Aves de Taganga proyecto dirigidos a los niños del sector

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Oriunda de Taganga, pero con raíces bogotanas, Úrsula Martínez García descubrió que el corregimiento donde nació es más que playa, brisa y mar.

Hace dos años le apostó a la educación ambiental como herramienta para promover el desarrollo sostenible, mediante el avistamiento de aves, pero dirigido a los niños.

En medio de las carencias y necesidades de esta población, situada a ocho minutos de Santa Marta (en carro), esta amante de la naturaleza desafía la realidad de pobreza y abandono oficial, educando a los pequeños con un doble propósito: por un lado, arraigarlos con su entorno ambiental, y por el otro a que inviertan de manera positiva su tiempo libre.

Se trata de una iniciativa pedagógica y cultural dirigida a la conservación del bosque seco a través del placer de ver volar a los pájaros, seguirlos con la mirada y notar cómo, unos, con armonioso aleteo, se alejan del alcance de la vista, y otros se posan sobre los árboles donde elaboran sus nidos.

“Los pájaros, con sus diversos sonidos, su vuelo y su colorido plumaje cautivan la atención e interés de los niños, lo que nos permite adentrarlos al mundo natural muy fácilmente”, puntualiza Úrsula.

El programa

Con el nombre de ‘Club Naturalistas y Observadores de Aves de Taganga’, el programa se inició hace dos años con un grupo de 20 niños alumnos del colegio ‘Eduardo Carranza’, de esa localidad. Sin embargo, unos se retiraron y solo quedaron quienes tuvieron más conexión con su entorno.

Hoy cuenta con un grupo permanente de ocho, todos nativos, quienes se han convertido en ejemplo para otros niños en la comunidad.

El equipo de trabajo cuenta con la compañía de la bióloga Ana María Eusse, cucuteña, pero taganguera de corazón, pues desde hace 20 años reside en el corregimiento a donde llegó como turista y allí se casó con un raizal.

Las actividades se realizan cada ocho días, generalmente en el sendero Majagua, dentro del bosque seco, donde se hace el reconocimiento de las aves. Úrsula sostiene que aunque este ecosistema es poco estudiado, con los niños y colaboradores han logrado recoger evidencias de 50 aves.

Entre otras se mencionan dos especies de loros, el carisucio y el bronceado; el turpial amarillo, el bobo punteado, el carpintero habado, gallinazo, el búho ferrugiño y el guacao, un ave rapaz que se alimenta de serpientes.

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