“Florence”. 5ª parte. “El Patio de la Parra”

286 0

Por Rafael Gómez Llinas

El  destino cruzado de Florence solo empezó a  desatarse  cuando los hilos del verdadero curso de su vida comenzaron a tensionarse para enderezarse y recomponerse a su  favor, el día en que “la Florecita”, el barman del burdel  de la “Madame Papindó, se torció el tobillo al caerse del taburete en el que estaba encaramada babeando de la envidia, mientras miraba furtivamente por encima de un cancel a Lulú, una “madeimoselle” de estreno enla casa a la que no le habían asignado todavía habitación, cuya gracia consistía en la belleza de sus grandísimos ojos azules y el calor abrazante de su mirada, su piel porcelanizada de muñeca japonesa y su insaciable voracidad de ninfómana empedernida en contrastaste con su cuerpo menudoy frágil, que con sus ojos despepitados, en agonía y como a punto de salir volando, sudaba y gemía  atarugada en medio de espasmos de felicidad, goce y dolor, cuando era poseída, más bien empalada hasta el teque por el negro Guacamole, un avezado cabrón de alta puta, veintiocheno de medida,semental de prueba de la casa, y uno de los camajanes mas notables y sueltos de todo el litoral.

La Florecita perdió el equilibrio al soltarse de donde estaba agarrada por  llevarse la mano hasta su bocaabierta de estupor y de incredulidad, al ver  aterraday ansiosa como Lulú a duras penas y conmuchísima dificultad,  podía resistir arrodillada sobre una mesita de centro, las embestidas de guacamoleen la postura del elefante. Cayó estrepitosamente en medio de quejidos y alaridos, e histérica no dejo de gritar como si fuera ella la atropellada por  aquellaenorme locomotora negra.

Hasta la casa se estremecía con cada arremetida de Guacamole, y la estantería y las mesas del bar se tambaleaban poniendo en riesgo la estabilidad deadornos, vasos y botellas, con cada golpe de esepoderoso ariete. Con el temblor devastador desatado por los golpes de cojón de guacamole, colmados además por la valentía de Lulú y el inesperado despaturre de la Florecita, se armó un alboroto de miedo que desató la gritería contenida de las “madeimoselle” como si  todas, atentas, sabiendo  del  trance de goce y dolor de Lulú, y a la vez ansiosas y excitadas, quisieran igual que la Florecita,  compartirlo de alguna  manera  con  ella.

En medio de ese terremoto de histeria y lascivia de pronto apareció Florense vociferando y de mal humor por la siesta interrumpida con tanto estropicio. Estaba parada en la puerta de su habitación que tenia una ubicación de privilegio frente a una pequeña oficina y al apartamentico de la Papindó, que le fue dada como reconocimiento a su belleza, carisma y  preparación, con la que además se ganó de oficio el rango de senescal ysegunda de a bordo en el burdel. ¡Coñons!.. ¡Dejen, ya, de, gritarrr!.. ¡Ustedes parrece que nunca hubierran visto una Mondá,  nojodaaa!(sic.)  gritóFlorense desafiante y de muy mal humor caminando a zancadas con los brazos en jarras a la cintura, hacia el salón principal del burdel.

¡Perro si no es sino Guacamole!… ¡Cual es la novedad!… Cual, es, la vaina, señorritas?(sic.).. vociferó. Las Madeimoselles quedaron de cara a Florense paralizadas y sembradas por un momento en el amplio salón de baile de la casa  mirándola  como  girasoles en el campo vueltos hacia el  sol,  con unos  ojos que oscilaban entre el reproche y la resignación de un  cordero degollado. ¡Vayan  a hacerr oficio, vayan a dorrmirr, vayan a culiarr, vayandonde les dé la gana!… ¡Perro, dejen ya, de gritarr! (sic.)les gritó Florence.

Todas las Madeimoselles inmediatamente reaccionaron a los gritos de Florence y como si fuera una orden corrieron a lado y lado hacia los jardines de crotos y fauna artificial, buscando el corredor de sus habitaciones y despejando de golpe el  inmenso salón.    

