William Zawady, in Memorian…

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Por Rafael Gómez Llinas

Sobre la avenida Campo Serrano, entre las calles del Pozo y la Tumbacuatro,   se encontraba esa casa. Era amplia, fresca, iluminada. De puertas abiertas. Con una impronta de gran hospitalidad, por la manera amable y cálida como recibían allí a cualquier visitante, a cualquier persona, en cualquier hora, no importando su grado de amistad ni su condición.

Y ahí estaba William, en una pequeña reunión que se daba en una de las salas de esa, su casa. Con él estaban, Gladys, Amed, Zulema, Armando, Maria del Carmen, Alberto, Yola y Rafael Maria. Y Alfredo y Jaime, quienes ya hacia un momento se habían ido, pero con la promesa de volver…

Repentinamente, William les dijo: Hermanos: ¡Los evangelios están escritos en un lenguaje con un sentido oculto para preservar el conocimiento! ¡La verdadera enseñanza! Las parábolas deben entenderse como mensajes cifrados expresados por Jesús, el gran iniciado y maestro trascendido, en un lenguaje solo para aquellos con el nivel de consciencia suficiente para entender su lectura. Como él mismo lo dijo: “El que tenga ojos para ver que vea, y el que tenga oídos para entender que entienda”.

William entonces, tomó una Biblia, la abrió, y comenzó a leer uno de los pasajes del evangelio de San Juan. 5. 1. “El Paralitico de Betesda: Después de esto había una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, cerca de la “Puerta” de las ovejas, un “Estanque”, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene “Cinco Pórticos”. En estos yacía una multitud de “enfermos, ciegos, cojos y paralíticos”” que esperaban el movimiento del agua, porque un “Ángel” descendía de tiempo en tiempo al estanque, lo tocaba y agitaba el agua, y “el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera”. Había allí un hombre que hacia treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba tanto tiempo así, le dijo ¿quieres ser sano? El enfermo le respondió: Señor no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo”.

Hermanos, veamos el verdadero significado de esta parábola de Jesús, dijo William con voz fuerte y convincente: La Puerta a la que se refiere, es el umbral entre lo consciente y lo inconsciente. Al portal entre la vida y la muerte. Por ella salimos al mundo manifiesto y por ella, entramos otra vez a ese otro estado en donde el espacio, el tiempo y la energía se agotan: Es el momento de la muerte, pero también de la creación. Es la frontera entre una dimensión y otra. Entre una vida que fenece y otra que nace. La frontera entre Universos.   

 

Rafael María lo interrumpió y dijo: William yo agregaría que esa Puerta se refiere a la frontera del “Horizonte de Sucesos”, como llaman en la física teórica, al Portal de una singularidad: Los sucesos dentro del campo de afectación de un Agujero negro. Y es tal su intensa gravedad, que en su interior, todo: La materia, el espacio, el tiempo colapsan. Mueren por así decirlo. Se hacen infinitos y hasta la luz desaparece en un campo de gran unificación de todas las leyes conocidas de la física: El llamado Campo Unificado: Dios mismo para decirlo de otra manera.

Gladys intervino también y dijo: Niñitos, yo  diría que esa Puerta, ese agujero negro del que Rafa hace referencia, es algo así como el “Ojo de Orus” en la tradición egipcia, o el “Ojo que todo lo ve” en la simbología Masónica, o como la glándula Pineal, el llamado por muchos, “Tercer Ojo”. Un Agujero Negro es entonces, un Ojo, una Puerta, por donde pasa y se concentra en su interior toda la materia creada.  Allí se anulan transitando hacia la NADA, hacia alguna otra dimensión distinta, mundos, estrellas y universos enteros. Es una puerta hacia otra realidad. ¡Es el campo de la creación!.

Así es Gladys. Le dijo Rafael: El Ojo que todo lo ve en la Masonería, es el símbolo del “Gran arquitecto del universo”, y se refiere también a esa misma Puerta, ese Ojo que se dice que todo lo ve, porque todo lo contiene. Que es fuente de todo lo creado. El Ojo de Orus en la tradición egipcia también es ese Portal y se refiere a ese campo trascendente de la creación. Su forma coincide con el de la glándula pineal. ¡Y se trata de ella misma!. La glándula pineal es ese tercer Ojo para ver clarividentemente y es considerada por muchas culturas como el asiento el alma… De hecho lo es.

Y William acotó: Así es. Se dice que es el portal de entrada a otra realidad. Tiene que ver con la Puerta por donde se escurre el alma en el momento de la muerte con el colapso físico y de la conciencia y su tránsito hacia ese campo trascendente de creación. Hacia otro estado dimensional. Es el umbral del momento de la muerte, pero también de una nueva vida.

