Por Hernando Fernández de Castro Dangond
El proceso de paz con las FARC, se basó en los principios de verdad, justicia y reparación, lo que hasta hoy no se han cumplido.
La verdad no es otra cosa, sino la conformidad de la narración de los hechos ceñida a lo que realmente aconteció. Sin embargo, hemos visto que ninguno de los actores activos del conflicto ha dicho la verdad, ni las FARC ni los miembros del Estado que se vieron involucrados en la guerra.
La JEP, Tribunal que se inventaron para conseguir judicialmente la verdad, hasta ahora ha sido inoperante e incapaz de cumplirle a Colombia con el cometido para el que se creó.
La verdad tiene distintos matices, la verdadera es casi imposible de lograr, la histórica la cuenta el historiador, según sus creencias políticas o religiosas. Por desgracia, hoy hasta la verdad judicial se ha convertido en galimatías producto de la compra de testigos, se preconciben pruebas, y el uso de muchas artimañas procesales, buscan en algunos casos a desorientar al juzgador y confundir a la contraparte.
Así tenemos que las partes involucradas en él conflicto colombiano, tiene una verdad sobre los hechos, quizás porque aún subsisten en ellos las ideas que los llevaron a cometer los desmanes, delitos y violaciones a los derechos humanos, por eso, tal vez nunca dicen cómo sucedieron realmente los hecho y así, jamás conoceremos la verdad verdadera de lo ocurrido durante el conflicto armado que atormentó a Colombia por más de medio siglo.
Dicen algunos historiadores, que no hay verdad histórica verdadera, que esta solo existe para quien la cuenta, Por esto no creo que Colombia quiera vivir persiguiendo una supuesta verdad histórica que nunca será posible lograr, pues son muchos los intereses económicos, sociales y sobretodo políticos, los que están en juego.
Cada persona que participó de cualquier manera en el conflicto, o en el famoso proceso de paz de la Habana, lo cuenta a su manera y desde su propio prisma. Estos es indiscutible, y es la razón por la que debemos ponerle fin a todas estas actividades y organismos que se crearon para logra la supuesta verdad y la paz que no llega. Tenemos que darle punto final a unos hechos luctuosos y que nos llenan de pesar y vergüenza, que hacen parte de nuestra historia pero que hay que dejarlos atrás. El pueblo, que nada tenía que ver con los apetitos políticos y económicos de los actores del conflicto, fue la víctima pasiva, por eso es mejor reconciliarnos, perdonar sin olvidar, pero vivir para recordar, mirando siempre adelante.
Digámosle no más a tanta burocracia creada con el cuento de la paz y la recuperación de la verdad histórica, todo a costilla de los bolsillos de los colombianos, en beneficio de unos pocos que llevan varios años viviendo de este cuento.
La sociedad colombiana, fue blanco de secuestro, de extorsión, de falsos positivos, de violaciones, de atrocidades que le costaron al pueblo sufrimiento, dolor y perdidas económicas y personales, para que hoy, con el supuesto de la búsqueda de la verdad, tengamos que sufrir las consecuencias económicas y políticas de este nuevo propósito distractor.
No tenemos justicia, porque no se han visto los resultados de la tan cacareada justicia transicional, no hay verdad porque nadie la dice, y lo único que parece ser cierto es que habrá reparación económica, pero a costilla de los colombianos, porque será el Estado el que tendrá que pagar los platos rotos por todos los responsables del conflicto, con los dineros que pagamos los colombianos a través de los impuestos.
Las preguntas que debemos hacernos son: Que hace un Colombiano con la verdad, pero sin tener con que comer, sin agua, sin energía, sin alcantarillado, sin seguridad, sin educación, sin salud, sin vivienda, en fin, sin tener las necesidades básica satisfechas, mientras muchos se lucran de unos organismos creados para supuestamente buscar la verdad.
Seamos realistas, miremos hacia adelante, sin mirar hacia atrás, recordemos nuestra historia pero no vivamos para recordarla permanentemente, sino para no repetirla.
