DE HUMANO A POLÍTICO

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Por Rosember Rivadeneira Bermúdez 

Nacen buenos, pero las ansias de poder oscurecen su corazón.

Se proclaman bondadosos, pero cuando alguien solicita sus favores, se enferman de importantilitis crónica. Sienten aumentar su protagonismo con cada súplica, a mayor fervor en el ruego, mayor se revela su ego.

Su corazón carece de caridad. No tienen vocación de servicio sino de explotación. Aprovechan en su beneficio la deplorable situación del necesitado.

Favorecen el surgimiento del mal, para luego disfrazarse de la cura.

Pero no curan, sino que alivian temporalmente, y se mantienen en constante vigilancia para que sus discursos no pierdan vigencia.

Al pueblo que se resiste a educarse engañan, haciéndoles creer que todo se debe a los de antes. Son distintos, pero se ensucian de lo mismo. Los de antes actuaban ridículamente de frente, los de ahora, en cambio, a nuestras ridículas espaldas.

Te hacen creer que en su pecho reposa un manantial de beneficios, pero en realidad te están retornando centavos de los millones que te arrebataron.

Te hacen creer que tu futuro depende del protagonismo de ellos, tu les crees, dejas de agitar tus alas, abandonas tu vuelo y sepultas tus sueños, te limitas a caminar y tropezar con las trampas que sonrientemente te colocan, y en la jaula de sus mentiras cautivo permaneces idiotizado.

En su rostro se dibuja una sonrisa y en su alma una mentira. En sus manos hay perfume y en su alma podredumbre.

Dicen servirte y representarte, pero te maltratan, destruyen, despojan y arrebatan tu vida. Te castigan de palabra, obra y omisión. Y todo es por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa, porque históricamente lo has permitido.

Te hipnotizan con los colores de sus emblemas y reducen con los mensajes subliminales de sus discursos.

Te mueven el piso de la emoción, pero encarcelan tu razón.

Parecen humanos, pero son temibles políticos, devoradores de los pilares sociales y sepultureros de las iniciativas privadas. Gravitan sobre tus fuentes, y tú sobre sus heces.

Se sientan a nuestro lado el único día en que nos necesitan, pero nos miran por encima del hombro y nos tratan como basuras cuando tu voto a favor de ellos depositas.

Sus vehículos, en los que antes te visitaban con cristales transparentes, y en los que sus fingidas sonrisas se divisaban a distancia, ahora se tornan oscuros e impenetrables.

En campaña, rodeados del pueblo, manifestaban encontrarse seguros. Ahora en el poder, y rodeados de escoltas, del pueblo se ocultan.

Tú, pueblo inconsciente, siempre los eliges porque estás acostumbrado a sufrir.

Estudia, analiza tu entorno social, no heredes a tus hijos las cadenas y grilletes que por tu ignorancia permitiste que colocaran en tu consciencia. Despierta y libérate.

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