El mal ejemplo de la alcaldesa de Bogotá

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Por Hernando Fernández de Castro 

En estas líneas he repetido en muchas ocasiones, que, a los gobernantes, los elegimos para que nos gobiernen, para que manejen los recursos públicos en beneficio de la comunidad, por ello, en materia electoral debe primar la razón por encima de los sentimientos al momento de seleccionar a los administradores de la cosa pública.  Los colombianos debemos entender que cuando elegimos un alcalde o gobernador, somos responsables ante toda la sociedad por la decisión que tomemos en las urnas. Pero aquí en Colombia predominan más los sentimientos que los argumentos. Y la doctora Claudia López es el resultado de manejar muy bien los deseos de la comunidad.

Durante el tiempo transcurrido del gobierno de la alcaldesa de la capital, ha pretendido seguir explotando el sentir de sus votantes, cubriendo su incapacidad administrativa, reflejada en la ausencia de logros en beneficio de los bogotanos, acudiendo hábilmente, a justificar su ineficiencia, achacándole sus fallas y falencias al gobierno Nacional.

Parece que esta estrategia aburrió a sus gobernados y a la opinión pública en general, que consideran que, en esta oportunidad, se pasó al culpar de la inseguridad capitalina, al gobierno nacional por proteger a los inmigrantes venezolanos, evadiendo descaradamente su responsabilidad.

El diccionario de la Real Academia española de la Lengua define la xenofobia de la siguiente manera: “Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros” y al xenófobo como al que siente xenofobia.

Igual encontramos que la xenofobia, obedece en muchos casos, a un sentimiento exacerbado de protección a una nación o al sentimiento de discriminación, racismo u odio hacia una población o etnia en particular.

No conozco los sentimientos de la señora alcaldesa de Bogotá, pero de lo que no hay duda, es que sus manifestaciones públicas el día del asesinato del patrullero Edwin Caro al norte de Bogotá, denotan algún tipo de odio o repugnancia hacía unos venezolanos, que han tenido que salir de su país acosados por el hambre, las necesidades, las penurias y los atropellos a los que los han sometido los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.

La responsabilidad del manejo de la seguridad de Bogotá es de su alcaldesa, sin excusas de ninguna especie,  los bogotanos y creo todo el país, se cansó de la inoperancia de esta servidora pública. que se cree todavía en campaña electoral, ejerciendo sus funciones contestatariamente, como ha sido su vida pública, criticando todo lo que hace el presidente, sin proponer soluciones a los problemas de los habitantes de su ciudad, tratando de dividirlos en buenos y malos, donde los buenos son sus seguidores y los malos, los que no comparten sus ideas ni su proceder como gobernante.

Esta metodología política de la doctora López, ya es conocida como el Populismo Autoritario, que se está poniendo de moda en muchos países y que tiende a terminar con la democracia. Hay populismo autoritario de derecha como el de Trump, y de izquierda, como el de Chávez y Maduro.

Todavía no es clara la posición ideológica de la burgomaestre de Bogotá, pero su populismo, llevará a que la capital colombiana, pierda el impuso del desarrollo económico y social que traía. Sin decir que los anteriores gobiernos fueron lo ideal, pero por lo menos, sabían administrar y no manejaron sus administraciones, pensando en campañas políticas o creyéndose presidenciables, antes de demostrar sus competencias como gerentes de la cosa pública.

En varias oportunidades he expresado que los bogotanos son excéntricos en su manera de votar, y muy emocionales al momento de escoger a sus mandatarios, creo que la actual alcaldesa es producto de esa disposición de los capitalinos a experimentar, innovar o improvisar al expresar su inconformismo, escogiendo personas sin experiencia y sin un bagaje que los habilite como administradores públicos.

Mal ejemplo el que le ha dado Claudia López al país, ojalá no repercuta en atropello a los venezolanos, que si bien algunos delinquen en nuestras ciudades, estos no son la mayoría que es trabajadora y honesta, que merecen ser acogidos aquí, como ellos, abrigaron a muchos compatriotas en el pasado y que aún viven en ese país.

Los derechos humanos son de obligatorio cumplimiento para todos, especialmente para los que manejan el poder, que no pueden manifestar ni preferencias ni odios por raza, color político, religioso o étnico en el ejercicio de sus funciones. Las libertades y los derechos fundamentales están consagrados en nuestra constitución para todos, incluidos los extranjeros que habiten nuestro territorio.

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