Es el mismo “Ojo” que nos permite ver estados mas sutiles de la realidad: Clarividencia, intuición, visión de los cuerpos sutiles del ser. Dicen los Mamos, que esos sentidos sutiles con los que todos nacemos, se atrofian a los siete años de edad, por el contacto con la realidad común. Razón por la cual los niños indígenas que son escogidos para ser Mamos, son aislados de la realidad en compañía de la madre, en un ambiente de oscuridad hasta después de esos siete años, para fijar esos sentidos en su consciencia, evitando su perdida, y permitiendo que los Mamos ya adultos, gocen de manera natural, de esos sentidos extrasensoriales.

Alberto intervino diciendo: Todos estos conceptos tienen unas expresiones en común: Un Ojo; un Agujero; un Campo Trascendente de Creación; una Puerta, de entrada en donde todo se agota, pero a la vez, de donde surge hacia otro estado dimensional un nuevo universo. Una nueva vida. La visión de una nueva realidad. La gran incógnita es si esa glándula atrofiada después de los siete años en el ser humano común se pudiese restaurar, no solamente para despertar aquellos sentidos perdidos, sino para volver a abrir ese portal de entrada a esa otra realidad: A la de la vida después de la muerte. A la trascendencia del alma, a la perpetuidad del ser.

Así es, le respondió Amed. Para eso, debemos trabajar en la eliminación de  los defectos, en el permanente recuerdo de si, en la auto observación. En vivir siempre el presente. Ese “Cuarto Camino” del despertar de la Consciencia que nos enseñaran Gurdjieff y Ouspensky. Y además, en interiorizar el sentimiento del amor y el perdón: La única fuerza verdadera que todo lo restaura. Que todo lo sana. Y por supuesto en la meditación: La única práctica consciente que nos acerca en vida, y antes del transito dimensional de la muerte, a la apertura otra vez, aquí y ahora, de esa Puerta de la creación.

Luego Yola preguntó: ¿y el estanque de las aguas quietas? William intervino y le respondió diciendo: El estanque de aguas quietas es un espacio sin tiempo, trascendente. Se refiere al campo de todas las posibilidades y de potencialidad pura en donde se aquieta toda la creación, para surgir luego en una nueva, fresca y renovada..

 Y los cinco pórticos de entrada se refieren a los cinco sentidos que nos vinculan a la realidad. Ir mas allá de esos sentidos comunes, acallándolos, en estados de gran armonía, como en la meditación o como en el momento de la muerte, nos acerca a ese estanque de aguas en reposo… ¡a Dios!

Y la multitud de paralíticos y lisiados que yacían en  esos pórticos,  se refiere a los defectos, miedos, egoísmos y lastres del alma que cargamos y nos hace seres lisiados, minusválidos de alma, que nos impide acercarnos y mucho menos entrar con prontitud a ese estanque de aguas sanadoras. A ese contacto con la fuente creadora. Nos impide hacer contacto con Dios..

Yola al oír esto opinó: El movimiento de las aguas, es entonces, el desequilibrio de las fuerzas en reposo que desatan la creación. El nacimiento de un universo, se origina cuando se tocan esas fuerzas opuestas, determinadas por una intención pura, y se mueven esas aguas de ese estanque de aguas quietas. Ese “movimiento” es el momento de la gran explosión, ese AUM primordial, el Pranava mantra, esa unidad con lo supremo que combina lo físico con lo espiritual; ese primer sonido de donde surge la creación.

William continuó: Y Yola, el ángel que desciende de tiempo en tiempo y agita esas aguas en reposo, es esa pura intención. La pura idea que desequilibra  esas fuerzas creadoras en ese  justo momento que antecede a la creación. “El que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera”: Esa enigmática aseveración de Jesús, se refiere a ese primer pensamiento; al primer deseo que se origina al borde de la NADA de ese campo unificado al hacer contacto con la pureza inmanifiesta de esas “aguas en reposo”… Pensamiento o deseo, que surge luego convertido en otra realidad  al campo manifiesto…  A la vida.

Como en el “milagro”, que a partir de la NADA de ese campo trascendente, la  intensión pura cambia dramáticamente cualquier estado de las cosas. Además el Ángel, es un ser de luz, una figura primigenia, impregnada con la pureza del primer momento de todo pensamiento creador. Libre de toda causa y así de los efectos, y responsable de ese primer impulso de la dinámica creativa. Conductor de las fuerzas que se desatan en ese momento todavía sin tiempo y sin espacio, que antecede al mundo de lo manifiesto. Representan a una inteligencia superior. Son espíritus puros. Son los arquitectos, los Devas de la realidad. Los agentes transformadores en hechos, de las intenciones y los deseos puestos en Aluna.

