“La Montaña Sagrada”. 14ª parte. “Las Ruedas del Tiempo”. “El arribo de Ariadna”

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Por Rafael Gómez LLinas  
  El Mamo Seukukui inesperadamente, tomó a Ankimako por el brazo y se alejó con él hasta la muralla de piedras que confinaba la Tierra Sagrada. Ya allí, fijó una mirada tranquila en el horizonte, ysacó de la mochila su “Poporo”. Tomó el palito curtido por tanto uso, y como si lo limpiara, lo restregó varias veces en el borde de esa ya fosilizada calabacita. Machacó el calcio depositado en su interior y lentamente sacó una pizca grande y la combinó con el amasijo de hojas de coca que mascaba en su boca. Mientras “Manbeaba”, sin dejar de mirar alto en el horizonte, le dijo a Ankimako: ¡Mira¡… Se lo dijo, al mismo tiempo que señalaba con la varita del Poporo, por encima de la muralla hacia el sorpresivo y espectacular horizonte marino que se abrió de repente al fondo del paisaje. Ankimako solo vio a lo lejos un sol en medio de arreboles anaranjados, declinando detrás de una enigmática formación rocosa, un morro que sobresalía en el centro de una bahíaUnahermosa bahía que apareció de repente, y que por supuesto no estaba antes allí. 

Seukukui al darse cuenta que Ankimako veía solo eso, le dijo: ¡Mira otra vez!.. Luego movió su mano derecha haciendo pequeños círculos en el aire mientras pronunciaba unas inentendibles palabras.Ankimako volvió a mirar, pero esta vez, además de esa hermosa bahía, solo oyó muy cercano el rumor de las olas del mar y logró llenar sus pulmones con su aire salino y vital.  Seukukui lo miró con severidad, y como si quisiera ayudarlo le repitió:¡Ve!.. ¡Ve bien!.. En ese preciso momento, Ankimako vio con claridad como aparecía de repente muy por encima del horizonte marino y como si vinieran volando, el desfile y el despliegue fantasmal de las velas infladas a todo viento de una extraña flotilla de carabelas y galeones que unosdetrás de otros, aparecieron inesperadamente de la nada en el fondo de esa bahía. Comprendió de inmediato que un mundo de avatares y acontecimientos valiosos, únicos e irrepetibles, sucederían cuando se produjera el encuentro con los tripulantes de esas curiosas embarcaciones salidas de la nada. ¡El encuentro!… ¡Ese es el reencuentro!… se dijo. Como una ráfaga pasó esa idea por su mente y repitió en voz alta…¡El reencuentro de los dos mundos!… ¡la síntesis de ellos!  ¡Tal  como lo  profetizara y propusiera al final del ritual de ese día, el Mamo Serankua!

En ese momento las palabras finales del Mamo en aquel poderoso ritual, retumbaron con toda claridad en su mente: “Solamente logrando otro encuentro distinto del primero…En este o en otro tiempo. ¡Eso no importa!… Se abriría entonces otra realidad necesaria para elreencuentro respetuoso entre dos mundos diferentes y distantes, del que surgiría una síntesis salvadora de Seinekun, la tierra, y de toda la humanidad…

Un encuentro, una síntesis, entre el conocimiento de los hermanos menores afianzado en la razón, en sus adelantos, en su ciencia y tecnología, con el de nosotros los hermanos mayores, de nuestro profundo conocimiento y respeto de la naturaleza, de Gaia y de su eterno mensaje. Entonces, de ese encuentro y solo de él, surgirá por fin, un verdadero “Mundo Nuevo”… Un encuentro de dos mundos que abriría uno nuevo, fresco y renovado, que iría a cambiar el destino de estas tierras y el de toda su gente

Al pensar en eso, Ankimako sintió una desesperanza en todo su cuerpo que le hizo girar sumirada hacia el Mamo Seukukui, buscando una respuesta. Y allí estaba el Mamo a su lado, reverberando en una extraña transparencia que emanaba de su cuerpo. Y como si estuviera allí sin estar y sin que lo mirara, con algo de solemnidad Ankimako le oyó decir: “¡Eso es posible!. ¡Eso eslo que hemos hecho! Es lo que hemos logradoaquí y ahora, desde esta Tierra Sagrada, escudriñando con el movimiento del “Círculo dePensamiento del Corazón del Mundo”, al interior de otros pliegues del tiempo. En muchas otras de sus regiones, hemos buscado cuidadosamente otra de las realidades de este mundo, otra de sus posibilidades, ¡y la  hemos  encontrado!”

