LA ESTRATEGIA POPULISTA DE CLAUDIA

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Toda planeación estratégica eficaz requiere conocer las fortalezas y debilidades de los actores involucrados, con el fin de potencializar las primeras y contrarrestar las segundas. Lo anterior se requiere para construir la imagen y el mensaje de un personaje político dentro de un proceso electoral.

De igual manera, hay que tener en cuenta al mayor detalle posible, las técnicas de arranque y sus efectos en los públicos a los que se dirigirá la campaña, un error en alguno de estos pasos suele ser la diferencia entre la victoria y la derrota.

Claudia Nayibe López, se convirtió en la primera alcaldesa electa de Bogotá el 27 de octubre de 2019. Desde ese momento genero noticia, no solo por ser la primera mujer en llegar al Palacio Liévano – segundo cargo electoral más importante de Colombia, por detrás de la Presidencia de la República – sino por hacer pública su relación amorosa con la Senadora Angélica Lozano del Partido Alianza Verde, a la que le dio un gran beso para celebrar su victoria en las urnas, un show mediático que la ponía en boca de todo el país.

Una tarea básica en toda campaña es diseñar desde el inicio una narrativa para el personaje político, donde defina quien es, por qué pretende ganar y que haría con el cargo. Indudablemente esa narrativa la construyó adecuadamente Claudia al lado de sus asesores, incluso desde su rol como Congresista, pero ¿implica esto que sería una gobernante sólida y eficaz? Hay varias señales que podrían mostrar que no.

Su presunta lucha contra la corrupción y sus propuestas basadas en la dura crítica contra el Gobierno de turno, hacen parte de la charlatanería que usa para llamar la atención de sus electores, toda vez que evita a toda costa, pronunciarse sobre los escándalos de los miembros de su Partido, Alianza Verde, lo cual denota un doble racero en sus palabras sentenciadoras.

Ahora bien, la alcaldesa de Bogotá no es tan popular como su séquito de colaboradores intentan hacernos creer, razón por la cual, les ha tocado acudir a todo tipo de maniobras para tenerla en el “top of mind”, desde contratar una millonaria pauta con los principales medios de comunicación por valor de $6.000 millones de pesos (1,8 millones de dólares) en los primeros meses de gobierno, hasta cumplir con un libreto pre elaborado, en el cual, semanalmente caza pelea con diversos actores de la vida pública, principalmente con el Presidente, lo que a la postre le da vigencia mediática.

Comencemos por las cifras; Claudia Nayibe salió electa con 1.108.541 votos de un total de 5.850.035 de personas aptas para votar. Es decir, su voto duro fue de tan solo el 19% del padrón electoral vs el 81% de los bogotanos que no votaron por ella o se abstuvieron de hacerlo; en teoría, cuatro de cada cinco bogotanos no son afines a la alcaldesa, lo que permite concluir que tiene menos seguidores y mucha más resistencia de lo que ella cree.

Por consiguiente, su equipo de asesores sabe que, si no gana terreno rápidamente e intenta mejorar el 19% escrutado en las urnas, su imagen podría caer aún más por el lógico desgaste administrativo y en virtud de la poca reputación de la que goza, así paradójicamente haya ganado la elección.

Tal vez, esta fue la principal razón por la que, al inicio de su administración se contrató pautas publicitarias en los principales medios de comunicación y encuestas por cuantías multi millonarias, en su afán por ganar aceptación y posicionar su imagen, al punto de confeccionar mediciones que la pusieran con el 93% de aceptación, una verdadera utopía en los primeros tres meses de cualquier gobierno.

En consecuencia, el timing coyuntural se ha extendido y la popularidad se ha convertido en la agenda estructural, buscando financiar su imagen a través de la publicidad en los medios, lo que comúnmente se denomina “mojar prensa”. El gran temor que yo tendría si fuese su asesor, es que es demasiado temprano para que pise el deadline; además, entrar en barrena sería un verdadero desastre para su gobierno y sus futuras aspiraciones políticas.

Finalmente, su capacidad en la gestión de crisis es precaria, toda vez que no respondió al primer gran desafío que enfrentó su gobierno, la pandemia del coronavirus. Su gobierno se enfocó en buscar “camorra” más que en brindar soluciones reales a los bogotanos, una prueba de fuego que demostró que la mandataria está hecha de falacias.

¿Podrá Claudia cambiar el rumbo en la estrategia de su gobierno? Amanecerá y veremos.

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