Por Wilson Alfredo Aguilar Castro
El llamado de auxilio de los Zoneros
Los habitantes del corregimiento de Guacamayal en el municipio Zona Bananera del Magdalena, estamos habituados a lidiar con el fenómeno natural que se conoce como creciente súbita, esto para mi familia desde el año 1942 cuando mis abuelos llegaron a este corregimiento y hasta nuestros días, se convirtió en algo muy normal.
En el año 2016 cuando nos golpeó la creciente súbita producto del paso del huracán Mathew, dónde no solo se desbordó el río Sevilla inundando a Sevilla y Guacamayal, sino también los ríos Frío y Tucurinca, además de muchas de las quebradas, riachuelos y drenajes, algo que muchos nunca habíamos visto; el 80% del territorio que hoy se conoce como el municipio Zona Bananera estaba inundado.
Pese al impacto que generaron estas crecientes súbitas sobre las corrientes de agua que bajan de la Sierra, y la altura que alcanzaron dentro de nuestras casas, lo seguimos viendo normal. Incluso, no nos impactó el hecho de ver personas perderlo todo, solo nos centramos en que el agua había llegado a donde nunca antes la habíamos visto llegar.
Ver a nuestros vecinos, amigos y familiares al día siguiente, después de la creciente súbita del río Sevilla el pasado 10 de julio, sacando el barro que queda después de la entrada de las heladas aguas, sacar sus enseres limpiarlos o botarlos si ya quedaron inservibles y luego armar su casa con la acostumbrada actitud de que la vida sigue, nos genera un sentimiento de conformismo al lidiar con esta situación año tras año, conformismo que no debería existir.
Me pregunto por qué tenemos que ser víctimas del abandono de todos los niveles de gobierno, si es claro que este fenómeno se presenta cada año, tendiendo a empeorar por el cambio climático y no se avecina una solución de fondo, dado que vemos como el gobierno municipal solo coloca pañitos de agua tibia o deja que sea la concesionaria de la vía férrea, quien en su afán de mantener la circulación por este corredor, quien frentee la situación con las comunidades y se pongan solo pañitos de agua tibia que no solucionan el problema de raíz.
Dicho lo anterior, invito a la Embajada de los Estados Unidos, evocando que este territorio es hoy producto de la intervención de sus ciudadanos en el pasado. Para que se sumen a la petición que elevo como miembro de la comunidad de Guacamayal, a la Presidencia de la República para que direccione desde el nivel central, la realización de un estudio que modele la dinámica hídrica y la geomorfología de estos ríos y se pueda anticipar el deterioro de las bordas y la intervención acertada en la recuperación de las mismas, permitiendo de esta manera tomar acciones preventivas que deriven en qué los ríos no se desborden, perjudicando a los pobladores del municipio y así como tampoco a los cultivadores de banano quienes también pierden equipos y producción del fruto.
Esta acción debe darse en concurso de muchos actores del territorio, desde otros niveles del estado, tales como los distritos de riego, Corpamag, la Unidad Nacional Para la Gestión del Riesgo de Desastres, el Departamento del Magdalena, el Municipio Zona Bananera y las agremiaciones como Fedepalma, Asbama y Augura. Ojalá este escrito haga mella en los directores de estas entidades y ayuden a los habitantes de este corregimiento y el municipio para que esta petición sea atendida, porque los habitantes de la Zona Bananera no podemos seguir perdiendo enseres cada año, no podemos llevar una vida de angustia y zozobra cada vez que llega la época de lluvias.
