Por Carlos Andrés Salas Campo
De los factores más importantes de nuestra Región Caribe Colombiana y que nos distingue de las demás regiones, son los tradicionalismos que están tan arraigados en nuestras costumbres como caribeños. La globalización y otros actores externos han minado nuestras costumbres, a tal punto, que vamos perdiendo nuestras raíces culturales. Todo esto, debido a que hoy las muestras culturales que venían pasando de generación en generación están siendo olvidadas, transformadas y en el peor de los casos, acabadas con en el trascurrir de los años.
En el siglo pasado, las muestras culturales y musicales como el género vallenato, estaban enraizados en cada una de nuestras rutinas diarias. En esta región, la música para planchar era a base de la melodía de Rafael Escalona y el acordeón de Alejo Durán. Hoy se han perdido esas costumbres. Hemos llegado tan lejos en ese desarraigo, que se modificó el vallenato con nuevos ritmos e instrumentos, perdiendo el sabor y la melodía que encantaba a nuestros abuelos y aún hoy, nos fascina a muchos. Ahora, gracias a la globalización adoptamos géneros como el reggaetón, que han llegado para quedarse y que han despojado de los primeros lugares a nuestros ritmos autóctonos.
No es solo el vallenato, son los demás géneros, ritmos, melodías, muestras culturales y musicales de nuestra región, que vienen sucumbiendo ante la globalización. Se deben adoptar medidas preventivas de preservación para mantener esas tradiciones. Se deben impulsar las escuelas musicales, las muestras culturales, la adopción y el compromiso para empoderarnos de lo nuestro. Contra la globalización no hay medidas que se puedan tomar, pues son cambios originarios del desarrollo de las tecnologías de la comunicación que generan un gran beneficio, pero que trae consigo estas complicaciones. Estos problemas que derivan de la globalización solo podemos enfrentarlo empoderandonos de lo nuestro.
Hoy nuestros abuelos nos observan con recelo, al ver como ha cambiado el mundo en tan poco tiempo, ver como las costumbres de serenatas con caja y acordeón se han venido perdiendo y cambiado por melodías cuyas letras son tan directas que no dejan absolutamente nada a la imaginación. Hemos perdido bailes llenos de magia y romanticismo como la cumbia, y los estamos cambiando por bailes tan sexuales, que las diferencias con al acto está a una penetración de distancia. Los medios también han jugado un papel muy importante, pues gracias a la globalización y al mercado que este genera, nos llenan de estos ritmos. Hoy es más difícil sintonizar un buen vallenato en la radio, y poco o nada escucharemos otros ritmos como la puya, el jalao, el garabato, el chandé, el porro, el bullerengue, el mapalé, el merecumbé, o la guaracha. No solo es escucharlos, estamos tan grave en materia cultural que muchos desconocemos todos estos géneros musicales, pero, eso es lo nuestro, lo que hoy estamos olvidando, es lo que nos distingue y nos hace únicos.
Como caribeños, debemos recuperar lo que hoy nos distingue de las demás regiones del país y del mundo, tenemos costumbres y tradiciones únicas, que no debemos cambiar sino preservarlas y fortalecerlas, en ese papel nosotros jugamos un rol importante, y es la de recuperar los tradicionalismos culturales de generación en generación, comencemos en transmitirle a nuestros hijos el amor por su tierra, por sus ritmos, por su cultura, para que cargue esa bandera el resto de vida y se enorgullezca de cargarla, de ser de aquí, de ser parte de algo grande, de ser parte de algo propio, único, de ser parte de la Región Caribe Colombiana.