En otra lectura, son seres superiores, estelares, que han conducido desde siempre a la humanidad. Recuerden: Nosotros, realizamos el mayor acto de cambio de la realidad que pudiese hacer grupo alguno, cuando reiniciamos el giro del “Circulo de Pensamiento del Corazón del Mundo”, sobre la Línea Negra, apagado desde hacia casi quinientos años por el impacto del desembarco invasor, con el ritual que hiciéramos en “Katiw Morou”, el Morro de la bahía de Santa Marta, luego refrendado en un pagamento con los Mamos Menjabin y Seukukui, como parte de una misión encomendada por esos mismos seres de luz, cuando irrumpieron en el ensueño lúcido al que accedí en una velación que me hicieran una noche de plenilunio en casa de Zulema…

Zulema sonriente como siempre, cuando William la mencionara, intervino dando su visión: Todo esto que han dicho, se asemeja al concepto de creación expresado en la historia milenaria de los Mamos de la Sierra Nevada: “Primero estaba el Mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, plantas ni gente, ni animales, ni  nada. Solo el Mar estaba en todas partes. El Mar era la Madre. Ella era agua, era río, laguna, quebrada y Mar. Así, primero sólo estaba La Madre. La Madre no era gente, ni  NADA, ni cosa alguna… Ella era espíritu de lo que iba a venir y era pensamiento y  memoria.  Ella era  ALUNA”…

Y William, al oír esto, dirigió su mirada hacia Zulema. Y su espíritu amplio, inquieto, libre, que nunca había perdido su capacidad de asombro ante lo desconocido, que siempre iba detrás de lo misterioso y sin explicación,  buscando respuestas en los rincones de la consciencia a los que nadie llegaría, quiso penetrar para descifrar, esas fronteras poéticas de Aluna cantadas por los Hermanos Mayores.

Miró otra vez a Zulema, pero percibió entonces, que su mirada ya no era la misma de aquella hermana querida, cercana, cómplice de sus ensueños y búsquedas, sino que eran sus ojos, la fuente de luz de la Madre Divina, su devoción y su guia en este mundo. Y en ese momento fue cuando William se dio cuenta. Todo lo que se hablara en esa reunión ya no eran opiniones, ni disquisiciones. ¡Era su propia vivencia!. Él ya había traspasado esa Puerta descrita en ese evangelio de San Juan, y se encontraba inmerso en ese espacio  sin tiempo… Simplemente porque  él,  ya estaba en Aluna.

Esa reunión, no fue sino el ultimo instante, del ultimo de los pensamientos en esta, la ultima de una de sus vidas, y seria también el inicio de la totalidad de su próxima vida. Comprendió, porque lo estaba viviendo, que en el momento de la muerte, la persona literalmente “recoge sus pasos”, regresa en el tiempo y recorre toda su vida. Desde el principio. Que en ese momento de la muerte, hay una anulación del tiempo por la pérdida de la conciencia, desaparece el espacio y  todo se acelera más allá la velocidad de la luz. Con la muerte, la condición de trimencionalidad se desprende de la conciencia, el ser se transforma en energía, y todo lo que se acelera más allá de la velocidad de la luz, se vuelve infinito. Retrocede en el tiempo. Vuelve al pasado. Así, toda su vida vivida, mejor todas sus vidas, las recorrería nuevamente. Y en un instante. Porque eso que estaba viviendo, era el momento del comienzo otra vez, de su pensamiento vida: Un pensamiento que se recuerda y se introduce en si mismo, viviendo otra vez todo lo de su vida, siempre desde el principio. Un pensamiento que refleja un espacio tiempo en el que ese mismo pensamiento se recorre a si mismo, reiteradamente. En distintas dimensiones, en muchísimas vidas, y en la misma, y única vida…

Y que ahora los recorrería una y otra vez, navegando siempre sobre esa escala alta de su búsqueda espiritual, su música, su brillantez, su gran imaginación, su clarividencia natural, su generosa amistad, y con el inmenso amor por su Silvita de su corazón, que lo acompañaría de la mano en ese momento supremo, y por siempre, en todas sus vidas. Por eso en esa reunión, que era el final pero a la vez el comienzo de una de sus vidas, pronunciara, como siempre lo hiciera al final de ellas, las siguientes frases sin tiempo: “¡Estamos en un nuevo mundo, estamos ya en el!”… “¡Estamos en un nuevo mundo, estamos ya en el!”… “¡Estamos en un nuevo mundo, estamos ya en el!”…

 

Por eso, tenemos la certeza de que en algún tiempo, en algún espacio de las altas esferas, seguramente en ese nuevo mundo que tu siempre vislumbraras, te volveremos a ver William.

Con amor..

 

Sharamatuna, a los primeros 66 días del año del principio del final…

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