Señor Director:
Sé que estamos afrontando una pandemia luego de cien años de la última registrada en el mundo. Sin embargo, veo con desesperanza y tristeza como un hombre gobernante regional, víctima del covid-19 con sus familiares fallecidos, no acepta que necesita ayuda y apoyo de Dios, además de las instancias nacionales y el relacionamiento en buenos términos.
Es triste y decepcionante como desvía su responsabilidad diciendo sandeces, que su administración no tiene responsabilidad de la mortandad de personas, ante esa incapacidad de gestionar mejores servicios de salud preventivo para atender esta gran crisis que no distingue ricos, pobres, bellos o fuertes de los comunes.
A veces pienso que tenemos un gobernante sincrético, que ampara su vida en deidades y el ocultismo para seguir manejando a sus seguidores, perdiendo de foco los hechos reales y el fracaso de gestión en salud que lleva más de cien decesos en esta semana. Es hora que nuestro gobernador clame a Dios sabiduría y humildad para mitigar los avances de esta pandemia denominada covid-19.
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