Tiempo y Milagro. 4ª parte

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Por Rafael Gómez LLinas

Todo lo que incluye tiempo, espacio y percepción de la realidad es ilusorio. Y lo es, porque ninguna de estas tres variables necesariamente asociadas con ese fin, la muestran completa. Nunca la ecuación completa de ella se “ve” dado que la percepción, con la que se observaría la realidad, es individual y actúa desde el sitial limitado y relativo de la separación ilusoria del Ego. Y porque el tiempo, esa enigmática referencia por partes de la realidad en la consciencia, pareciera ser como una red, que la atrapa en momentos sucesivos solo en las tres escasas dimensiones espaciales, que puede percibir el cerebro humano: Esa maquina de interpretación de la realidad y del aparente paso del tiempo, que  solo percibe de ella, esas tres  limitadas dimensiones.

En la certeza de que el universo, ese gran marco de la realidad se mueve en once dimensiones del espacio tiempo, tal como lo ha demostrado la física, y que el Tiempo, esa red que se extiende inscrita en su totalidad en la consciencia,  la que apenas percibimos como una coordenada, un punto, que encaja de manera sucesiva pedazos de esa realidad, como si fuese la luz de una lámpara que muestra lo que va enfocando en su recorrido en una sola dirección dentro de un cuarto totalmente oscuro y sin limites espaciales, con un suelo lleno de  resaltos, zonas grises y otras partes planas y colmadas de brillo en el que se encontraría copándolo en su totalidad la llamada realidad, es claro entender que la mayor parte de ella, se hallaría oculta en la oscuridad de ese espacio, y que solo percibiríamos de esta, lo que va mostrando la luz de esa lámpara, que no seria otra cosa distinta que el punto de encaje y enfoque de la dirección de la mente, cuando se mueve linealmente en esa ilusión de presente, pasado y futuro, sobre sucesivas y pequeñísimas partes que con esa luz, irían apareciendo de ella.

O sea, que la realidad, no es solo la que percibimos en el transcurso del tiempo, sino que serían múltiples, y en infinitas direcciones, universos paralelos y muy distintos al que habríamos accedido, desde nuestra posición de observadores condicionados a nuestro nivel de conciencia y así, de la agudeza de nuestra percepción cognitiva.  Como lo dijera el poeta Paul Éluard: “hay otros mundos, pero están en este”.

Y para acceder a la luminosidad de esos otros mundos escondidos de Éluard, sólo se necesitaría para su atracción, de aquella bíblica pisca de “Fe del tamaño de un grano de mostaza” y de la fuerza del amor, de la mano con la compasión. Y el resultado de eso, sería una acción remota e improbable a la que llamaríamos Milagro, que por definición, es un “suceso extraordinario y maravilloso, que no puede explicarse”

El milagro, es entonces, un suceso improbable que sucede generalmente en situaciones absolutamente adversas, que se da cuando un salto cualitativo del pensamiento libera a la energía de las ataduras del condicionamiento cuántico de la llamada “Libertad Asintótica”(1), propiedad de las partículas sub atómicas que mantiene sin cambios la permanencia de la conformación de la materia, y así de la llamada realidad…  y consecuentemente también, del destino.

Es decir que el milagro no es un hecho que surge de la nada. Ni quien interviene en él, lo hace de manera sobrenatural, o como en un acto de magia o brujería, ya que este suceso existe en ese campo trascendente de todas las posibilidades, y solo se necesita de la liberación del pensamiento con la potente fuerza de la fe, el amor y la compasión, para que surja a la manifestación, se una a nuestra secuencia temporal, y se haga parte de nuestra realidad. Y así, de nuestro destino. Y que de todas formas, aunque no se una a nuestra línea de tiempo, ahí está. Solo que se quedaría para siempre en ese “cuarto oscuro” de gran parte de la realidad.

Dadas estas explicaciones trataremos entonces de recrear esto con dos posibles  realidades alternas.

Primera realidad alterna: El graznido de las gaviotas y el ruido de los chapuzones a gran velocidad de los alcatraces romperían el silencio del alba, dando paso a las primeras horas de la mañana. Los pescadores organizarían la faena de pesca, y desde el cayuco guía, tirarían frente a la isla de la Aguja su chinchorro. Después de un largo rato de espera, comenzarían a bracear desde la orilla los dos cabos guías, para traer su bolsa, con todos los peces que pudiesen haber atrapado.

Lo harían con movimientos acompasados y firmes, hasta que el chinchorro se descargara en la arena con el golpe rompiente de una ola, que al retirarse, mostrara su contenido. ¡No había casi nada! El resultado fue nulo y la decepción aún mayor. Tiraron el chinchorro dos veces mas, y el resultado cada vez seria peor. El desaliento fue tal que decidieron suspender las labores de pesca. Era evidente que una corriente contraria había alejado los cardúmenes de peces que habitualmente desfilaban al borde acantilado de la Isla que se hundía como una muralla vertical en el océano.

 

¡Hoy definitivamente no habrá pesca!… ¡Que le vamos a hacer! Dijo Radha para si.  De pronto, una ola mucho más fuerte que todas, rompería contra la playa. Radha al verla, la interpretaría como una negación del océano,  y con desaliento daría media vuelta y les diría: ¡Magín, por favor, no insistan más!. ¡Aquí no hay nada más que hacer! Y Magín, le respondió: ¡Así es! ¡No podemos insistir más!

 Y Radha continuó diciendo: ¡Magín volvamos a Taganga!  Y volverían. Y ese día como cualquier otro en el que nada notable pasara, tendría tan poca luz, que se perdería en un pasado depositado en cualquier oscuro rincón de la memoria. Y ella nunca mas, por no tener ningún motivo para hacerlo, regresaría por esos lares de Taganga.

