El Meridiano Cero

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Por Rafael Gómez Llinás

Corrían los días estivales del año 2002. Uno de los miembros del grupo Ariadna,  tuvo un encuentro con el Mamo Tímako. En ese encuentro, el Mamo le dijo que estuviera atento a un sueño que tendría con él. Casi Dos años más tarde, efectivamente el Mamo Tímako se le apareció en sueños y le dijo: Hermano William, con tus compañeros  debes  ir  al  cerro que ya sabes,  y,  en uno de los sitios que te han mostrado quienes ya tú sabes, tienen que hacer  un pagamento, y otro similar en el Morro de la bahía. En Katiw Morou, el meridiano cero. Y luego un tercero en una cueva que está horadada en la punta del cerro de la gloria”.

 

En ese mismo sueño el anciano Mamo le dio las indicaciones para hacer esos pagamentos. Timako le dijo a William además, que los Mamos sabían del mensaje que él había recibido, una noche en medio de una meditación que hiciera con su grupo. Y que desde esa vez estaban trabajando espiritualmente para que se concretara lo que allí le habían indicado.

 

William en medio de ese sueño, recordó con claridad el mensaje recibido aquella vez: Seres de luz provenientes de la Pléyades, los ascendientes de los Mamos más antiguos, aquella noche, habían hecho contacto con él, en el espacio de su mente, abierta con plenitud en esa meditación. En la “iluminación” de sus mundos internos y de su memoria más antigua, le habían mostrado esos mismos sitos. Le habían explicado su importancia, y lo que tendría que hacer allí le sería develado en el momento indicado.

 

El sueño con el Mamo Tímako fue la señal de que ese momento había llegado. Y además en ese sueño,  había comprendido, más bien había recordado, la totalidad del mensaje en ese sueño: Una mujer muy bella, resplandeciente, que se había adelantado de entre el grupo de unos seres de luz que lo rodearon, le dijo: “William debes hacer un pagamento, una ceremonia, en estos sitios que te mostraré”. Luego hizo un movimiento circular con su mano derecha y aparecieron de la nada, el Morro de la bahía de Santa Marta, el cerro del Cundí, una elevación rocosa a pocos kilómetros de esa bahía, y el cerro de la Gloria  que  confina  en un extremo, a la bahía abierta de bello Horizonte.

 

“Con estos pagamentos le darás con tus compañeros inicio otra vez desde el morro de la bahía, al movimiento del gran Círculo de Pensamiento del Corazón del Mundo. Después sabrás porqué ese movimiento que se reiniciaría, será necesario para salvar a la madre Seinekun”. Luego de una pausa, la mujer solo le dijo: Me llamo Radha y he venido otras veces aquí, con la misión de traerles a todos la “Ley de Origen”. Y ese, fue todo el mensaje. Después el sueño desapareció.

 

Con la claridad de ese encargo y con las indicaciones dadas por el Mamo Tímako, William y su grupo se dirigieron al cerro del Cundí,  y a los pocos días en una travesía marítima, al Morro de la bahía, e hicieron esos pagamentos, tal como se lo habían pedido a William aquellos seres de luz.

 

Al regresar en la tarde, después del agotador viaje al pagamento en el Morro,  Ankimako uno de los participantes, encontró en el antejardín de su casa al llegar, al Mamo Menjabin y con él, al Mamo Seukukui”. ¡Qué sorpresa!. ¿Ustedes que hacen aquí?.   ¡vinieron sin avisar! – Les dijo Ankimako

 

A lo que respondió el mamo Menjabin: “Seukukui desde ayer y durante toda la noche me estuvo diciendo que tenía que venir con urgencia hoy a cumplir una importante cita con ustedes en Katiw Morou, el Morro de la bahía de Santa Marta. Me dijo además que los “veía”, a todos ustedes haciendo un poderoso pagamento allí”. Los Mamos, sedientos, cansados, acusaban el esfuerzo de haberse venido desde la ciudad sagrada de Nabusimake hasta Santa Marta en un viaje incierto de nueve horas. Habían salido muy en la madrugada y acababan de llegar.

 

¡Precisamente acabamos de hacer una ceremonia de pagamentos en el Morro por indicaciones que fueran dadas a William!… ¿Cómo se enteraron de eso, si nosotros no hemos hablado desde hace casi un año? Les dijo Ankimako.  El mamo Menjabin solo sonrió

 

¡Debemos volver allá, mañana mismo! dijo Menjabin. Efectivamente a la mañana siguiente acompañados por los Mamos todos regresaron al Morro. Apenas desembarcaron y se ubicaron en la planicie más alta, el Mamo Menjabin visiblemente emocionado exclamó: ¡Ya lo sabíamos!… ¡Ya lo había percibido el Mamo Seukukui cuando los “vio” a ustedes en Katiw Morou!…. ¡Ustedes ni más ni menos acaban de activar a Katiw Morou, el meridiano cero, donde se inicia giro del Circulo de Pensamiento del Corazón del mundo! Le acaban de dar vida otra vez a ese poderoso campo de energía que circunda todo lo existente dentro de los límites de la Línea Negra, apagado por los Mamos desde la invasión Castellana para protegerlo. Dijo emocionado el Mamo Menjabin.

 

¿Fueron primero al cerro del Cundí? Preguntó el Mamo Menjabin. ¡Sí!  Contestaron casi que en coro los del grupo Ariadna, desconcertados por no entender como los Mamos sabían eso. ¡Muy bien! Dijo Menjabin.

