LA PLAGA DE LOS EMPRESAURIOS

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Por Carlos Noriega

De las peores cosas que le pueden suceder a un país, es que el sector empresarial se una, en términos de costos y beneficios, con la clase política. Este destructivo matrimonio es la principal causa de corrupción, ya que, detrás de cada politiquero populista y falto de ética; hay un grupo de empresarios financiándolo para obtener prebendas una vez gane.

Personalmente los llamo los caínes del capitalismo. Esta clara referencia bíblica me parece la más apropiada; primero, ejemplifica perfectamente el acto de traición, y segundo, lo complementa con el asesinato del traicionado a manos del propio traidor. En otras palabras –y sin la alegoría–, los empresaurios son seres que destruyen el principio básico de la libre competencia, siendo así, totalmente desleales con el capitalismo que los levantó. No contentos con ello, lo asfixian con regulaciones hasta dejarlo sin vida.

UN NIDO DE AMOR PUTREFACTO Y CORRUPTO

La mercantilización de las relaciones políticas es la forma más común de corrupción, pero no la más visible. En ella, el “líder político” carente del preciado dinero que mueva su pesada maquinaria, le parece buen negocio empeñar su mandato a cambio de los “favores financieros” realizados por uno o un grupo de empresarios interesados en el statu quo.

A diferencia de la forma más visible de corrupción, que es la malversación de fondos públicos –los cuales, también hace parte del pago–, en esta, se busca usar el poderío del Estado para crear “muros regulatorios” en determinados sectores que eviten el nacimiento o llegada de emprendimientos o empresas innovadoras que, a los ojos de los empresaurios, son el enemigo número uno de su amado statu quo. Así, estos caínes logran mantener empresas totalmente ineficientes y anticuadas funcionando ¡y lo peor! produciendo grandes ganancias.

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE

La otra cara de este nido de amor putrefacto y corrupto, es que el “líder político”, una vez se casa con algún grupo empresarial, encuentra su fuente de recursos financieros ilimitada. Con ello, puede crear campañas políticas más elaboradas y comprar más votos que garanticen su reelección.

Teniendo al candidato con más poder económico, las personas que decidan iniciar una vida al servicio público planteando competencia, se encuentran con un “muro financiero” muy alto; en ocasiones tanto, que ni siquiera inician, dejando competir al “líder político” sólo contra el voto en blanco.

A diferencia de la competencia dentro del libre mercado, la competencia dentro de escenarios políticos no recae sobre la optimización de un producto o servicio y generar lucro por ello, sino en la puesta en marcha de propuestas basadas en ideologías que, de una u otra forma, moldean a la sociedad. Eliminar el resto de las propuestas –vía monopolización de la oferta de candidatos– genera en gran medida malestar y frustración en toda la sociedad; siendo este, caldo de cultivo perfecto para expresiones totalitarias y sanguinarias.

PERO ¿POR QUÉ PLAGA?

Saliendo un poco del contexto explicativo que busco con este artículo, confieso que este punto, es el que me produce mayores desánimos respecto el futuro del país. Hoy, son pocos los emprendedores que buscan materializar su sueño colonizando a pulso un sector del mercado. Hoy, las máximas aspiraciones de la mayoría de los emprendedores y empresarios son las de ganar un contrato con el Estado, recibir una subvención de este o casarse con un politiquero millonario para blanquear los recursos que de allí son robados.

Aunque no exista ni una sola estadística o métrica de este cambio de paradigma, no duden de su existencia y mucho menos que nos exime de las consecuencias. Tener esta visión parasitaria de las empresas, genera menos innovación en el mercado, menos competitividad frente al mercado exterior, menor generación de empleo, y por ende, menor salario real ¿No les suena esto familiar?

Pero la peor de todas, y a su vez, lo que más caro nos saldrá a todos los colombianos en el futuro próximo, es que la mayoría de los jóvenes prefieran ser políticos a empresarios, ya que saben que ello es garantía de un futuro solvente económicamente hablando; retroalimentando así, este círculo vicioso. Por eso son una plaga, porque además de arrasar con todas las virtudes del sistema capitalista –siendo caínes–; están reproduciendo ese pensamiento a ritmos alarmantes.

SEÑALAMIENTOS…

Me faltarían hojas y tiempo para señalar y juzgar –con justa causa– a todos esos empresaurios que están consumiendo y destruyendo el país de tal forma que, nos empujan a los brazos del totalitarismo más crudo –sea de izquierda o derecha–. Pero me conformaré con los siguientes:

  1. Todos los bancos formalmente reconocidos por el Estado y patrocinadores del sistema de reserva fraccionaria.
  2. Todas las grandes empresas de telecomunicaciones como Claro, Tigo y Movistar –a las que se les hará una mención honorifica al final–.
  3. Empresas mineras y de gran construcción. Mismas que hicieron el Puente de Chirajara o la carretera sin destino.

Pero la empresa detonante de este artículo, el mayor acto representativo del término empresaurio que he visto en este 2020, viene de ETB (Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá), más exactamente de su presidente, el señor Sergio González; que hablando para la Revista Dinero, ha propuesto lo siguiente frente a la llegada de un nuevo operador: “La solución no es traer más competencia al país, sino regulación”.

¡Que vergüenza señor González! Vergüenza le debería dar al pronunciar semejante propuesta. Usted representa todo lo dañino de este matrimonio que está pudriendo la economía de nuestro país. Usted es un cobarde que busca, bajo las toldas del Estado, ganar una porción del mercado sin mayores esfuerzos que un lloriqueo y un plumazo. Si el problema con Claro es su “dominancia” pues pida una desregularización, para que entre en Colombia un caudal grande de competidores con dinero suficiente –como WOM–, y así equilibrar la balanza.

Busque aliados internacionales que permitan innovar los procesos de ETB para mejorar el servicio, y vea como usted con una supuesta “menor cuota de mercado”, le gana el pulso a Claro. Pero ello sería pedirle mucho a usted y a su grupillo de cobardes que, a la primera de cambio, están moqueando a los pies de su dios Estado para crear decretos proteccionistas.

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