Radha al ver el golpe rompiente de esa ola más grande que todas, con desaliento le daría la espalda al océano y se retiraría sin entender el mensaje que le estaba dando en ese instante el Universo. Justo en ese momento, un descomunal cardumen de peces proveniente del nordeste, habria desfilado muy cerca de la playa, y sin que nada pasara, se estrellaría contra los farallones de la Isla de la Aguja y seria lanzado en contracorriente hacia la amplitud el Caribe. Llegaría a una de las playas de Dominicana, en donde se haría parte de los sucesos de pescadores ajenos, y daría inicio así, a otros tiempos en otras realidades..

En esta línea alterna de la realidad, Radha presa de la negación y de una absoluta ausencia de compasión y de fe, no lograría encontrar y atraer hacia un mismo carril temporal, la necesidad de los pescadores con el milagro de la abundancia, y los hechos que se presentarían no podrían ser de otra manera.

 

Segunda realidad Alterna: El graznido de las gaviotas y el ruido de los chapuzones a gran velocidad de los alcatraces romperían el silencio del alba, dando paso a  las primeras horas de la mañana. Los pescadores organizarían la faena de pesca, y desde el cayuco guía, tirarían frente a la isla de la Aguja su chinchorro. Después de un largo rato de espera, comenzarían a bracear desde la orilla los dos cabos guías, para traer su bolsa, con todos los peces que pudiesen haber atrapado.

Lo hicieron con movimientos acompasados y firmes, hasta que el chinchorro  se descargara en la arena con el golpe rompiente de una ola, que al retirarse, mostró su contenido. ¡Casi no había nada!  El resultado fue nulo y la decepción mayor. Tiraron el chinchorro dos veces mas, y el resultado cada vez seria peor. El desaliento fue tal que decidieron suspender las labores de pesca. Era evidente que una corriente contraria había alejado los cardúmenes de peces que habitualmente desfilaban al borde acantilado de la isla que se hundía como una muralla vertical en el océano.

Radha con preocupación, veía el desaliento de los pescadores y cuando se enteró que no volverían a tirar el chinchorro, un sentimiento de compasión la embargó. ¡Tengo que ayudarlos! ¡No es justo que tanto esfuerzo no tenga  retribución!. Dijo para si. Se dirigió hacia Magín el líder de los pescadores y guiada por un momento de fe, le dijo: ¡Magín esperen! ¡No recojan todavía los aparejos! ¡Esperen!. Magín con escepticismo, hizo un gesto a los demás y estos se detuvieron. Radha se dirigió al borde de la playa y sin mas preámbulos haría unos extraños movimientos con su mano derecha y pronunciaría unas ininteligibles palabras. Pereciera como si le hablara al mar.

Después permanecería un rato en silencio. Como en espera de una respuesta del Océano. De pronto, una ola mucho más fuerte que todas, rompería contra la playa. Y Radha como si entendiera su mensaje, asentiría varias veces con la cabeza, daría media vuelta y les diría: ¡Ya el mar me escuchó! ¡Magín, por favor, prueben otra vez!. A regañadientes, los pescadores tirarían nuevamente el chinchorro y lo jalarían con incredulidad. La bolsa se descargó en la playa.

La sorpresa fue grande: ¡Venía repleta de peces! ¡Tírenlo otra vez!. Dijo Radha. Lo hicieron y el resultado fue mucho mejor.  El chinchorro sería tirado una y otra vez y siempre volvería repleto de peces. Tantos, que tuvieron que traer un convoy de cayucos que se devolvería a Taganga atiborrado con la pesca. Y ese día, sería siempre recordado como de la multiplicación de los peces, y cada año habría hasta una misa de acción de gracias en honor a aquella extraña mujer que realizó ese milagro, y que nunca mas, como lo dicen los que conocieran esa historia, regresaría por los lares de Taganga.

Radha en esta realidad alterna al ver el golpe rompiente de esa ola más grande que todas, sintió el mensaje del universo. Y llevada por la compasión y la fe,  no desfallecería, y así, lograría encajar en su realidad los tiempos de la necesidad, con los de la abundancia, en el llamado “milagro”: un suceso extraordinario y maravilloso, que aparentemente no tendría explicación.

Y  también ese mismo día, como muchas cosas que sucedieron a partir de ese “milagro”, uno de los pescadores con su parte de esa pesca, pudo pagar por fin la universidad de uno de sus hijos. Y con el tiempo, este se convertiría en un gran médico y salvaría muchas vidas.  Esa por ejemplo, sería una de las tantas retribuciones de ese pequeño acto de fe de Radha, que  hilvanaría  un hilo de acciones con efectos de buen Dharma, que tal vez se extendería infinito en el tiempo.

Por todo esto, deberíamos mantener siempre viva toda esperanza y nunca desfallecer, para atraer a nuestra línea tiempo el llamado “Milagro”. Y para entender que así, movido por la fuerza del amor, la compasión y la fe, es como funciona el universo.

Sharamatuna, a los primeros 94 días del año del principio del final…

(1).- Libertad Asintótica: propiedad de las partículas sub atómicas, que crea una extraña relación inversa en la agrupación de la materia. Entre mas cerca se encuentre la partícula sub atómica del protón, esta se mueve mas libremente. Entre mas lejos se encuentre, no es posible liberarse de su influencia gravitatoria cuántica, y así de su condicionamiento. Eso explicaría la razón del porqué,  los cuerpos tienen una conformación permanente.

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