La Bióloga que busca ADN de manatíes en el Magdalena

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Desde muy pequeña Susana Caballero amó el mar. Cuando iba de vacaciones a Cartagena con su familia, cada mañana su abuela la despertaba al amanecer y la llevaba a caminar en la playa y a buscar conchas. “A mí me quedó tan marcada esa relación y ese amor por el mar que me inculcó mi abuela, que desde ese momento lo único que quería era estudiar el mar y los animales del mar”, cuenta Caballero quien se convirtió en bióloga y microbióloga.

Su carrera la ha dedicado sobre todo a estudiar cetáceos y desde hace 20 años investiga a las ballenas jorobadas que llegan a Colombia desde la Antártida para dar a luz a sus crías. El último tiempo ha incursionado en nuevas tecnologías. Con la técnica del ADN ambiental, Caballero, quien es profesora asociada en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Los Andes en Bogotá, ha podido rastrear, junto a un equipo de investigadores, los lugares donde aún habitan poblaciones de manatíes (Trichechus Manatus), un animal que se encuentra Vulnerable a la extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

¿De qué se trata la técnica del ADN ambiental?

“Buscar restos o pequeñas porciones de ADN que quedan en el ambiente, principalmente en agua, y así saber qué organismos están en la zona. Es interesante, para completar listados de especies y también se puede utilizar como técnica para hacer monitoreo de ecosistemas”.

¿Al analizar muestras de agua se puede saber qué animales habitan en el área sin verlos?

“Exactamente, de eso se trata. Básicamente es como una fotografía del lugar en un momento específico, porque el ADN se mantiene en el lugar por una cierta ventana de tiempo”.

¿Cómo llega el ADN de los animales al agua?

“Lo que sucede es que todo el tiempo, los animales o los organismos vivos están de alguna manera liberando ADN al medio en el que están. Sueltan células de la piel, en la orina también van células del sistema urinario y en las heces van células de su cuerpo. Esas son maneras en las que el ADN se suelta del cuerpo y queda en el medio”.

¿En qué lugares del país está trabajando con esta técnica?

“Hicimos el trabajo de campo para estas investigaciones durante 2019 e inicios del 2020, antes de la pandemia. Hemos tenido dos frentes. Uno de ellos fue buscar manatíes en lugares del Caribe colombiano. Aquí, los manatíes, al contrario de otros grupos de esta especie en el Caribe que están en zonas marinas, están en los ríos: en la cuenca del Magdalena y la del Sinú, que desembocan en el mar Caribe. Lo que hemos hecho es una serie de salidas de campo por el río Magdalena, por las ciénagas que forman el río y varios lugares específicos donde se habían visto o se sabía que habían existido manatíes.

 

También estuvimos en la zona del Golfo de Urabá, en la frontera con Panamá. Esa es una zona interesante, pero donde tristemente no se ha podido hacer mucho trabajo científico por temas de seguridad en el pasado. Tuvimos la oportunidad de ir a hacer un trabajo allí, en algunas de las desembocaduras donde llega el río Atrato, que también es un sitio interesante y que tampoco ha sido muy bien explorado.

Ha sido un trabajo increíble porque hicimos un viaje en carro desde Bogotá. Nos fuimos siguiendo el curso del río Magdalena, casi hasta Cartagena. Bajamos por Córdoba y regresamos a Bogotá por carretera desde Medellín. Después, otro grupo de investigación fue a Urabá. Son unas muestras muy interesantes porque nos han permitido conocer mucho del país”.

¿Cómo obtienen el ADN?

“Tomamos muestras de agua, las filtramos y de esto es de donde lo sacamos. Ahí puede haber ADN de manatíes, de peces, de aves. Tuvimos la oportunidad de entender un poco más las comunidades de vertebrados que hay en ese lugar”.

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