estudiantes que están en la casa no saben de lo que se están perdiendo, la verdad que acá, todo es muy diferente, incluso en las clases se entiende un poco mejor porque en la casa uno tiende a tener ciertas distracciones porque está la mamá, pasa el vendedor, pero acá es otra cosa, uno está más concentrado, uno está más enfocado y aprende mucho más, mucho mejor”.

Pero esta experiencia del retorno no solo impacta de manera positiva en los estudiantes. Ese vacío que trajo consigo la virtualidad, como única opción de enseñanza para mantenernos a salvo, también lo sintieron los docentes. Los profesores que debieron aprender una nueva forma de transmitir conocimiento desde el hogar y a través de un mundo del que no son nativos. Y sufrir todas las primiparadas del micrófono apagado o encendido mientras hablaban con algún familiar, la cámara encendida que pudo haber mostrado cualquier intimidad, o todas las bromas que sufrieron, por parte de unos alumnos que lo veían en silencio, mientras él solo observaba su pantalla con recuadros negros.

Para el licenciado magister Jorge Luis Lara Orozco, quien orienta Cálculo Integral en la Facultad de Ingeniería, la experiencia de retornar era necesaria y siente que la actividad académica ahora será más enriquecedora porque desarrollará un modelo híbrido de educación, con unos estudiantes en el salón de clases y otros aprendiendo desde la conectividad en sus casas o sitios de trabajo.

“Es una experiencia bastante emocionante, porque ya uno viene desde hace rato dando las clases hablando frente a una pantalla. Y de repente, te reencuentras con que ya tiene estudiante en el salón, que ya comparten, que ya hablas, que interactúas tanto con los que están aquí como con los que están en línea, entonces una experiencia muy enriquecedora (…) al venir al aula ellos manifiestan que ha sido un cambio rotundo. Qué no es lo mismo estar allá y estar mirando una pantalla, que estar aquí en el salón, que aquí se concentran más, están directo al tablero, están preguntando. Y sí, me parece que ha sido una experiencia muy enriquecedora”.

Por su parte el licenciado magister Roberto Carlos Torres Peña, profesor de Cálculo Diferencial del Programa Ingeniería de Sistemas, volver es una gran oportunidad para aprender mejor porque existen materias como las que el orienta que requieren alto grado de concentración, pero también, porque era necesario devolverle un poco más de humanización a las clases.

“Los estudiantes en la virtualidad habían demostrado no estar cómodos. Uno, por el nivel de desconcentración que ofrecen los hogares, las interrupciones que encuentran. Cálculo es una asignatura de mucha concentración, que requiere estar atento siempre. Creo que es una gran oportunidad ver a los estudiantes aquí en el aula de clases. Por ejemplo, los que han llegado en estos días han manifestado que se concentra más, que comprenden más, que tienen más oportunidades de participar y de interactuar con el profesor, incluso interactuar con los conceptos. Interactuar con los estudiantes, eso le da un poquito de humanidad a las clases y también hacía falta”.

 

Por ahora este es solo el comienzo del retorno a una cotidianidad a la que estábamos acostumbrados, pero que nos fue arrebatada de golpe y sin aviso. Docentes y estudiantes se volverán a adaptar a una nueva coexistencia con reglas como el uso del tapabocas, el distanciamiento social, el lavado de manos constante, desinfectar todo lo que se toca. Algo que hemos interiorizado por la necesidad de seguir viviendo y continuar con nuestras cosas. Por eso para la profesora Claudia María Ospino Montaño, Ingeniera Industrial y Especialista en Gerencia de la Calidad, quien enseña desde el Departamento de Estudios Generales e Idiomas, este retorno es acostumbrarnos nuevamente a una nueva etapa de la vida.

“Se siente nuevamente volver a esa normalidad que ahora, pues de manera irónica vemos como anormal, porque ya estábamos acostumbrándonos a ese entorno de virtualidad, pero también se siente de manera especial, porque tenemos ese contacto físico presencial con cada uno de nuestros estudiantes y obviamente esa parte nunca va a ser igual y nunca se va a igualar en lo virtual. Y en estos espacios de competencias genéricas básicas matemáticas, es muy importante la presencialidad y el desarrollo del ejercicio y la práctica por parte de los estudiantes”, señaló.

Y ese nuevo comienzo también lo es para el estudiante de séptimo semestre de Ingeniería Pesquera, Cristian Duván de la Hoz de Arma: “al principio es como si estuviéramos nosotros en primer semestre. Sabemos que nos va a dar un poquito duro porque ya estábamos acostumbrados a la virtualidad. Ya las complejidades de las clases son un poquito más pesaditas. Ya sentimos el peso otra vez de los parciales presenciales, la presión de estar estudiando, de esforzarse más por estudiar. A diferencia de la formación virtual, la exigencia no es tanta, como la que vemos presencialmente. Presencialmente nos vemos nosotros más obligados a meternos dentro del tema de estudio dependiendo de cada asignatura y de su complejidad”.

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