Por Hernando Fernández de Castro
Lo ocurrido en el estadio El Campin, nos debe llevar a reflexionar sobre cuáles son las razones del pasado y del presente que nos han conducido a considerar que la violencia es el camino para resolver nuestras diferencias.
Ya no son las discrepancias ideológicas o sociales las causas de nuestros enfrentamientos bélicos, sino que las llevamos también al campo deportivo con acciones salvajes contra seres humanos iguales a nosotros, pero que consideramos enemigos por portar una camiseta de un equipo distinto al de nuestras preferencias.
Supuestamente estamos en un Estado de Derecho, donde se garantiza la libertad para opinar, la movilización, de credo, de ideas políticas, en fin, supuestamente somos una sociedad basada en los derechos humanos. Pero esto, como que nos tiene confundidos, porque lo que hemos arraigado en nuestras almas, es que tenemos derechos pero no obligaciones.
Colombia no puede seguir por el sendero de la confrontación violenta, actualmente, tenemos guerra entre las disidencias de las farc y el ELN con el Estado. Los grupos armados delincuenciales se enfrentan por territorios de producción y tráfico de estupefacientes. Igual la guerra verbal entre los distintos grupos y subgrupos políticos, es pan de cada día.
En vez de exponer ideas sobre cómo llevar a nuestra sociedad por la senda del desarrollo, o controvertir sobre asuntos económicos, políticos y sociales, lo que vemos en las redes y en vivo, son insultos personales desde todos los actores de la política, no se respetan entre ellos y las ofensas llegan hasta agraviar a los familiares cercanos de cada uno de estos personajes de la política nacional, regional y local.
Los jóvenes creen que la protesta violenta es un derecho y atacan y destruyen bienes públicos y privados para manifestar su inconformismo, encontrando eco en muchos periodista, políticos y medios de comunicación, que irresponsablemente, tratan de utilizarlos como espolón de proa para satisfacer sus odios.
Los colombianos debemos entender que un estado social de derecho, es de dos vías, en el cual todos los derechos implican obligaciones, y que cualquier sociedad democrática, asienta sus bases en la justicia, el respeto por la Constitución y las leyes, y por encima de todo, el respeto por los demás, que significa en la práctica, respetar la integridad física y la libre expresión de las ideas de los demás.
No se puede construir, destruyendo, no podemos aspirar a vivir en paz en un futuro, atacando y vejando a los contrarios, si queremos ser una sociedad donde todos tengamos las misma oportunidades, el camino del odio, es el equivocado.
El anonimato en la utilización de las redes, no puede seguir siendo el medio para satisfacer el deseo de hacer daño a aquellos con los que no compartimos las mismas ideas políticas o por no profesar la misma religión o porque no aceptamos las diferencia de género, o de raza.
El camino para construir un mejor futuro, es el del respeto, la empatía y el acatamiento entre todos, la proactividad debe ser practicada por todos, tenemos que aceptar, que como individuos, somos diferentes, pero que como miembros de una sociedad, debemos pensar en el beneficio común, debemos entender que los que alimentan el odio, no son personas que quieren un mejor futuro, sino que solamente buscan el caos, el desorden, la confrontación armada y la destrucción de nuestra comunidad para satisfacer sus insanos deseos y sentimientos protervos.
La juventud debe seguir el ejemplo de Anthony Zambrano, atleta colombiano que consiguió medalla de plata en los juegos Olímpicos 2020, que al responder una pregunta sobre que ha hecho para triunfar, respondió que desde pequeño, hacía tres cosas: estudiar, trabajar y entrenar.
No hay éxito sin sacrificio, no logramos lo que queremos, si no nos reponemos de los fracasos, lo regalado solo nos da satisfacciones pasajeras, pero lo que conseguimos con nuestro esfuerzo, nos llena de orgullo y nos lleva a construir una vida completa.
