LA TERCERA OLA

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Por Carlos Andrés Salas

Santa Marta está atravesando la tercera ola de contagios por Covid-19. El tercer pico de la pandemia llegó primero a Santa Marta que a los países europeos, ¡que exabrupto!. Un mes aproximadamente llevamos en el pleno pico, los motivos que nos llevaron a él son numerosos, el primero es responsabilidad nuestra, desde hace un año nos vienen diciendo: “mantenga el distanciamiento, lávense las manos, usen tapabocas, eviten las aglomeraciones, los espacios cerrados, eviten reuniones, eventos, etc.”. Todos lo tenemos claro, pero no lo aplicamos, por eso cuando entramos a Instagram, a Facebook o vemos los estados de WhatsApp todos están en fiestas, en paseos, en reuniones, etc. Vemos en la calle que hay personas que ya no están usando el tapabocas, es que por Dios, si cada uno reflexiona, a la gran mayoría de nosotros se nos anda olvidando el tapabocas como si fuese el primer día.

De pronto esa laxitud se debe a la flexibilización de las medidas o protocolos de bioseguridad, o la relajación que ocasiona al subconsciente de muchos la llegada de las vacunas y el inicio de la vacunación, o el hecho de que hay una gran proporción de la población que ya se enfermó por Covid, o por lo menos piensa que ya fue así. En fin, pueden ser miles los motivos para que muchos de nosotros hayamos bajado los brazos ante el Coronavirus.

Ahora bien, no todo es responsabilidad nuestra, el riesgo estaba latente desde el primer día, y por más cuidado que las personas tengan, el riesgo de contagio es tan alto que muchos, a pesar de los cuidados, terminarían enfermándose. Era previsible, ni los médicos con todos los protocolos y elementos de bioseguridad lograron salvarse. Es ahí donde las administraciones públicas tienen responsabilidad. Ante lo evidente, lo que debían procurar las administraciones era evitar la saturación del sistema de salud, la solución ante eso era obvia: aumentar significativamente las unidades de cuidados intensivos y de cuidados intermedios (UCI). En Santa Marta esa gestión falló por completo. El aumento no lo generó el Gobierno Distrital, ni el Gobierno Departamental, el aumento se dio por iniciativa privada y por los ventiladores que envió el Gobierno Nacional. La falta de previsión e inversión por parte de la Alcaldía de Santa Marta y la Gobernación del Magdalena es nefasta, casi criminal.

Todos recordamos como el hoy Gobernador con bombos y platillos anunciaba la apertura de la clínica SaludCoop y que aumentaría allí la capacidad de la ciudad en 100 camas UCI, todo para el beneficio de samarios y magdalenenses, al final, nada hizo, mucho ruido y pocas nueces. Más decepcionante aún, en la Asamblea Departamental destaparon que tan solo se invirtió un minúsculo porcentaje de todo el presupuesto de salud. Mientras que en el año 2019 se invirtieron aproximadamente 42.000 millones de pesos en toda la red hospitalaria del departamento, para el 2020 y en plena pandemia esa inversión tan solo rondó los 1.900 millones. Cuantas muertes se pudieron haber evitado sí esos recursos se hubiesen invertido. Jugaron con nuestras vidas, que miserables.

Sin UCIs la situación es más crítica. En Santa Marta la ocupación de UCI ronda el 90%, sin contar que cada día fallecen un número significativo de ciudadanos que debería disminuir porcentualmente la cifra, pero no sucede. No han terminado de hacerle asepsia a una UCI desocupada cuando llega el próximo paciente a ocuparla. Aún peor, una de las estadísticas que no nos muestran, y que vuelve más preocupante la situación, es la  del número de pacientes que han sido trasladados a centros asistenciales de otras ciudades, que con conocimiento de causa, les aseguro que es muy alto.

No solo la nula gestión, también incentivaron los contagios desde esas administraciones, en la primera ola recorrieron el departamento entregando mercados, y con ello aumentando el número de contagios en municipios donde el virus ni siquiera había llegado. En esta tercera ola vemos como a pesar de que la red hospitalaria ya estaba saturada por casos Covid desde la Alcaldía de Santa Marta y la Gobernación del Magdalena, realizaban eventos masivos, como por ejemplo el de la celebración del día de la mujer. ¡Es un desastre! Es que las Administraciones Públicas deben ser ejemplo, y aquí lo que sucedió fue escandaloso. Mientras ellos propiciaron aglomeraciones por otro lado multaban a muchos negocios por las medidas de bioseguridad. ¡Que cínicos!

En este momento la cabeza del sector empresarial de la ciudad está pensando en la Semana Santa, y es entendible, con un año tan desastroso, la reactivación económica es primordial. Todos cruzamos los dedos para que esa fecha tan importante para el comercio local y de la que dependen miles de samarios pueda desarrollarse en debida forma. Todos queremos salir de esta situación, que la pandemia del Covid termine y volver a la normalidad. Debemos tenerlo claro, ese regreso a la normalidad depende mucho de nosotros, y para eso hay que ser pacientes y no bajar los brazos, por el contrario tener mucho más cuidados.

Para terminar les cuento, hace poco un conocido me decía: “el Covid es un azar de la vida que puede causar la muerte”, y sí, así es, gran razón tiene. En esta tercera ola un buen amigo y su familia se enfermaron, sus familiares perecieron y él, una persona joven, con mucha vitalidad, sin ninguna comorbilidad hoy lucha por su vida desde una Unidad de Cuidados Intensivos, intubado, con un ventilador conectado y un ECMO oxigenando su sangre. Es trágico. Por ese mismo azar del destino, mi familia y yo terminamos contagiados. Algunos con comorbilidades presentes, terminaron padeciendo del virus sin ninguna gravedad y desde la comodidad de sus casas. Mientras que a uno les sonríe la suerte, a otros la muerte. Cuídense, cuidémonos, por los suyos, por los míos, por todos.

  1. Les pido que oren por la salud de mi amigo Jean Carlos Ortega, por su pronta recuperación, para que siga agradándonos la vida con su presencia y su gran nobleza.

carlos_salas_5@hotmail.com

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