De pronto, señalando con el dedo índice de su mano izquierda hacia el horizonte de esa bella bahía, simplemente dijo con solemnidad y en voz alta: ¡Sharamatuna!… El Mamo Seukukui luego de pronunciar esa misteriosa palabra, ya no estaba a su lado. ¡Había cambiado de sitio! en una exhalación, apareció alejado unos cuantos metros, suficientes para verlo totalmente resplandeciente. Se hallaba de pie sobre las ahora ruinosas murallasque confinaban a la tierra sagrada. Durante centurias sus piedras habían estado encajadas unas sobre otras en un sólido y bien construido muro circular como el límite físico de la Tierra Sagrada y ahora estaban regadas y convertidas  en escombros…

Y allí, sobre esas ruinas, el Mamo con un aura de transparencia, comenzó a  hablar y a profetizar sobre los acontecimientos que habrían desucederles a las gentes de estas tierras el día en que aparecieran como ahora, en el rojo atardecer, y sobre el horizonte de esa bahía aparecida de la nada, unas enormes y extrañas Naos con las velas desplegadas, pero distintas a las de los primerosencuentros comandados en oleadas por Colon, porPizarro, por Cortez, por Bastidas y también como ellas, más grandes que las casas ceremoniales…

Y mientras hablaba y hablaba, iba desapareciendo de esa profecía, como si se disolviera entretejida en la membrana de energía protectora tejida y amarrada por el Mamo Seukukui en la atmosfera de la Tierra Sagrada, la visión del galope pavoroso, destructor, de aquellos hombres desconocidos, metálicos,montados sobre bestias nunca vistas, con varas que retumbaban más alto que el trueno, y con hojas brillantes como el sol  que cegaban de un tajo, en nombre de la corona y de la santa cruz, la vida, el pensamiento y las ideas.

Que desembarcaron para siempre en ese primerencuentro y arrasaron con el destino de las gentesde estas, y de muchas otras tierras. En vez de eso, fue apareciendo otra visión en la que las piedras de la muralla destruida, se fueron recomponiendo hastaformar otra vez el muro protector de la tierrasagrada, pero esta vez, como con unas enormes piedras de un cuarzo blanco, iridiscente, que antes de volverse un circulo de una energía pura, deslumbrante, cegadora, en esa atmosfera fueron apareciendo luminosos, transparentes, los miembros de una tripulación distinta a la del primer encuentro, y con ellos, en la lejanía de miles de generaciones, también sus descendientes, con sus avatares, sus historias, sus logros y todo lo de sus vidas.

Era una tripulación completamente diferente. Compuesta por científicos perseguidos, sabios relegados, esoteristas desterrados, herejes, maestros francmasones, gnósticos, ocultistas en la sombra, filósofos incomprendidos, escritores, pintores, artistas, poetas, arquitectos, maestros constructores, inventores, soñadores, pensadores, un erudito capitán y un grupo de avezados hombres de mar. Una tripulación armada con hombres buenos y despiertos que arribaron en aquellaenorme carabela que arbolaba en el mástil de mesana una extraña distinción, y el nombre de “Ariadna” inscrito en el lado de babor de la proa.

Era ni más ni menos, que aquella extraña tripulación cambiada a última hora por una decisión temeraria, arriesgada, obsesiva, tomada con la ayuda angelada de Radha, por Don Víctor Cabal y Villa, aquel inteligente y despierto responsable en la Torre del Oro en la Sevilla Española del siglo XVl, de conformar las listas de los miembros de esas expediciones invasoras. Una decisión influenciada por los Mamos de la Sierra Nevada, cuando “movieron” hacia otro tiempo, el Circulo de Pensamiento del Corazón del Mundo y lograronpenetrar los sueños del escribiente que cambió el manifiesto de zarpe de la tripulación y hasta el nombre de la embarcación. Que permearon tambiénlos sueños de los tripulantes de Ariadna, esa gran embarcación en la nada, para que vislumbraran en el ámbito de esos extraños avisos, su salida haciaaquellas costas lejanas y abrieran paso a esa otrarealidad paralela: La que surgiría de un encuentro distinto de esos dos mundos y la profetizada síntesis de ellos. Una realidad necesaria para el rescate de muchos seres humanos del inmenso naufragio existencial que se avecinaba y que de no conseguirse, acabaría con todas ellos y sin remedio posible, con Seinekun, la madre Tierra.

Una realidad que sin importar en cuál espacio por lejano que fuese iria existir, o que ella existiera, o en cualquiera que respirara, o pudiese respirar, iría con certeza a cambiar el curso de toda esta historia y aseguraría la supervivencia de la  humanidad en este y en todos los tiempos, y podría finalmenteconocerse la leyenda de los Mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, plantados en este planeta como los custodios del “Corazón del Mundo”, con el solo propósito de propiciar todo ese nuevo encuentro por voluntad de “los de muy lejos”, que desde la distancia de todos los tiempos, desde siempre, ya habían entendido que el Universo, la creación misma y su permanencia, es la consecuencia de un gran “encuentro”…Lo hicieron, con ese único propósito…. ¡Realmente con ese solo y muy noble propósito!…

Continuará…

Santa Marta, tierra de los Sharamatunas, Corazón del Mundo, 257 días después del confinamiento..

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