Pandemia, economía y política

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Por Hernando Fernández de Castro 

Las cifras de contagios y muertes por el Covid 19, han bajado en forma progresiva y hoy Colombia muestra los resultados de un manejo adecuado de la vacunación contra este flagelo de la humanidad.

Todavía resuenan en los medios de comunicaciones nacionales y regionales, los ataques, críticas y objeciones que muchos políticos de distintas ideologías le hicieron al Plan Nacional de Vacunación implementado por el gobierno Nacional. Pero la falta de gallardía en la contienda política, hoy les impide reconocer algo que es palpable y que nos ha beneficiado a todos por igual.

No se trata aquí de defender a ultranza el gobierno del presidente Duque, que en muchas acciones se ha equivocado y lo hemos criticado con decencia y respeto, pero también es menester destacar lo bueno que hace cualquier gobernante en beneficio de la comunidad que al fin y al cabo es la génesis y finalidad de gobernar.

Producto del éxito de la vacunación y por qué no decirlo, de la disciplina de los colombianos en aceptar y practicar  los cuidados individuales y colectivos para evitar el contagio, hoy vemos como la reactivación económica se está haciendo realidad. El crecimiento de nuestra economía ya alcanza casi el 10% en lo que va corrido del año con relación al mismo periodo del año anterior.

Esto significa que la producción de todos los sectores ha mejorado, lo que debe traer más recursos para los colombianos y por consiguiente para el Estado, pues al haber un mejoramiento económico, los ingresos de este, se aumentan y así mejoran las posibilidades del Estado de prestar unos mejores servicios públicos de salud, educación, atención a las clases menos favorecidas mediante el suministro de auxilios en efectivo y de esta manera, tratar de lograr niveles de pobreza parecidos o mejores a los que tenía Colombia antes de la pandemia. Sin que esto signifique la panacea ni que el país vaya a ingresar a las naciones más desarrolladas del mundo, pero debemos reconocer que hoy vamos por el camino de la recuperación, aunque todavía esta no se refleje en aumento del empleo, situación que es un poco más lenta, pero que de seguir por el mismo sendero nuestra economía, pronto veremos una nueva generación de empleo en Colombia que beneficiará a todos.

Para nadie es un secreto, que toda decisión económica tiene efectos políticos y que toda acción política genera reacciones económicas, y así lo estamos viendo ahora en Colombia y veremos el próximo año cuando tendremos elecciones para escoger al sucesor de Iván Duque en la presidencia.

Hasta ahora son variopintas la opciones que se presentan en los distintos partidos políticos que existen en nuestro país, pasando por precandidatos de ultraderecha, ultraizquierda, de derecha simple, o de izquierda simple, como aquellos que se presentan como de centro, incluso, algunos hablan de centro derecha o centro izquierda, lo que me hace  pensar a veces, como si estuviésemos hablando de los  lanzamientos de un pitcher de beisbol, cuando los narradores describen un lanzamiento como una curva de izquierda o de derecha, o una recta que pasa por el centro del plato o en fin parece que en Colombia hay tanta variedad de precandidatos a la presidencia con deferentes ideología que terminaran por confundir al electorado,  como quedan los  espectadores de la televisión, cuando escuchan a los narradores de beisbol describiendo la labor del lanzador de turno.

La presidencia, es el cargo más importante de nuestro país, de quien sea el presidente, depende el bienestar de nuestra sociedad, ya es hora que los partidos políticos como organizaciones creadas para determinar las políticas públicas que deben presentar sus candidatos a consideración de los electores, cojan juicio y determinen reglas claras para seleccionar a sus representantes en las próximas elecciones para presidente.

Los partidos deben acabar con esa feria o festival  de precandidatos, que hoy tienen desorientados a la mayoría de los colombianos, deben asumir sus responsabilidades para con el país y dejar de jugar con la opinión pública. Eso no es democracia, es desorden y falta de vocación de poder.

Si queremos tener futuro, si deseamos salir definitivamente de la pandemia y sus efectos, la campaña y las elecciones del año que vienen son la oportunidad de escoger a una persona que demuestre capacidad para gobernar, seriedad para plantear sus ideas de gobierno, que base sus aspiración en propuestas y no fomentando el odio o la utilización de eufemismos que unos son los buenos y otros los malos. Colombia es un país fragmentado ideológicamente, territorialmente, socialmente y económicamente por eso necesitamos un presidente que catalice y canalice nuestras diferencias y nos una a todos en la búsqueda del bien común.

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