La Ruta Cósmica

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Por Rafael Gómez LLinas

 

Muchos podrían pensar que la colonización de Marte, obedecería a la ambición de las superpotencias que lo intentan, por apropiarse de los recursos  minerales de esa esfera planetaria, o por demostrar una supremacía tecnológica como un arma fundamental de política global. Pero si sumamos aquí y allá algunos hechos muy inquietantes, nos daríamos cuenta que eso va mas allá. Que de lo que realmente se trata es de la supervivencia de la humanidad como especie.

Hechos preocupantes que muestran glaciares gigantes del tamaño de Francia que desaparecen, o que navegan al garete en el mar del norte o en los varios mares del océano Antártico;  a el mar de Aral de dos veces el tamaño de Bélgica, convertido en un desierto toxico por la contaminación; el colapso total del Lago Urmia en Irán; los majestuosos y exuberantes bosques de Alberta en Canadá convertidos en uno de los lugares más inhóspitos del planeta, por la aparición de arenas bituminosas como efecto de la extracción de petróleo; el calor que atrapan los gases de efecto invernadero que aparecen con la quema de carbón, petróleo o gas, que convierten los bosques de todo el mundo en yesca, detonante de los grandes y devastadores incendios de las tierras del Norte; las inmensas extensiones de tierra, hogar de infinidad de especies que desaparecen, por su destino a la siembra de palma africana para el aceite alimentario y Biodiesel en Indonesia y Suramérica; ecosistemas como el del Amazonas del que en menos cinco décadas han desaparecido por la deforestación, extensiones de selva casi del tamaño de Europa; pequeñas islas de conservación al interior de los territorios indígenas que han resistido aun a costa de sus vidas, el empuje de la ambición de la depredación y deforestación al servicio de grandes intereses económicos y las grandes inundaciones y sequias alternadas en las zonas tórridas del mundo, han desbordado todas las predicciones y han disparado todas las alarmas.

Todo este cuadro de preocupantes desastres sumados tal vez, a una información privilegiada obtenida  por diferentes vías por las grandes potencias económicas y militares del mundo, y al mismo tiempo, también por comunidades ancestrales aisladas, que hablan del destino de la destrucción de la tierra como algo irreversible, los llevaría a la construcción entre otras, de la llamada “Arca del fin del mundo”: Un gran contenedor de semillas en el Ártico.

El gobierno de Noruega con la ayuda económica de algunas poderosas fundaciones, presididas por los hombres más ricos del mundo, en marzo del 2007 construirían una cámara acorazada excavada 120 metros al interior de la roca, que desemboca en dos gigantescos silos para guardar las muestras de semillas de todo el planeta, y preservarlas del cataclismo climático que se avecinaría.

Los Noruegos y esas poderosas fundaciones, en una isla del archipiélago de Svalbard cerca del Polo Norte, utilizarían la más sofisticada tecnología para crear condiciones artificiales de temperatura, humedad, iluminación, aireación, mantenimiento de la tierra y contenedores, para preservar más de tres millones de semillas del desastre que se avecina por el calentamiento global.

O como la bóveda a 46 metros de profundidad construida  para resguardar las simientes de 5.000 especies de plantas silvestres en Corea del Norte,  diseñada para resistir terremotos y ataques nucleares.

Y por otro lado, como la Montaña de Makuoro: Sitio donde se guarda el Oro, o montaña de los inventos. Esa montaña es llamada La montaña del Oro, porque en ella la casta de los Busintanas, sus férreos guardianes, habrían almacenado pacientemente durante miles de años muchísimo Oro.  Porque en el oro, el mejor conductor de energía del universo, el que mejor la registra, dicen los Mamos, se encuentra como en una enorme biblioteca, una huella clara de los registros Akasicos de la vida del Universo, y es utilizado por ellos además como conductor de la ondas gravitacionales de energía en la trama de la inmensa red o malla vibraciónal de la Sierra Nevada, que determina con su intercepción sobre el circulo de pensamiento del Corazón del Mundo, los lugares de pagamento: Esa ofrenda repetida de agradecimiento y respeto de las comunidades Koguis, Arhuacas, Wiwas y Kankuamas a Seinekun, la madre Tierra, por los favores de la vida y bienestar recibidos.

Por una decisión reciente tomada por los Mamos Busintanas, llevados por la apremiante necesidad de salvar las especies de la tierra en peligro de extinción, por los dramáticos cambios climáticos producidos por la inconciencia de los hermanitos menores, en ella ya no guardaran más el oro.

Esa gruta ahora sirve de “Arca” para salvaguardar las semillas que desde algunos años, poco a poco han ido depositando en ella, con la intención de repoblar en el futuro a la tierra, y conservar la vida después del cataclismo que ellos dicen, habría de venir. Lo hacen, dicen los Mamos, para alimentar a los últimos de los humanos…

Así como los Mamos Busintanas de la Sierra Nevada de Santa Marta y otras comunidades indígenas perdidas al interior de las selvas Amazónicas y en los confines de la tierra, guardan y preservan semillas porque saben lo que ha de venir, también las grandes potencias del mundo esta tratando de plantar una semilla humana de salvación en Marte, que pueda superar la extinción irremediable de la vida en la Tierra, y así  regresar cuando todo haya pasado para  repoblarla.

Parecieran estar convencidos, los unos por gracia de las predicciones exactas de la ciencia, y las comunidades indígenas por las señales de la naturaleza, y los canales sensibles del conocimiento y la sabiduría ancestral, que la suerte de la tierra ya está echada, y  lo que tratarían entonces, es de salvar la semilla de una raza superior, que estaría irremediablemente perdida.

Si esta semilla que intentan plantar en el planeta Marte, creciera y se convirtiera en el gran árbol de la supervivencia de la especie humana, tal vez fuese posible que en algunos eones de tiempo, pudiesen regresar a la madre Tierra de donde algún día partieron, los descendientes de los sobrevivientes de esa arca de salvación, como una raza con una gran consciencia de si y un gran respeto por su entorno, apegada a la ciencia y desprovista de los lastres de la ambición supremacista de sus antepasados, para hacer un respetuoso contacto con el remanente de aquellas tribus que sobrevivieran a ese cataclismo, resguardadas en sitos y selvas alejadas y protegidos por ellos en la madre Tierra, y que de ese contacto,  naciera otra vez, la leyenda de aquellos Dioses venidos del cielo, con una historia de la humanidad que volvería a comenzar, en un génesis que se repetiría y se repetiría para siempre.

Y que ojala, la próxima vez que lo hagan, estén desprovistos para siempre de esa semilla genética de autodestrucción, y que la humanidad, pueda acompañar a la madre Tierra hasta el final de sus tiempos.

Sharamatuna, a los primeros 150 días del año del principio del final.

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