Y ahí fue. Tal como si  todo se hubiera alumbrado de golpe con una luminaria de  un  millón de vatios,cambiando la polaridad de las fuerzas quemantenían  el curso de su vida sórdida y estéril. En el otro extremo del salón, ya despejado, de frente aella, se hallaba sentado en una mesita con elsemblante de un naufrago extraviado en la soledaddel océano, Acacio Miguel Gamero Llanes. Había sido enviado expresamente por su jefe el contador principal de la United, amigo y cliente asiduo de la casa, para que ayudara a la Papindó a organizar las descuadradas cuentas del negocio.

Y ella, no se encontraba. Había salido por un surtido de enlatados, jamones de Virginia, quesosHolandeses, caviar rojo del mar caspio, frascos de encurtidos, los más variados y finos licores y champagne, servilletas, vasos y copas al comisariato de la United, y por una remeza suficiente de esencias de naranja y almendras diluidas en aceite mineral para masajes corporales, sedosos lubricantes para facilitar penetración por doquier, numerosas barras supositorias asépticas de alumbre, cajas de tabaquito chino, retardantes americanos en spray, estimulantes infalibles paraerecciones permanentes de origen natural, consoladores de goma texturizada, pimienta voladora para alejar las malas influencias y la envidia, juegos de dildos, plugs, anillos vibradores yun sin numero de otros curiosos artilugios de perversión sexual y sadomasoquismo, traídos de Aruba de contrabando al puesto de Alvarito Britto su proveedor de confianza, situado en la vecindad de las colmenas de mercancías contraventoras de San Andresito. Dejó dicho con la Florecita que si el recomendado de Don Juan Cascandet su amigo contador aparecía por allí lo atendieran por favormuy bien, mientras ella llegaba.

Y así fue. La florecita le ordenó a una de las Madeimoselles que le brindara lo que quisiera. Él, humilde y respetuoso como era su costumbre, solo se  conformó con pedirle una gaseosa  Kola Román, la que curiosamente como una sutilinsinuación, le fue servida por esta con charola de plata, en una copa de champagne. Acacio nunca había entrado a un sitio como este, y mucho menos había estado presente en una situación de esa naturaleza. Su timidez y su introspección, una vida ordenada por la disciplina del estudio y las costumbres sanas, su responsabilidad, elcumplimiento estricto de sus deberes inculcados desde niño por la crianza de su abuela paterna, y elcompromiso irrevocable de ser “alguien en la vida” ante la falta prematura de su padre, lo habían aislado de sucumbir a la tentación de ir donde las putas.

Sin embargo era todo un hombre. Desbordado en hormonas, imaginación y sensualidad. Desde los doce años se estremecía con la belleza femenina, y desde esas épocas se recreaba con las fotos de esplendidas y voluptuosas mujeres nórdicas, que aparecían desnudas en los  almanaques sacados por Carlos Constante su tío político de los barcos Holandeses, Suecos y Noruegos, cuando iba a proveerse de mercancías menores al puerto, y que de segunda mano furtivamente después le regalaba, dándoles vida y recreando él en su menteinacabables encuentros sexuales con todas ellas al mismo tiempo, en largas sesiones de onanismo.

Estaba sorprendido. Estaba mareado. Era como silas mejores imágenes de los mas inimaginables candelarios de “monas” desnudas hubiesen cobrado vida de repente y estuviesen allí delante de él, de cuerpo entero, sonrientes, excitadas y transpirando sexo por todas  partes.  No podía creer que él estuviera allí en medio de ese nirvana de sexo y placer rodeado de tantas mujeres bellas. Estuvo a punto de irse, arrastrado por un golpe de pudor con las manos como cortina de tape en la pretina, cuando él mismo fue tocado por toda esa excitación colectiva en el momento en que se cayó la Florecita, pero su sentido de responsabilidad lo detuvo. De repente oyó unos gritos al fondo del salón, y vio como todo cambiaba.

Miró  hacia  donde  provenía  la voz, y vio venir a una mujer muy, pero muy hermosa. Como Afrodita saliendo de la espuma de las olas del mar. Estaba ante si la visión de la hembra más bella que jamás hubiese conocido. La más bella del mundo. Y su belleza, desdibujó hasta la desaparición en su memoria, el recuerdo y la contabilidad de las más guapas y apetecidas “monas” retratadas en las más provocativas posiciones, en aquellos esplendidos calendarios nórdicos.

