Señor director:
Después de año y medio de unas elecciones locales, vi a la democracia reflejada en el deseo de una mayoría, en que una persona gobernara mi Departamento, bajo unas propuestas que fueron aceptadas por gran parte de la población.
Las elecciones pasaron, y todos empezamos el 2020 en la expectativa de ver cómo podíamos avanzar como Departamento.
Hoy chocan nuestros deseos con unas realidades preocupantes. Quien fue elegido para gobernarnos como Departamento, ha decidido representar solo a un sector y desconocer los derechos de libre expresión, pensamiento y desarrollo de una gran parte de la población. Pareciera que en sus mentes estuviera la idea, que ganar una elección significa adquirir la propiedad de un territorio, y con ella imponer a todos los pensamientos, actuaciones y palabras que solo su movimiento considera correctas.
Y mientras eso sucede, los egos llevan a contradicciones que desconocen la esencia de una tierra de amor y Alegría. Se pelea por la gratuidad de la educación, pero cuando su respaldado pierde las elecciones de la Unimagdalena, sale con los recursos de esta tierra a fortalecer las finanzas de universidades de otras tierras, cuando la mayoría solo podrán conocerlas por internet, y la historia que él mismo dice haber creado, es mirada con repudio por los suyos. Hoy encabeza marchas atacando la institucionalidad que él mismo juró respetar y defender al posesionarse; hoy coloca a la policía a abrir paso a marchas para pedir que esa misma fuerza, sea reformada y disminuida; hoy cuando Salamina y otras poblaciones se hunden, él expresa que eso es responsabilidad del gobierno que hoy critica y contra el cual marcha, pero parece que, ante visita y discurso realizado, la Minga Del Valle si es de su competencia.
El Magdalena se quedó solo, Santa Marta no tiene alcalde, solo ante lo que le dan permiso de decir, hacer o contratar. Hoy una gran porcentaje de Magdalenenses no tienen un gobernante al que dirigirse, ni contarle sus problemas, porque algunos de esos problemas él los defiende y los acolita. Hoy se pretende borrar la historia de Santa Marta y el Magdalena, haciéndoles olvidar hasta sus banderas, porque llegó la hora de una nueva colonia.
Y ahora, ¿Quién podrá defendernos? Ni el Chapulín, porque ese se murió.
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