Por Carlos Noriega
Actuando como la mencionada enfermedad -la clase política- avanza cual infección a pasos casi asintomáticos, pero totalmente seguros. Están dispuestos a cualquier costo, consumir la vitalidad del moribundo huésped; que, en este caso, somos los contribuyentes colombianos.
El Senado de la Republica; más exactamente en la Comisión Primera de la Cámara. Acabo de aprobar la inclusión de un artículo, en el Proyecto de Acto Legislativo No. 250 de 2020, el cual permite la ampliación en doce curules en el Senado, el artículo en cuestión dice:
ARTÍCULO NUEVO: Adiciónese el inciso 6° y un parágrafo transitorio al artículo 171 de la Constitución Política, el cual quedará así:
Habrá un Senador adicional por cada uno de las circunscripciones territoriales que cuenten con sólo dos Representantes a la Cámara. Los candidatos que sean elegidos por esta circunscripción especial deberán ser oriundos de los respectivos departamentos o haber residido en ellos al menos durante los dos años anteriores a la elección.
El avance de la enfermedad
Siendo una comorbilidad por excelencia, la clase politiquera, ha esperado el peor momento del huésped -los contribuyentes- para ampliar su campo de acción. En otras palabras, no les interesa que estemos cruzando solo el inicio de la peor recesión económica del siglo XXI. Tampoco les importa la crisis social que se está desencadenando por los efectos económicos; ellos, solo tienen un objetivo, y es a costa del sacrificio de cuantos sean necesarios, tener poder y salvaguardar sus privilegios.
Lo más curioso de todo esto es que, son los que pregonan las 24 horas del día ser la brújula moral del país, los que apoyaron a pupitrazo semejante propuesta de aumentar en 12 curules el Senado. De todos los que votaron -y los considero igual de miserables- señalo de primero a Inti Asprilla; representante a la cámara del Partido Verde, -mejor twittero que congresista- y perteneciente a dicha comisión. Este salió en su defensa diciendo:
Saquen sus conclusiones…
Y antes de seguir, también señalo a la segunda persona que aprobó sin más. Esta es nada más y nada menos que la formula vicepresidencial de Gustavo Petro, la representante Ángela María Robledo. La cual no ha dicho nada al respecto hasta ahora.
El costo de la enfermedad
Comencemos por el costo de estos 12 nuevos puestos. Según un artículo de la Revista Dinero, esto sería de $12.900 millones al año:
Estos $12.900 millones, como no puede ser de otra forma, saldrá del bolsillo de todos. De ese 8% de Ipoconsumo cada vez que usted va a un restaurante y almuerza. De ese 19% que paga cada vez que compra así sea un par de medias o, de ese costoso predial, que paga año a año; si es de los afortunados que posee vivienda propia en este país.
¿Y porque sífilis?
Aunque muchos puedan pensar que es una comparación de ofensa, realmente se trata de una descripción literal sin ningún ánimo de ofender, sino más bien de exhibir. Me explico, hace poco me tope con una entrevista que realizaron en el programa “Salvados” de España; al expresidente Pepe Mujica de Uruguay.
En dicha entrevista, Pepe le muestra al entrevistador un mural con varias fotografías con personajes prominentes. Entre tantas -que incluso tiene una Obama- señala una en la que resalta que sale un “viejito burgués” entre risas. El entrevistador le dice “veo que usted no criminaliza a los empresarios, como muchos de izquierda” a lo que Mujica responde “No, gente como esta resuelve problemas; que yo no tengo ni capacidad ni fuerza para resolver”.
Sentenciando al final:
“Yo seré socialista, pero… pero no quiero ser bobo. Porque, si después por querer repartir exprimo demasiado, tengo menos pa´ repartir. Hay enfermedades que son inteligentes, la sífilis, nunca mata la víctima; porque si mata a la víctima no tiene de que vivir. Entonces, que trabaje el capitalista, él va hacer plata… que yo le tengo que cobrar impuestos pa´ repartir.”
Aunque el entrevistador, claramente erróneo, supone que Mujica hace un paralelismo entre la sífilis y el capitalismo, esto carece de todo sentido ya que, el capitalismo, es totalmente autosuficiente. Mientras que, el trabajo de redistribución del político -aunque la excusa de la representatividad también sirve-, si tiene una acción parasitaria o, mejor dicho, como una enfermedad inteligente que drena la salud del huésped. Ver clip de la entrevista AQUÍ.