Por Rubén Darío Ceballos Mendoza
Somos una ciudad y un departamento donde a sus gobernantes parece nada importarles, solo se muestran interesados en avanzar en sus protervos intereses, populismo arrogante, rampante demagogia, poner las manos y cerrar los ojos sin decir o padecer sentimiento de ninguna naturaleza; mientras, sufrimos el despojo más absoluto en nuestras unidades territoriales, en atención a unos gobernantes y cáfila de foráneos que nos han traído sin que nada de nosotros conozcan, para adueñarse de todo; y no contento con ello, actuar con total indiferencia y desprecio absoluto por todo lo de aquí y de quienes aquí vivimos.
Ciertamente es bastante el número de informaciones que nos llegan de atropellos a todo nivel que sería prolijo enumerar, siendo verdad que no entendemos la razón del porqué con pasmosa impavidez nos hemos dejado imponer cual eunucos mentales tales procederes y preferimos mirar para otros lados, lo que deja en claro que como ciudadanos somos los directos responsables que esto ocurra, por no salir a evitar y vigilar estas situaciones que se han convertido en la vergüenza de nuestros territorios; y más, por cuanto es la soberana gana de un alguno que soportado en el poder y poderoso caballero que es don dinero, considera que puede hacer con nosotros lo que a placer le convenga, sin que le importe nuestra historia, ciudad, departamento y el derecho que tenemos de residir y disfrutar nuestros terruños, contentándonos con hacer monólogos interiores al ver como se nos pasa por encima, como se destroza historia, patrimonio… y apenas algo decimos en conversaciones de esquina que no llevan a ningún lugar.
Tenemos una ciudad y departamento excelentes que a todos nos pertenece y por tanto ameritan que fiscalicemos lo que en sus entrañas sucede, para evitar que se los sigan adueñando, cabalgando sobre sus finanzas y repartiéndoselos como botín de guerra, amparados en nuestro silencio cómplice. Luego, cuando queramos reaccionar, no habrá vuelta atrás, cumpliéndose aquello que luego de rayo caído no hay magnificat que valga.
Viviendo estamos situaciones de lamento, lo que es a todas luces lamentable e inconcebible. Lo que nos está sucediendo en lo sanitario es para hacerse cruces, hasta el punto que somos referentes de mal ejemplo por parte de distintos medios nacionales como regionales de difusión y tribunas de opinión, respecto del manejo infame y podíamos decir que hasta perverso que se le ha dado a la situación de emergencia sanitaria en la ciudad y el departamento, donde se han incrementado los casos de contagio, morbilidad y mortalidad, que en decir de voces autorizadas, no ha sido peor la tragedia, por cuanto un gran número de afectados en la ciudad y otros municipios, han preferido irse a atender a Barranquilla, ante la falta de garantías entre nosotros.
De continuar con esta dinámica, además de los desmanes que se vienen sucediendo con nuestra historia y patrimonio a todo nivel, solo nos quedará mirar al vacío, lo que obliga como ciudadanos que somos de estas tierras, con paso firme y decidido, enhiestos, prestos y dispuestos, tengamos que jugarnos la vida por Santa Marta y el departamento del Magdalena, porque no es con esta clase de políticos que se creen por encima de todo y de todos, como vamos a salir avante. Es la sociedad civil la que debería montar sus defensas desde ya para impedir que sigan haciendo de las suyas con nuestros terruños.
Temo que una vez, y ojalá tarde no sea, esta emergencia y estos gobernantes pasen, no nos queden unos territorios consumidos en su historia y patrimonio; debiendo prepararnos con ideas y fortalezas para reponernos de todo cuanto sea revitalizar nuestra hot pauperizada samariedad y magdalenidad. Ese y no otro es el clamor resonante de lo que está ocurriendo. Por favor, démonos cuenta de lo que nos está sucediendo. Si no lo hacemos, dentro de poco nos preguntaremos si aún existimos. Es hora que vayamos teniendo la entereza de decir basta a quienes mal nos gobiernan; de lo contrario, no tendremos porvenir. rubenceballos56@
