El deporte es salud, pero la salud no es un deporte

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Por Carlos Andrés Salas Campo
He vivido en Gaira toda la vida, con algunos intervalos, pero siempre vuelvo a la tierra que me vio crecer, en la que pasé mi niñez, en donde estudié. Es una tierra a la que amo y cuido desde hace mucho; tierra que pensé que lo tenía todo, pero que en realidad le falta mucho. A esta conclusión llegué hace un par de años cuando enfermé y entendí la precariedad del sistema de salud en Santa Marta y en especial la suerte que corre esta localidad en esa materia. Aquí mi historia, la que puede ser de cualquiera.
Un fuerte dolor estomacal comenzó a afectarme en la madrugada de un día cualquiera. Lo que, en principio,  parecía normal, luego de que se acrecentara el dolor, ya no lo era tanto. De un momento a otro no pude controlar lo que empezó como una simple molestia y a esas alturas, me retorcía en la cama: el dolor me doblegaba y no lograba conciliar el sueño. Pensé, como muchos cuando sienten dolores en esa parte del cuerpo, que podía ser una peritonitis, y sí así fuese, eso sí que sería grave. Palpé la zona abdominal y sentía dolor al tacto, lo que me asustó aún más. Inmediatamente acudí a mi madre y le dije con mucha preocupación: “acompáñame al médico, qué tal y sea algo grave y yo aquí tratando de mejorar a punta de tomitas caseras”. Aquí comienza la odisea… Nos alistamos y pusimos un pie en la calle, y entró la primera duda, ¿para dónde vamos?, pregunta ella, a lo que le respondo, “pues, al no conocer la gravedad, vayamos al puesto de salud para que me revise un médico. De pronto no es nada grave y nos ahorramos la ida a una clínica”; Eso parecía una buena idea, teniendo en cuenta que el puesto de salud de Gaira quedaba a unas cuadras de mi casa, mientras que la clínica más cercana, nos tomaría aproximadamente 20 minutos en llegar. Caminamos un par de cuadras al puesto de salud, si es que aquella vieja estructura puede llamarse así, y al llegar, gran sorpresa ¡el puesto de salud estaba cerrado!    Sí, el único centro asistencial en la periferias, para más de 20mil personas, no tiene servicio de urgencia; es más, ni vigilante vi a esa hora.
La molestia fue grande, pero debía dejar mi inconformidad a un lado y continuar con la odisea, me tocaba cambiar el rumbo e ir a una clínica para ver que tenía. Los que vivimos en esta localidad sabemos lo costoso que es pensar en transporte a la hora de ir al centro de la ciudad: 12 mil pesos se pagaba en aquel entonces, ahora, con el taxímetro las carreras alcanzan los 14 mil pesos y a veces más; en fin, eso es otro tema, para resumir mi historia, tardé 15 minutos en conseguir transporte, demoré 20 minutos en llegar a la clínica y tardé un par de horas en observación. Nada grave, gracias a Dios, pero durante esas horas en mi mente rondaba todo lo que había pasado y pensé, “¿y si hubiese sido más grave?”“¿y si hubiese llegado herido?”“¿y si hubiera requerido de atención inmediata”“¿y si cualquier minuto fuese vital?” …Ahí comprendí que no contamos con un lugar ni personal médico capacitado, que nos brinde atención inmediata y que eso conlleva que nos aglomeremos en las clínicas en una eterna espera, que podría no ser a tiempo.
Pasada esa incidencia me di a la tarea de averiguar lo que había sucedido con el Puesto de Salud de Gaira y me encontré con una respuesta poco alentadora: un puesto de salud totalmente funcional había sido demolido para el paso de una doble calzada en el año 2016 y la Administración Distrital, a sabiendas de que eso ocurriría, no preparó un plan de contingencias para la atención primaria de los vecinos de Gaira. Su solución se limitó a adecuar un club social: una vieja casa; y ahí metieron lo que pudieron.
Tardó años para que el Ministerio de Salud le aprobara la construcción de un nuevo centro asistencial, y sin escrúpulos, se escudan tras ello, acusando abiertamente al Ministerio, cuando los errores en los diseños, era responsabilidad de la Administración. A penas en el año 2019 fue aprobado, pero no será una policlínica, pedida por la comunidad a gritos suplicantes de necesidad de una mejor atención y que de haberlo conseguido sería el único centro asistencial de segundo nivel en toda la localidad 3, la cual, vale destacar, abarca Gaira, la Paz, el Rodadero y Cristo Rey; así es, una localidad de miles de habitantes, deberá conformarse con lo que poco que pudieron conseguir los gobernantes. Esto decepciona a esos miles de habitantes, incluyéndome.
Investigando un poco más encontré casos concretos de que la falta de centros asistenciales les había costado la vida a varias personas y ahí me sumí más en la preocupación, preocupación que se incrementó con la pandemia que estamos atravesando, porque la prioridad es la salud, una salud que no tenemos. Para mayor indignación y desilusión, encuentro que en vez de acelerar la construcción del centro asistencial, priorizaron la construcción de una cancha de futbol en el sector, necesaria, pero no en este momento. Es claro que este tipo de actuación descubre las prioridades de la administración, y que, concretamente, una de ellas no es salud.
Los borregos (persona dócil que se somete a la voluntad ajena) que poseen en esa Alcaldía justificará de mil maneras dicho actuar. “El deporte es salud”, dirán algunos fanáticos a la hora de defender las negligencias administrativas y justificar dicha contratación, a lo que les contesto, “sí, pero la salud no es un deporte”.

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