UN GRITO DE GUERRA POR LA LIBRE EXPRESIÓN

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Por: Carlos Noriega

En los últimos años, debido al auge de los Social Justice Warriors en internet, la libertad que más sangre ha cobrado para obtenerla y disfrutarla, se está perdiendo a grandes pasos; y lo peor de todo, sin presentar la batalla que se merece.

Esta lamentable situación, que más de una noche me ha cobrado el sueño, es uno de los grandes motivos por los cuales decidí escribir y ponerme en la primera línea de combate. Movido también por esa molestia de la obtusa y violenta censura que vivimos hoy, que, para mí, es la contradicción más grande del siglo XXI. Un siglo paradójicamente dictado por practicidad en las telecomunicaciones –que facilita la libertad de expresión– y su casi libre acceso.

Como dijo el maestro Antonio Escohotado en una brillante entrevista (Clic Aquí para verla): “con el internet, nunca la humanidad ha sido tan libre”. Desafortunadamente, hoy impera un miedo generalizado a causa de una comunidad creída de la verdad absoluta, con un supuesto derecho divino para juzgar, censurar y estigmatizar a todo aquel que se atreva a opinar algo, por fuera de su línea moral. Seres totalmente desbocados por el odio y la imperativa necesidad de encapsular al ser humano en una sola figura gris, lastimera y sumisa.

Por si ello fuese poco, buscan hacernos carentes de cualquier vestigio de particularidad, aunque eso sí, se sienten como los mayores defensores de la diversidad humana –hipócritas–. En definitiva, van consumiendo el brillante futuro libre que trajo el internet para la libre expresión, y nos devuelven uno muy parecido al oscurantismo del medioevo.

LAS TRES ARMAS CON LAS QUE CENSURAN

El sentimentalismo barato

Esta es la primera arma que estos SJW usan para castigar a los divergentes de opinión. Su mayor argumento, es el traje de victimismo que usan permanentemente, sin que falten las lágrimas y sus frases prefabricadas para mover el bello lado humano que todos tenemos; para darles la razón, aunque no la merezcan. Con esto, aquellos que velamos por los argumentos bien fundamentados somos vistos como frívolos, deshumanizados y sólo por ello, merecedores de todo escrache –otra de sus armas–.

Las consecuencias de esta arma es que no solo evita el avance real, para la solución de problemas. Si no que termina siendo un juicio inquisidor para aquel que, con muy buenas intenciones y evidencia, aporte a la sociedad la información necesaria para la buena toma de decisiones.

El escrache

Este es el mayor de los miedos para todo aquel que quiera expresar sus argumentos sólidos, sobre un tema en particular. Comienza como una bola de nieve, con pocos SJW haciendo ataques ad hominem, acompañado de la primera arma, para generar la misma reacción en otros que, como enjambre parasitario, atacan en todos los sentidos al objetivo. Todo aquel que le ha tocado opinar sobre un tema escabroso en público –sobre todo en internet–, sabrá el pánico que siente al ver la imagen mental de tu comentario siendo noticia nacional y que a la vez genera un odio que jamás has conocido.

Este tipo de armas, son las que me han obligado a cambiar más de diez veces un texto; sólo porque quiero evitar a las personas que amo, ya que, no solamente sería yo la víctima de los ataques, sino mis familiares que seguramente nada tendrían que ver.

La corrupción semántica

El opus magnum de los totalitarios. Bien lo expreso el reputado escritor George Orwell en su icónica novela 1984, cuando Winston –el protagonista– habla con Syme –encargado del partido, para la deconstrucción del lenguaje–. Este último le dice al protagonista:

“¿No ves que la finalidad de la neo-lengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre?”

Basta con sólo este extracto, para comprender la verdadera naturaliza del llamado “lenguaje inclusivo”. Si controlas el lenguaje, controlas la mente indirectamente; ya que, el individuo en su más absoluta intimidad –su mente– piensa y planea toda su existencia. Pero todo ello estará expresado necesariamente en el lenguaje que aprendió o como lo quieren hacer; enseñarlo a la fuerza. Esta aberración, no puede ser aceptada en aras de aparentar buenismo frente a ellos por temor a sus represarías. Los pensamientos son un tesoro incalculable, algo que el ser humano hace con una destreza impecable, y es ahí donde nacen los más grandes logros de la humanidad; empezando por el internet, que hoy me ha permitido llegar a ustedes.

En esta, me detendré un poco más por su característica vírica, infecta todo lo que toca –principalmente las mentes– y esto es palpable con términos como el odio, el cual ya tiene un uso excesivamente ramificado, ya incluso polisémico. Además de incluirlo en contextos donde, en vez de contribuir a encontrar la solución real a un problema, mueve a las personas a obligar entidades como el Estado para destinar recursos en soluciones ineficaces, ineficientes y que terminan empeorando todo.

REPLANTEANDO LAS NECESIDADES

Fuera de la estricta línea editorial académica que he velado por El Bastión, no puedo ser permisivo frente al atropello sistemático y generalizado hacia el derecho que ha cobrado tantas vidas conseguir. Mi ética y moral me obligan a no callar y, muy por el contrario, empezar a defender la libertad de expresión con todos los recursos que dispongo, en las instancias que sean necesarias.

Como dijo Evelyn Beatrice Hall, en la biografía de Voltaire: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

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