 

Luego sin que nadie se lo dijera, Menjabin, en la cima del Morro, se dirigió con una impresionante exactitud al mismo sitio de uno de los bordes enmontados de la inmensa planicie, donde el día anterior, ellos habían hecho el pagamento.

 

¡Aquí lo hicieron. ¡Y aquí mismo volveremos a repetirlo! Dijo con mucha seguridad.

 

Luego de eso cerró los ojos. Empuño su mano derecha y la movió en pequeños círculos en el aire. Tomó del brazo a William y a Ankimako y se separó con ellos del grupo. El Mamo les hablaría y señalaría en varias direcciones, como mostrando cosas que no se veían o sitios inexistentes.  Luego de eso, Ankímako tratando de interpretar lo que les dijera el Mamo Menjabin, sacó un pequeño papel e hizo unos extraños dibujos, se los mostró, y después de unos minutos de dialogo, los tres se dieron la mano.

 

En la distancia se logró por un instante percibir en ese apretón de manos, el encuentro de dos mundos: La síntesis entre la realidad conocida a través de la sabiduría ancestral, la vivencia de las energías, la inteligencia emocional de los hermanos mayores, y la descripción hecha por Ankimako a través de  dibujos  geométricos bidimensionales del mapa de esa misma realidad, pero expresada en el leguaje de las matemáticas y la ciencia.

 

Esa escena es la que ha debido verse hace más de 500 años con la llegada de los invasores castellanos, pero que lastimosamente no se dio. Este momento selló para siempre una nueva manera de ver el mundo. De entender en la intangibilidad, a la realidad…

 

Después el Mamo Menjabin les dijo: ¡Muy bien hermanos, hemos visto que desde el cerro del Cundí, con el pagamento que hicieron allá, ustedes trazaron una cuerda de energía hasta el Morro. El cerro del Cundí hizo las veces de centro de un pequeño círculo de pensamiento. Esa cuerda de energía estableció el radio del mismo. Ese pequeño círculo de pensamientos tendría como uno de sus  límites al Morro. Él se encuentra en su borde. Pero también en el borde del gran círculo de pensamiento. En Katiw Morou, el Morro, se tocarían el pequeño círculo de pensamiento creado por ustedes, y el gran círculo de pensamiento del Corazón del Mundo creado por nosotros los Hermanos Mayores.  ¡Eso es ni mas ni menos que el tan esperado encuentro armonioso de nuestros dos mundos!… Tambien es como si fuera el nudo o la pequeña cuenta en las aseguranzas.

 

Katiw Morou fue “puesto” en “Aluna” por los Mamos más antiguos, con una intención: Para que hiciera las veces de pequeña cuenta en el  gigantesco hilo circular de protección de “La  Línea Negra”: La que confina al gran círculo de pensamiento y de pagamentos que rodea a toda la Sierra Nevada de Santa Marta, el Corazón de Mundo. El encuentro de esos campos haría que se desequilibrase la ecuación del círculo mayor y partiera de allí una tangente de energía que ascendería a un círculo más grande.

 

En esa intersección se formaría por resonancia holística, otro círculo de pensamiento. Luego con el desequilibrio de esos dos campos, partiría otra tangente, y así, sucesivamente, se formaría una gran espiral de pensamiento.

 

El encuentro, el nudo energético de esos dos círculos, de esos dos mundos  en Katiw Morou, el meridiano cero, haría que se desequilibra la ecuación inicial, y partiera del circulo menor creado por ustedes, una espiral logarítmica ascendente de pensamiento, con una  pendiente perfecta de doce grados. Un patrón filotaxi de crecimiento con la proporción Aurea, que ascendería  hacia el circulo mas grande. Hacia el circulo de pensamiento de los Hermanos Mayores que circunda la Sierra Nevada.  Hacia otros niveles de conciencia…

Por esa misma resonancia, el gran circulo de pensamiento, haría las veces de  circulo menor o pequeña cuenta de amarre, de otro  mucho mas grande, del que saldría otra espiral  ascendente hacia un circulo de  pensamiento mayor, que a  su vez,  haría la veces  de pequeña cuenta  de otro mucho mas amplio,   que sucesivamente ascenderían exponencialmente, hasta formar una gran espiral que trascendería todos los limites y horizontes del planeta. Seria como una especie de mensaje que navegaría dentro de una especie de botella de pensamientos, arrojada al inmenso mar de la galaxia. !Esperemos la respuesta! Concluyó sonriente el Mamo Menjabin…

 

 

Nadie podría asegurar si eso fuese así. Eso nunca, nunca, se sabrá. Pero lo cierto es que a partir de ese día bajarían en masa de todos los confines de la sierra, delegaciones de Mamos, para hacer pagamentos en el morro de la bahía de Santa Marta: En Katiw Morou, el meridiano cero. ¡Para darle fuerza a las pulsaciones sistémicas del Corazón del Mundo!”…

 

Nadie lo podria decir con certeza, pero curiosamente a partir de ese momento Santa Marta a orillas de ese meridiano cero, parecería agrandarse en importancia. Los ojos del mundo se volverían hacia ella y las personas  sensibles, aquellas con el toque mágico, sentirían que el Corazón del Mundo volvería a palpitar con fuerza.

 

Sus pulsos sistémicos abrirían sin dudas en esa otra realidad, la puerta de una ruta espiritual. La puerta de un viaje hacia el destino más alucinante de todos: El de la Ruta Interior de todos los seres humanos.

 

 

Sharamatuna, A los primeros 192 días, del año del principio del final.

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