Por Carlos Andrés Salas Campo
Festejamos el cumpleaños 495 de la fundación de la ciudad de Santa Marta, aunque hay historiadores que afirman que en realidad son 494 y que debe celebrarse en el mes de junio, en fin, sea como sea, es momento de celebración y de homenajear este maravilloso terruño. Santa Marta es un paraíso terrenal, una tierra mágica, de belleza inconmensurable, llena de gente maravillosa. De extremo a extremo solo encontraremos paisajes para deleitarnos, que nos maravillan, que nos deslumbra son su belleza. No tenemos nada que envidiar de otras tierras o ciudades, aquí lo tenemos todo. Lo que sí es lamentable, es que aún somos un diamante en bruto, que toca pulir, brillar y explotar. No sabemos sacar provecho de tanta majestuosidad para llenar de progreso nuestra ciudad.
No hablo de sobreexplotación del turismo, o de arrasar con las bellezas naturales para abrirle paso a un turismo voraz e insaciable, no. Hablo de dejar a un lado el turismo de olla, el turismo mediocre, y potencializar un turismo sostenible, pero sobretodo, un turismo de calidad. En esos aspectos sí que envidiamos a otras ciudades del país y del mundo. Aprovechando esos buenos ejemplos de turismo sostenible y de calidad en el mundo, deberíamos imitar sus prácticas, copiar cada paso que dieron para llegar a donde están, tenemos un potencial incalculable, pero año tras año vamos perdiendo terreno. Ejemplos de excelencia en el turismo hay muchos, uno de esos está en Ibiza, en España, allí, en cada una de sus hermosas playas, encontramos restaurantes de altísima calidad, con la mejor atención e infraestructura posible, son obras amigables con el medio ambiente que se mimetizan con su entorno; cuando pisas el lugar, sabes que costará, pero a la vez, sabes que valdrá la pena. En cambio, en Santa Marta, llegas a playas como Playa Grande, inclusive, Playa Cristal que es de las más hermosas que poseemos y encontrarás chozas viejas, deterioradas, con unas condiciones de salubridad deficientes, eso sí, con precios de restaurante cinco estrellas. Aunque la atención es extraordinaria, la calidad es paupérrima. Como turistas ¿qué preferirían ustedes? La respuesta es obvia.
Buscar las razones de porque estamos tan rezagados es el primer paso para salir de él. Las razones son múltiples, recordemos que el turismo también es una industria, y como cualquier industria para desarrollar sus actividades e inversiones necesita de servicios públicos, y todos sabemos que en eso fallamos desde hace mucho. También juega un poco la cultura y la educación, y por ahí también vamos mal, nadie nos ha sacado del recóndito puesto que ocupamos año tras año en materia educativa. Otro factor importante es la seguridad, lo que parece un mal de nunca terminar en la ciudad, las mafias en busca del manejo de las economías ilegales se pelean los territorios dejando consigo una estela de sangre y muerte; sin contar además que los comerciantes y empresarios ya no saben a quién pagarle las extorciones, si al grupo A o al B, mañana entrará el C y el D viene en camino.
Con todo esto parece que estuviéramos condenados a vivir así. Parece que todo fuese malo, pero no lo es. Tenemos en nuestra tierra un potencial único en el mundo como lo he venido exaltando desde el comienzo de la columna, pero lo que hace esta tierra realmente bella, es su gente. La calidez humana de nuestros coterráneos nos convierte en una tierra sinigual, este sabor caribe, esa amabilidad, esa sencillez ha dejado gratos recuerdos en propios y extraños. Algo que no lo encontrarán en ninguna playa de Ibiza, o en las costas de Licia en Turquía, o en el hermoso Bora Bora, eso es propio de aquí, de esta tierra, de nuestra bella Santa Marta.
La bahía más linda de América, la denominada “Perla de América”, nuestra ciudad dos veces santa, es otro año más vieja. Aún tiene un camino largo por recorrer para que todo el mundo conozca su majestuosidad y mi gran anhelo, como el de muchos otros samarios, es poder recorrer ese camino junto a ella durante muchos años más. Tierra amañadora, ciudad del buen vivir. ¡Feliz año Santa Marta! Tu historia hasta ahora comienza.