A medida que  ella se  acercaba,  podía  distinguir debajo de la transparencia de su Baby Doll, la silueta de su impresionante y voluptuoso cuerpo, lospezones rosados que coronaban su hermoso y bien levantado busto, su  abultado  monte  de venus con la sombra provocadora de sus vellos dorados, sus piernas largas y torneadas, la erótica delicadeza de sus pies, también las curvas infinitamente sensuales de sus caderas, su impresionante derrier quesobresalía  explosivo y con coquetería  por debajo de la blusa, su espesa cabellera rubia en desorden,precariamente recogida con una peineta de carey, su boca trompuda y sensual, su nariz perfecta, la armonía y hermosura de su rostro con unos ojos grandes y de un azul profundo que lo miraban fijamente y con  asombro, que le hicieron sentir ya muy cerca de  su presencia, los aires de un olor que inmediatamente le hicieron evocar la sensación  de los recuerdos cálidos y lejanos de la ternura de su madre, y que sin ninguna explicación, lo pondrían en vilo, lo dejarían sin respiración,  y casi, casi que lo hicieran llorar.

Sus miradas se tocarían con el balance y equilibrio de dos fuerzas opuestas que se atraerían después de soportar eternidades de desencuentro, desatando todavía imperceptible, la explosión de un  universo  diferente,  lleno de amor y sentimientos,del que no tuvieron conciencia en ese momento dada la dimensión limitada en la que navegaban  sus  sentidos  todavía  desafinados.

Y Florense, sorprendida, solo vio un par de ojos grandes, asustados, que  la  miraban desde el fondodel salón como lunas repetidas engarzadas en el alma de un hombre joven, espigado, que arrastraba con timidez un aura  impregnada de los registros ysimilitudes con el  olor de  la  tierra  fértil; con lasnoches estrelladas; con el sonido del torrentetrasparente de las aguas de los ríos que bajaban de la Sierra Nevada, y atraída sin enmienda, se le acercó cautelosa, sin perdón ni resistencias en elalma, pero a la vez blandita y entregada a él conmuchos, con muchísimos, siglos de anticipación.  

Y así, después de aquel encuentro a Florence lecambió el humor. Volvió a ser la mujer soñadora yromántica que siempre había sido. Renació en ellala esperanza del amor y con la mirada alta, empezó a mirar con esperanza hacia el futuro y hacia “costas lejanas” horizontes de felicidad… ¡De mucha felicidad!.

Florence ese día, y solo ese día, se dio cuenta con certeza que nunca más volvería a Francia. En el relámpago del cruce de miradas con Acacio Miguel, vio en un alargado segundo, el desfile en retroceso de toda su vida y hasta de la vida y gestas de todos sus antepasados de sangre azul lapislázuli, hasta las obscuridadesde la Edad de Hierro en las tierras de la Galia, con un antiquísimo rastro de nobleza, blasones, heráldicas y brillantes armaduras de un linajeverdadero en su  heredad, que se disolvería en el olvido cuando ella ese día tomara por fin el rumbo sin regreso del amor. Y porque tal como lo dijera Walt Whitman en su “canto de mi mismo”, se quedara aquí para siempre y en un día y una noche, encontrara el origen de todos los poemas.

Y mientras tanto, en sentido contrario, a diferencia de Florence, la elite bananera ansiaba por arribismo, complejo racial y novelería vivir en Europa. Padecía de la fiebre alta de la “Bruselitis”, en alusión a la “Bruselosis” la enfermedad infecciosa del ganado, una forma sarcástica de llamar a la pretensión de vivir en Bruselas, para gastarse en lujos y en una Dolce Vita prestada y decadente,el jugoso cheque mensual que la United les pagaba por el costoso arrendamiento de la tierra. Se acostumbraron a eso.

Y con el prospero negocio del banano vendríaentonces, una barahúnda de revendedores de ilusiones, inversionistas convencidos, falsos archiduques, vividores, rebuscadores, farsantes,y hasta comerciantes verdaderos. Y esosCienagueros privilegiados, traerían de Europa finos pianos de cola que a una determinada horadel día sonaban al unísono en las casas de las familias importantes, ropa fina y a la moda,costosos e innecesarios vehículos que rechinaban en la resolana de esas calles polvorientas, construirían lujosas mansiones y palacios, adquirirían buenas maneras ysofisticadas costumbres importadas de Europapara exhibirlas, como una forma disimulada de restregar una inexistente superioridad a las personas del común.

