Pandemias vacunas y “refovacuna”

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Por Hernando Fernández de Castro 

El Covid-19 ha generado una pandemia de carácter mundial, golpeando las diversas economías y afectando la vida social de los habitantes de todos los países del Orbe. Sus efectos se han dejado ver desde la disminución de los ingresos familiares, hasta la creación de enfermedades de tipo sicológico o psiquiátrico por el encierro y la convivencia ociosa en casa, que no permite a los miembros de la familia, sean  padres o hijos, interactuar directamente con las personan con la cuales lo hacía normalmente en el trabajo o en los colegios o universidades, tal como se hacía antes de la pandemia.

El estrés, la desesperación, la ansiedad, las angustias de no poder trabajar y generar recursos económicos para atender las necesidades del núcleo familiar, aunado a no vislumbrar el final de este época inédita de la sociedad, ha llevado a creer que la vacuna  contra el Covid.19, sea la salvación, por esto, nos aferramos a ella, con la esperanza de volver nuevamente a la normalidad, no tanto a las reuniones sociales, sino a la posibilidad de ser nuevamente productivos y poder atender las necesidades de nuestra familias.

Este panorama, no ha cambiado, salvo en algunos países que parece van saliendo del mal momento de la pandemia, pero a ninguno de los estados del mundo se le ha ocurrido tramitar una reforma tributaria en medio de las condiciones económicas adversas que viven las comunidades de todas las naciones.

Definitivamente nosotros somos especiales y suigéneris, en vez de hacer gestiones para conseguir más bilógicos y vacunar a un ritmo más rápido, en pleno tercer pico de la pandemia, el gobierno nacional presenta un proyecto de reforma tributaria, que golpea la clase media y baja de Colombia, pretende gravar las pensiones, colocar IVA a los servicios públicos domiciliarios, imponer la obligación de declarar a personas que hasta hoy no la tienen y otras obligaciones que citamos para no alargar el cuento.

Entendemos que la crisis sanitaria, producida por el Covid-19, ha obligado al gobierno nacional a desembolsar ingentes cantidades de dinero y que la caja esta bajita, igual sabemos que el Estado colombiano no es rico, pero no creo que sea el momento para estrujar económicamente a la clase media y baja, obligándolas a pagar más impuestos a través de un mayor recaudo, ampliando el IVA, gravando las pensiones, lo que va contra lo establecido por nuestra constitución, o determinando gravar el patrimonio, o algo más grave colocándole IVA a los servicios públicos domiciliarios, considerados por nuestra constitución como esenciales, nada más inconstitucional que esto.

Son muchos los reparos al proyecto de reforme tributaria presentada por el gobierno, por eso debemos esperar a que sea el Congreso el que se pronuncie sobre el mismo, donde seguramente le harán muchas reformas y recortes a lo presentado por el Ministro, cuando este proyecto sea ley, igualmente, debe superar el control constitucional ante la Corte Constitucional, que ya se ha expresado con anterioridad sobre algunos tópicos que trae este proyecto de ley.

Tengo claro que el gobierno requiere recursos para atender las necesidades, de los colombianos más expuestos por los efectos de la pandemia, pero eso, en mi sentir, no lo habilita para creer que el único camino para conseguir la plata es acabando con la clase media colombiana, que ha sido el soporte y sostén de nuestra democracia, que es la que siempre pone la espalda para que los poderosos económicamente y los  políticos de distintas tendencias, disfruten las mieles de una democracia actuante y vigente.

La obligación de los mandatarios y miembros de un gobierno es la de encontrar el camino y aplicar los medios para lograr la felicidad de su gobernados y por sobre todo, resolver los problemas colectivos, cuando estos se presenten, como ha sido la actual pandemia, pero no creo que la solución sea un modelo de Estado asistencialista, que ya fracasó en todos los países que lo intentaron en el pasado, y mucho menos exprimir una clase media, ya ahogada por los compromisos que implica vivir en un país donde las posibilidades de empleo y ascenso en la escalera social, cada día se hace más complicado.

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