Por: Pastor Jorge Ivan Arango Ch.
Lucas 17:11-19 11 Y aconteció que mientras iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea, 12 y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia, 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros! 14 Cuando Él los vio, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios. 15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y este era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado.
En medio de las circunstancias actuales que estamos viviendo, es muy fácil caer en la queja, en la desesperanza, en la ingratitud.
Es muy fácil ver el horizonte oscuro y sin luz alguna.
Pero hoy quiero mostrarte que, por medio de una herramienta muy poderosa, puedes alcanzar un gozo y una paz que solamente puede traer el señor, que solamente viene de Él.
Esa arma se llama “AGRADECIEMIENTO”
En el pasaje que acabas de leer vemos que Jesús iba para Jerusalén y entró en una aldea.
No se dice ni el nombre de la aldea.
No era una aldea importante, un barrio importante, una familia importante.
Jesús iba con su comitiva y los leprosos le reconocieron y desde “lejos” clamaron a Jesús. Ellos estaban afuera de la ciudad.
La lepra que es simbología del pecado te mantiene alejado de Dios, separado de las personas, separado de tu familia.
Jesus AÚN de lejos quiere verte restaurado!!
Este pasaje muestra a diez personas en una misma condición, nueve eran Judíos y uno era Samaritano.
Los samaritanos y los Judíos no se relacionan entre sí, pero cuando se esta con “lepra” no hay distinción de personas.
Esa arma es el agradecimiento.
La Ingratitud es un peligro en la vida de una persona.
La gente merecida no ve su condición final delante de Dios, ve su situación momentánea y por lo general la ve como injusta.
Los agradecidos que vienen delante de Dios tienen una actitud eterna al lado de Jesús, a sus pies.
Para los nueve judíos, la muestra final de su sanidad, el agradecimiento final para Dios, era que la ley dijera que eran sanos.
Ellos solo querían estar de nuevo incluidos en la sociedad, aunque no incluidos en los cielos.
La religión no salva, la relación personal con Jesús te abre el camino al Padre.
¿Hace cuánto no te postras en agradecimiento delante de Jesús?
¿Hace cuánto no agradeces por la salud, tu familia, tus amigos, la ciudad, la comida en tu mesa diariamente, el techo, los pies para caminar, los ojos para ver, tu libertad para adorar a Dios?
El samaritano no hacía parte de este grupo. Su agradecimiento final fue estar postrado a los pies de Jesús.
La biblia es clara en decirnos que los samaritanos eran una población despreciada por los judíos. Cuando los religiosos y fariseos quisieron ofender a Jesús le dijeron que tenía demonios y que era samaritano.
Juan 8:48 Contestaron los judíos, y le dijeron: ¿No decimos con razón que tú eres samaritano y que tienes un demonio?
El samaritano era el que menos merecía la sanidad según la ley, según el status quo, era el candidato menos perfecto para ser sanado.
No podía ir a donde los sacerdotes a mostrarles que ya había sido sanado porque no era judío, no hacía parte.
El que no tiene religión para agradecerle, siempre le agradecerá a Dios. Y si alguna persona lo bendice, le dará gracias a Dios por ese ángel que le envió.
Hay mucha gente que en esta cuarentena están separados, como leprosos. Muchos no nos podemos acerca al lugar de adoración, o sea al sacerdote, pero Jesús no llegó hasta el pueblo, llegó hasta los leprosos.
Él no entró a la sinagoga de ese pueblo, Él se les acercó a ellos.
Él discernió que nueve de ellos amaban la ley, la religión y el lugar de adoración.
Aún entre los agradecidos, los que llegan a los pies de Jesús, con el tiempo, empiezan a sentir que son mejores que los otros.
Él nos rescató a todos sin distinción de raza del reino de las tinieblas. Pero, aún cuando muchos han sido sanados de su lepra y han venido al señor humillados, se creen superiores y más santos que el vecino que tienen a su lado.
Esto me recuerda una situación entre los discípulos que habían sido redimidos y la discusión se centro en “¿Quién era el mayor entre ellos?”
Jesús, al ver que se les estaba yendo el agradecimiento y que estaban buscando posiciones, definió contundentemente quién era el mayor del reino, y puso en medio de ellos un niño.
“Si no os hacéis como niños no pueden entrar en el reino de los cielos”
Y en ese mismo instante Jesús levantó sus ojos al cielo y dijo: “Te alabo Padre porque has escondido todos estos misterios a los sabios y entendidos y se los has revelado a tus niños, los pequeños”. Lucas 10:21
El agradecimiento continuo te mantiene en la frescura de la comunión con Dios y su revelación.
Si se te va el agradecimiento, se te va la revelación.
El agradecimiento es un principio de prosperidad integral.
Cuando somos agradecidos, Dios nos deja ver nuestra verdadera motivación cuando hacemos las cosas.
Es muy diciente que Jesús haga la observación de la falta de agradecimiento de los nueve restantes.
Lucas 17:17
17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado.
A los nueve leprosos, Jesús los sano, pero solo a este Jesús lo salvó.
Él llegó sanado de la lepra, pero Jesús le dice al verlo sano, que el realmente es salvo.
Cuando eres agradecido con Dios en las pequeñas cosas que diariamente Él te da, la revelación de la grandeza de Dios se afianzará en tu alma.
¿Agradecido o Merecido?
Dios te bendiga Abundantemente.