Esa elite pretenciosa no se bañaba en el mar por considerar que se contaminarían con la plebe y por eso Ciénaga creció y todavía hoy se encuentra de espaldas al Océano. No comíanCayeye por ser un plato para obreros, negros yesclavos cuya receta solo hasta ahora han reivindicado como moda, en un remedo de nostalgias de la bonanza de esas épocas, y vivían una vida de espejismos que se desvanecería cuando la United se fue de la Zona Bananera. Por eso Ciénaga es, y ojalá no lo sea para siempre, esa ciudad desfondada de los “espejos o de los espejismos”, descrita con certeza por García Márquez en Cien años de Soledad.

Y por eso en Santa Marta todavía hoy, esa misma marchita, estática y poco creativa elitebananera, sus descendientes y sus adláteres, con algunas contadas excepciones, viven de la ilusión de la milagrosa aparición de otra bonanza parecida, aunque fuese una intercalada como aquella pavorosa de la época de la “Marimba,que los salvó temporalmente del desastre de una pobreza vergonzante, porque se acostumbrarona recibir y solo a recibir, y nunca a dar, y sinninguna imaginación, mucho menos a crear una inclusiva y diversa riqueza verdadera; invierten y hasta compran en cualquier otra parte menos aquí, respiran en una burbuja que incluye a lo sumo dos o tres lugares de la ciudad para no contaminarse, viven de espaldas a las dificultades y necesidades sociales las que ni siquiera les interesa conocer, y como si fuese un reinado, se perpetuarían en el poder solo a conveniencia de sus propios intereses y bolsillos, y por eso, perderían su manejo a manos de unos peores que ellos, y que como se descuiden, un día de estos amaneceremos con la inverosímil noticia que fueron arrojados todos al mar.

Ojalá, el rumbo de su propio viento cambie y eso nunca suceda Se necesita, que ese aire rancio, detenido en el tiempo y negado al verdadero progreso se ventile, que circule, para que lo respiremos todos por igual.

Porque hay otra gran bonanza que ya viene en camino, que no podemos perder y que seguramente será la ultima. Y que será de todos. Una que tiene que ver con el cambio del monótono e interminable color verde del banano y de la palma que agota los campos y la biodiversidad, por la colcha multicolor, rica ydiversa, de diferentes frutos de la tierra como despensa indispensable hoy más que nunca, de muchas latitudes; con la riqueza vital de unaCiénaga Grande protegida de depredadores, desecadores e invasores; con la belleza alucinante de las bahías que bordean el litoral deSanta Marta con su historia y tradicionesintactas, y su joya de la corona, el Parque Tayrona, de propiedad de todos; con la enigmática Sierra Nevada, la elevación mas alta de la tierra cerca al mar con sus misterios y susMamos poseedores de una sabiduría milenaria,como patrimonio de la humanidad, engarzadas todas ellas, como cuentas multicolores y diversas, en el hilo en común de la conservación de la biosfera y de la naturaleza, como aquel “Juego de abalorios” de Hermann Hesse que trata de encontrar la manera de integrar el todoen un simple algo, en el que cabrían todos los conocimientos científicos, culturales, históricos, arquitectónicos, el cuidado de la biodiversidad,la supervivencia humana, la riqueza individual de la mano con la colectiva, el goce del espacio y  el respeto  por Gaia, en la sola cuenta de abalorios de una naturaleza única e irrepetiblenecesariamente muy bien conservada, que seriaadmirada, venerada y gozada, por todos los visitantes que vendrían desde las cuatro esquinas del planeta Aserá.

Continuará..

Sharamatuna, a los primeros 45 días del año del principio del final..

Related Post

Transformarnos para bien

Publicado por - 15 noviembre, 2022 0
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza Tenemos que ser como país territorio de derechos y libertades, de transformación, esa que es…

El Carrillo

Publicado por - 24 enero, 2021 0
Por Carlos Andrés Salas El “carrillo” en algunas partes del mundo hace referencia a la “mejilla” o al “cachete” como…

El equilibrio en la política

Publicado por - 17 julio, 2022 0
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza El equilibrio, que para los efectos de la consideración política debe ser social principalmente, entre…

Ruidos de avalancha

Publicado por - 17 abril, 2022 0
Por José Félix Lafourie  Son muchas las preguntas sin respuesta tras de los resultados electorales del 13 de marzo, las mismas…

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!