Por Hernando Fernandez de Castro Dangond
Llevamos muchos años de historia como República, experimentando el modelo federalista y el de un Estado Unitario con centralización política y descentralización administrativa, sin superar ni modificar, él ser una sociedad dividida ideológicamente e inmóvil es esta materia.
Después de la independencia y durante la República que se instauró posteriormente, se dividió la opinión pública y los políticos, en Santanderistas y el Bolivarianismo, siendo los primeros los liberales, partidarios del anticlericalismo, el capitalismo y las libertades individuales y los segundos eran los conservadores, adeptos a la Iglesia católica, el conservadurismo económico, llevando este enfrentamiento a que Bolivar el Libertador, tuvo que salir de Bogotá a escondidas porque lo querían asesinar.
Así ha transcurrido nuestra historia política, que se ha basado en los personalismos, en Colombia, sufrimos la guerra de los mil días en 1899 por el partidismo y llevado por los personalismos, hasta sumir al país en lo que hemos conocido como la Violencia, generadora de grupos guerrilleros como las FARC el ELN y los paramilitares, para solo mencionar a los más relevantes.
Hemos padecido las consecuencias políticas del LLerismo, referente al presidente Carlos Lleras Restrepo, del turbayismo en el partido liberal, el Ospinismo, del Laurianismo y del Alvarismo en el partido conservador, lo mismo que del pastranismo en esta colectividad, o el Lopismo y el mismo turbayismo o el Barquismo en el partido liberal, hasta llegar a el Samperismo y lo que tenemos hoy el Uribismo y el Santismo como representantes de la derecha y el Petrismo como símbolo de la lzquierda.
Soy consciente que se me quedan en el tintero muchos “ismos” en nuestra historia política, pero el espacio no da para tanto. Lo que es importante es resaltar que Colombia, siempre ha sido un país polarizado políticamente en dos corrientes ideológicas, que aún hoy, persisten a pesar de tener en el escenario político, una gran diversidad de supuestos partidos políticos, la división de fondo siempre es entre la derecha o la izquierda, con matices de centro derecha o centro izquierda.
No importa quien o quienes, dirijan las colectividades, estas siempre están al servicio de individuos dominadores de la escena nacional.
Esto no ha permitido, que en Colombia exista una verdadera pluralidad ideológica, lo que nos ha impedido progresar social, económica y políticamente. Somos un país atollado en nuestro pasado, preferimos mirar atrás que hacia adelante, culpar al antecesor o al vecino de nuestros propios errores, nunca asumimos nuestra responsabilidad, por ello, después que elegimos a los gobernantes, les damos la espalda y solamente aparecemos como sociedad para exigirle al Estado prebendas, beneficios y privilegios, como si todo fuese responsabilidad de los políticos y no de nosotros como pueblo y como electores, que seguimos incurriendo en lo que muy sabiamente describió el escritor británico George Orwell cuando sentenció “Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima, es cómplice”.
Ya está bueno de tanto personalismo en nuestra política, como electores, tenemos la responsabilidad de exigir programas, ideas, planteamientos sobre el desarrollo social y económico. Hay que impulsar una verdadera descentralización y depender menos del centralismo bogotano, tenemos que abogar por una reforma constitucional que acabe con la circunscripción nacional para el senado, fuente de la mayor corrupción electoral en Colombia y la emasculación política de los entes territoriales de menos población, debemos tener partidos políticos fuerte, con ideas claras sobre lo que debe ser Colombia como Estado y como sociedad y no más caudillismo.
Solo así, saldremos adelante como sociedad, si seguimos dejando que unos pocos personajes nos instrumentalicen como comunidad, seguiremos presos de nuestra propia incompetencia como pueblo, demostrando nuestra castración ideológica a la que nos han sometido desde hace siglos.
