La trifulca española

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Por Jaime Polanco 

No hace muchos años los españoles nos sentíamos orgullosos de nuestro pasado más reciente.

La bien manejada transición democrática, la modernización del Estado, el buen funcionamiento de nuestro sistema parlamentario nos acercaba a nuestros vecinos europeos y eso nos daba un punto de orgullo.

También sacábamos pecho por nuestro deporte: tenistas, la élite del fútbol; cantantes, científicos, escritores, directores de cine. España estaba de moda, más de 83 millones de turistas venían a nuestro país a disfrutar del sol, las playas y una de las mejores ofertas gastronómicas del mundo. ¿Pero qué ha pasado para que toda esta realidad se desvaneciera como si de una estrella fugaz se tratase?

La trifulca (desorden, camorra, desconcierto, pelea entre varias personas, según la Real Academia Española de la Lengua) que existe en España en los últimos años, está creando un sinfín de dudas entre inversores, organismos internacionales y turistas, que ven cómo un paraíso bien administrado hace aguas por la falta de liderazgo y visión de futuro de sus dirigentes.

Trifulca la de los partidos políticos, no sólo hacia adentro sino hacia fuera, están dando el peor de los espectáculos en tiempos de crisis sanitaria y económica. Lejos de mejorar sus propuestas y su capacidad de liderazgo se enzarzan en guerras sin cuartel que no les conducen a nada, ni a ellos, ni a la ciudadanía. La aritmética electoral española hace inviable una gobernanza con sosiego y planificación de futuro. Los sucesivos gobiernos en funciones y la alianza anti natura del actual, que cuenta con más asesores que voluntad de resolver problemas, convierten el diálogo político en un circo mediático que hace un daño irreparable a la imagen del país en términos políticos y económicos.

Trifulca la que tienen las instituciones para renovar profesionalmente y sin acentos políticos las altas Cortes, la Defensoría del Pueblo o incluso algunas de las más importantes empresas públicas que inciden en la vida de millones de ciudadanos. Lejos están las buenas maneras de los añorados políticos de la transición que anteponían intereses personales o partidistas en beneficio de una España más moderna y adaptada a su entorno.

Trifulca sin duda la que están originando algunos políticos populistas que crean dudas sobre idoneidad de las instituciones que tanto han ayudado a consolidar la democracia. Desgraciadamente para ellos, cuanto más arremeten, más apoyo popular reciben éstas en detrimento de las ideas torticeras de iluminados políticos con poco fundamento moral y personal para cuestionar las mismas.

Trifulca entre los que tienen que liderar la recuperación económica. Nunca antes han existido tantas diferencias entre empresarios, sindicatos y Gobierno para elaborar un plan común y de futuro que ayude a paliar la desastrosa crisis que la pandemia ha traído a la ya maltrecha economía española. Mas de 4 millones de desempleados, centenares de miles de empresas y pequeños comercios cerrados, industrias enteras arruinadas por la cortedad de la visión gubernamental y lentitud de los instrumentos en manos del Estado, para remediar así sea momentáneamente, la ruina de la economía.

Trifulca permanente entre el gobierno central y las 17 Comunidades Autónomas y (2 ciudades autónomas) que impide coordinar una política sanitaria capaz de dar una respuesta seria y contundente, a los problemas derivados del Covid-19. La lentitud a la hora de tomar medidas desde el gobierno de la nación, ayudado por la ceguera ideológica de algunos asesores, demostraron lo poco que aportaron ante lo que avecinaba. Lo malo es que no han aprendido y no han comprendido las consecuencias después de lamentar más de 100.000 fallecidos.

Pensaron que la corresponsabilidad con los gobiernos autonómicos ayudaría a pasar por alto la torpeza de sus malas decisiones. Se equivocaron. Crearon un reino de taifas entre esas 17 autonomías españolas llevando las respuestas bien lejos de lo que necesitaban los ciudadanos en cada una de ellas.

Poco o nada han sacado nuestros líderes políticos de la crisis vivida este último año. Más desconfianza entre ellos, más distanciamiento con las instituciones nacionales e internaciones. Nunca antes habían estado más alejados de la realidad de los casi 48 millones de habitantes que clamaron desde sus débiles personalismos, consenso, entendimiento y soluciones a sus problemas, por encimas de rencillas baratas de políticos que demostraron ser de segundo nivel.

@JaimePolancoS

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